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Los recientes sucesos en la República Árabe de Egipto tras el golpe de Estado al presidente Mursi PDF Imprimir Correo
Escrito por Alejandro Torres Rivera / MINH   
Miércoles, 10 de Julio de 2013 08:52

egiptoLa República Árabe de Egipto se encuentra localizada en la porción nordeste del continente africano. Su porción más oriental, la Península del Sinaí, está enclavada en la zona que conocemos como el Medio Oriente.

 

 

 

Egipto alberga una de las mayores poblaciones del continente africano, con más de 83 millones de ciudadanos en su mayoría musulmanes. Allí conviven también cristianos y otras religiones minoritarias. Egipto obtuvo su independencia del Reino Unido de la Gran Bretaña el 26 de agosto de 1936, instaurándose bajo la tutela inglesa una monarquía que fue derrocada en 1952 mediante un golpe de Estado. La figura militar más reconocida del referido golpe lo fue coronel Gamal Abder Nasser.

El ascenso al poder de los militares, produjo en aquel momento un gobierno de corte nacionalista, profundamente antiimperialista, que de inmediato, se dio a la tarea de nacionalizar gran parte de las concesiones económicas que las potencias imperialistas se habían reservado para sí en Egipto. A raíz de la nacionalización del Canal de Suez, que conecta el Mar Mediterráneo con el Mar Rojo y en adelante a este con el Océano Índico, se produjo en 1956 una intervención militar contra Egipto encabezada por el Reino Unido de la Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos e Israel. La resistencia egipcia a la intervención imperial elevó a niveles extraordinarios el prestigio de las fuerzas armadas egipcias y el reconocimiento por parte de su pueblo. Esta gesta, además, dentro del marco de la llamada Guerra Fría, acercó grandemente a Egipto con el Campo Socialista, particularmente en el intercambio comercial y la adquisición de este último de armamento militar.

En estos años Egipto desempeñó un rol esencial en la conformación del Movimiento de Países No Alineados, movimiento integrador de aquellos países que no formaban parte ni de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), ni de los países signatarios del Pacto de Varsovia.

Al ocurrir el fallecimiento de Nasser en 1970, ascendió al poder político Anwar el- Sadat quien durante la década de 1930 estuvo vinculado con La Hermandad Musulmana, una organización fundada en 1928 por Hassan al Banna, la cual apoyó el golpe de Estado dado por los militares contra el Rey Faruk I el 26 de julio de 1952. Desde  el año 1939 Sadat participó junto a Nasser en el Movimiento de Oficiales Libres, organización responsable de la dirección del Golpe Militar.

Ya en la presidencia del país en 1976, Sadat se desvinculó se sus relaciones con la Unión Soviética acercándose más a la esfera de influencia de Estados Unidos. En 1977 inició conversaciones paz con el gobierno de Israel. El acuerdo alcanzado entre las partes, suscrito en 1978, conllevó para Egipto el reconocimiento del Estado de Israel a cambio de la devolución por parte de éste de gran parte de la Península del Sinaí, perdida durante la Guerra de los Seis Días de 1967. El acuerdo de paz, negociado con la intervención de Estados Unidos, se conoce como los Acuerdos de Camp David. Estos estrecharon aún más el control de Estados Unidos sobre los asuntos egipcios, pasando eventualmente este país a ser el segundo después de Israel, en ayuda económica y militar estadounidense en la región.

Anwar el-Sadat fue asesinado por militantes pertenecientes a la Hermandad Musulmana el día 6 de octubre de 1981 mientras presenciaba un desfile militar. Sin embargo, quien se benefició de la muerte de Sadat fue Hosni Mubarak, que le sucedió en el poder y quien desde 1981 instituyó en Egipto un Estado de Emergencia. Con él, Mubarak pretendió legitimar la represión y persecución contra los integrantes de la Hermandad Musulmana y contra todo desafecto con su gobierno.

