Es la guerra Imprimir
Escrito por Julio A. Muriente Pérez - Copresidente MINH   
Lunes, 13 de Diciembre de 2010 04:16

marchaestudiantesupr12.dic.10El escenario puede variar: la Universidad y las arbitrariedades de la Junta de Síndicos; el intento de destrucción del Colegio de Abogados; la toma del Tribunal Supremo;

 

decenas de miles de trabajadores públicos lanzados a la calle por la ley 7; los nombres en inglés para calles, edificios, parques y municipios; la bandera estadounidense como fondo del mensaje de presupuesto;

los abusos de la Fuerza de Choque en el Capitolio, el hotel Sheraton, en la Universidad o en cualquier comunidad; el gasoducto de la muerte; el intento de desmantelamiento del Corredor del Noreste; el intento de liquidar comunidades como la del caño de Martín Peña y otras; el acomodo de leyes y reglamentos para beneficio de los mal llamados desarrolladores;

Salud y Educación entregados al mejor postor; Justicia reducido a su expresión más bochornosa e insignificante; las procuradurías manipuladas, la de la mujer, o amenazadas, la de personas de edad avanzada;

la intención de destruir buena parte de los llanos norteños cono una supercarretera; el atosigamiento de proyectos de ley anexionistas en el Congreso de Estados Unidos y de falsos plebiscitos que nada resuelven;

la mediocridad y la corrupción como formas normales y hasta ideales de comportamiento gubernamental; la sumisión partidista como prerrequisito para todo; la intolerancia a patadas, sin rubor, con impunidad, sin vergüenza, sin escrúpulos, con la satisfacción del deber que se cumple como debe ser…

Pero, nada de lo que hacen debe interpretarse aisladamente. Todo está calculado; todo está premeditado; todo está planificado, concertado. Hay diseño totalizador. Nada ha quedado fuera, sobre todo, lo que ellos estiman que son centros de poder e influencia que deberán destruir o controlar aun cuando en algún momento fueran desplazados del control gubernamental (UPR, Tribunal Supremo, Colegio de Abogados).

No es hipérbole, no es exageración denominarles fascistas. Ese es su sello distintivo. No son simplemente anexionistas. De esos los hay muchos por ahí que a la vez son hombres y mujeres decentes y responsables, muchos de ellos familiares, amigos o compañeros de trabajo nuestros. La ideología de esa casta es otra, peor, que va más allá de la preferencia de status. Son, en el sentido más exacto, la extrema derecha.

Por eso lo que les distingue es lo que distingue a todo fascista: la perversión.

Son peligrosos porque son malos, porque son dañinos, porque quieren destruir, porque son insensibles y cínicos, porque les espanta que aquí se haya forjado una Nación a contrapelo de más de un siglo de agresiones de todo tipo, Nación de la cual no quieren dejar piedra sobre piedra; porque no creen ni por asomo en la justicia, en la democracia y mucho menos en la solidaridad, porque su visión de mundo es absolutamente ajena y contraria a los mejores intereses de nuestro Pueblo.

Nadie se llame a engaño. Esto es la guerra total. No se trata sólo de la colegiación de los abogados, de la cuota de 800 dólares impuesta a los universitarios, de adornos navideños con bandera de Estados Unidos en el Capitolio o de alguno de tantos zarpazos. Además de fascistas-perversos son renegados. Su intención es destruir a Puerto Rico, acabar con lo que hemos alcanzado a ser, no obstante tantos siglos de dominación colonial.

Es una guerra por la existencia misma de lo que somos y sobre todo de lo que aspiramos ser en el porvenir. Por eso el sentido de urgencia, por eso la necesidad de que comprendamos todos y todas la verdadera naturaleza y trascendencia de este momento histórico que nos ha tocado vivir. Por eso no podemos ser indiferentes, mucho menos resignados, ante la avalancha totalizadora que lanza contra nosotros el enemigo del Pueblo Puertorriqueño.

No se es cataclísmico cuando se reconoce la dimensión real de la situación que hay que enfrentar. En todo caso, nos mueve a prepararnos, a fortalecernos, a armarnos de todos los recursos a nuestro alcance, a disponernos a dar la batalla, como la hemos estado dando, pero todavía más. Resistir en el presente para edificar en el futuro.

Ni por un segundo debemos olvidar cual es la razón esencial de esta guerra: nuestra propia existencia nacional. A cada instante debemos estar con la guardia en alto. Tenemos que prepararnos continuamente, sin evadir ni por un instante nuestra responsabilidad patriótica y cívica. Afirmar la Nación, afirmar la Patria fruto de décadas de lucha, defender la democracia participativa, denunciar a los fascistas, respaldar toda causa justa, desenmascarar a los farsantes y los pusilánimes. Defender con uñas y dientes lo que somos y queremos ser, con la seguridad y la confianza de que, no obstante lo peligroso y perverso que es el enemigo fascista, el Pueblo Puertorriqueño va a prevalecer.

En la calle, en el centro de trabajo, en la iglesia, en el hogar; en todas partes. Porque amamos nuestra Patria, nuestra Nación. Porque amamos a nuestros jóvenes, Porque somos, en el mejor sentido de la palabra, buenos. Porque somos el Pueblo.

Porque, después de todo, de eso se trata la existencia, de luchar por lo principios en los que uno cree.

Como ha dicho el Poeta, lo demás es la nada.

Última actualización en Lunes, 13 de Diciembre de 2010 05:04