Si bien en su origen la Hermandad Musulmana propulsó la lucha armada como línea estratégica de lucha por la creación de un Estado islámico, hacia 1972 la organización propuso la renuncia a dicho método vinculándose, sobre todo a partir de 1982, al desarrollo de su programa de lucha en el plano político. Desde 1992 la Hermandad Musulmana se propuso la toma del poder político impulsando reformas dirigidas a la creación de un Estado Islámico. Para el año 2011, ya la Hermandad Musulmana en Egipto había tomado el control del parlamento, mientras la figura de Mubarak se desvanecía en la política egipcia. En esta consulta, sin embargo, sectores salafistas que no forman parte de la Hermandad Musulmana obtuvieron cerca del 30% de los escaños parlamentarios.

Se llama salafistas a aquellos que profesan la fe musulmana en su corriente suni. Los salafistas se dividen a su vez en dos tendencias principales: aquellos que promueven la creación de un estado confesional mediante la vía política; y aquellos que promueven los cambios políticos por medio de la lucha armada. Los primeros, se indica, son apoyados por las monarquías de Arabia Saudita y otros Estados políticos dentro de la península arábiga. En el caso particular de Egipto, a pesar de que los salafistas promueven un Estado confesional islámico, no todos ellos son necesariamente simpatizantes de la Hermandad Musulmana.

Durante las elecciones presidenciales de marzo de 2012 la Hermandad Musulmana fue la ganadora eligiendo a Mohamed Mursi. El triunfo, sin embargo, fue por un estrecho margen de apenas 1% de los votos. Desde su llegada al poder, Mursi ha impulsado cambios dirigidos a convertir a Egipto en un Estado confesional donde prevalezca a nivel del gobierno la fe islámica. En una consulta de la cual participó apenas el 35% de los electores, el 64% de estos aprobó una nueva Constitución donde Egipto pasó a ser un Estado Islámico. Mientras en el plano político el gobierno de Mursi se ha preocupado por adelantar su proyecto confesional islámico, en el plano económico, durante su corto mandato continuó el crecimiento del desempleo y la pobreza, mientras se acentuaba en el país las políticas de corte neoliberal.

Las protestas populares junto al descontento de varios sectores importantes de la sociedad egipcia con las políticas del gobierno desataron, como ocurrió durante el año 2011, la protesta social. Es interesante destacar que entre las imágenes que nos llegan, en muchas de estas manifestaciones estaban presentes consignas contrarias a la intervención de Estados Unidos y la Unión Europea en los asuntos internos de Egipto, así como el reclamo de reivindicaciones sociales. En el proceso de protesta contra el gobierno de Mursi se recogieron cerca de 20 millones de firmas de ciudadanos solicitando reformas políticas, sociales y económicas.

Los días que precedieron al Golpe de Estado, manifestantes en apoyo y en contra del gobierno tomaron las calles en varias ciudades de Egipto. En las movilizaciones se produjeron enfrentamientos entre manifestantes en pro y en contra del Golpe, y entre manifestantes y fuerzas del orden público. El resultado ha sido decenas de manifestantes muertos y cientos de heridos.

Ante el ultimátum emitido por el Ministro de Defensa egipcio, el general Abdel Fatah al-Sisi, para que el gobierno encabezado por Mursi revirtiera los cambios impulsados por su gobierno; y ante la negativa del presidente a acatar dicho ultimátum; las fuerzas armadas procedieron con un golpe de Estado. Así las cosas, quien fuera antes designado por el propio Morsi a cargo de las fuerzas armadas, depuso al presidente; disolvió el parlamento y estableció con el apoyo del llamado ¨Frente de Salvación Nacional¨ un gobierno provisional encabezado por Adly Mansur. Al nuevo incumbente se le ha encomendado la convocatoria a unas nuevas elecciones y eventualmente, la aprobación de una nueva Constitución que sustituya la dejada sin efecto como consecuencia del golpe de Estado. El nuevo gobierno ya ha anunciado la celebración de elecciones parlamentarias para tener lugar a comienzos del año 2014.

Nazanin Armanian, analista de los sucesos, en un artículo publicado el 8 de julio pasado lo que a su juicio son las causas del derrocamiento de  Morsi. Al respecto señala lo siguiente:

¨Mursi como Hermano Musulmán que confundió el gobernar un complejo estado en el siglo XXI con repartir caridad en los barrios pobres, no quiso ni pudo instalar la democracia: Motivos: sus limitaciones ideológicas y su pertenencia a una élite, su visión retorcida de la política, su incapacidad para crear al menos la sensación de mejoría, por ejemplo en la gestión de los problemas cotidianos (como la recogida de basura, el suministro de agua y electricidad o la seguridad ciudadana). Heredó un país en bancarrota, con graves problemas estructurales, como el alto índice de analfabetismo y de natalidad, se enfrenó a unas expectativas infladas de un pueblo que no podía esperar más, mientras su intento de islamizar el país sabía demasiado a los seculares (que temían la talibanización del país) y a poco para sus aliados salafistas, quienes le abandonaron, apoyando al golpe de Estado. A todo ello, se añadió la corrupción y un amiguismo tan absurdo como nombrar gobernador a un miembro del grupo  terrorista Jamaa Islamiya, que participó en el atentado del 1997 en la provincia de Al agsar (Luxor) matando a 58 turistas. Los Hermanos Musulmanes, que ya tenían en su contra a minorías religiosas, ateos, seculares, los restos del antiguo régimen, los trabajadores (que en un año organizaron un centenar de huelgas), no podían hacer más para ganar enemigos.¨

La mayoría de los Estados vecinos de la península arábiga han mirado con buenos ojos los cambios ocurridos en Egipto y han dado su endoso al nuevo gobierno impuesto por los militares. Estados Unidos, por su parte, aunque con alguna cautela, aparenta no estar molesto por el giro de los acontecimientos internos en Egipto. Después de todo, el componente ideológico de los mandos militares del Ejército que ha depuesto del poder a Morsi, no es el  componente ideológico del Ejército que depuso al Rey Faruk en la década de 1950.

La profunda división que acusa el país, donde básicamente el 51% de los electores favoreció hace apenas un año la candidatura de Morsi frente a un 49% menos homogéneo que lo conforman todos los ¨otros¨ sectores en oposición, es un elemento real de desestabilización de la situación política y para la legitimidad que pueda adquirir en el futuro un nuevo gobierno en Egipto.

El hecho de que los seguidores de Mursi también se encuentren en la calle, y de que resistan al golpe de Estado dado por los militares, es evidencia de que la última palabra no está aún dicha en Egipto. Después de todo, si a la Hermandad Musulmana le ha costado recorrer desde 1928 el camino para acceder al poder, no es de esperar que ahora que lo tuvieron, al menos por espacio de un año, lo abandonen o lo cedan sin dar la pelea necesaria para retenerlo. Así no se comporta la política.

El hecho de que se haya convocado a elecciones para el comienzo del próximo de año, anticipa que en Egipto habrá en los meses por venir un gran espiral de luchas políticas, alianzas y concertaciones, para en la eventualidad de que las mismas se lleven a cabo dentro del cronograma establecido, definir nuevamente la correlación de fuerzas políticas en el país.

Durante más de seis décadas, las fuerzas armadas egipcias han sido, en una dirección u otra, el fiel de la balanza en la política de este país africano. No hay al presente razones que nos lleven a pensar que las cosas hayan cambiado mucho en el panorama de este país. Los límites de la democracia representativa, ya que en horizonte no se avizoran cambios exitosos dirigidos a un modelo de democracia participativa en el futuro inmediato, serán aquellos que las fuerzas armadas sigan permitiendo. Todo cambio que pretenda superar este estado de cosas, aunque necesario, tendrá que ser el producto de un largo y complejo proceso de organización política del descontento popular.

Última actualización en Jueves, 11 de Julio de 2013 00:00
 

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