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Venezuela y Chile: importantes victorias electorales de finales de año para América Latina PDF Imprimir Correo
Escrito por Alejandro Torres Rivera / Comité Ejecutivo/MINH   
Viernes, 20 de Diciembre de 2013 11:55

maduroAmérica Latina ha vivido en el presente mes de diciembre dos importantes eventos electorales. El primero de ellos, las elecciones municipales en la República Bolivariana de Venezuela; el segundo, la llamada ¨segunda vuelta¨ en Chile para la selección de la candidata ganadora a la presidencia de este país donde resultó electa Michelle Bachelet.



Las elecciones municipales en la República Bolivariana de Venezuela se efectuaron el pasado 8 de diciembre de 2013. En ellas los candidatos de la coalición electoral encabezada por el Partido Socialista Unido de Venezuela obtuvieron el apoyo de 5,111,336 electores para un 49.24% de los votos emitidos; frente a 4,435,097 votos emitidos a favor de la coalición encabezada por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), la cual obtuvo el 42.72% de los votos. A diferencia de las pasadas elecciones donde en elecciones regionales votó alrededor del 54% de los electores, en las pasadas elecciones municipales votó el 58.92% de los electores, lo que significa un alza en la participación de los venezolanos. Otras organizaciones políticas que participaron del proceso electoral obtuvieron 833,731 votos, lo que representa un 8.03% de la población votante. Se menciona que este número de votos tendrá un peso político importante dado del cercano balance de los votos obtenidos entre los dos principales polos en estas elecciones

Según datos oficiales, para este evento electoral fueron formalizadas 16,880 candidaturas. Se establecieron 39,427 mesas electorales en 13,651 centros de votación para atender a una población electoral que se eleva a la cifra de 19,066,431 electores. En las elecciones participaron  3,415 observadores nacionales, los cuales recorrieron los centros de votación durante el horario de votaciones.

La campaña desarrollada por la Mesa de la Unidad Democrática, donde se agrupó la derecha venezolana, giró en torno a convertir las pasadas elecciones en voto referéndum contra el presidente Nicolás Maduro quien en las elecciones presidenciales del pasado 14 de abril de 2013 derrotó a su candidato Henrique Capriles Randoski.

Ciertamente, la movilización del voto popular en estas elecciones fue sustancialmente inferior al voto movilizado por las agrupaciones contendoras principales en las pasadas elecciones presidenciales. En aquella ocasión ambas agrupaciones movilizaron más de 7 millones de electores cada una para un 50.75% y 49.21% por ciento de los votos respectivamente. De hecho, a diferencia del amplio margen de casi un 7% de los votos entre las fuerzas del PSUV y de la MUD, en aquella ocasión la diferencia en votos entre la coalición encabezada por Maduro y aquella encabezada por Capriles fue casi un 1.5% de los votos. Se trata, pues, de elecciones donde el polo encabezado por Maduro, aún cuando el resultado de la votación refleje una menor participación de votantes, unas donde se desinfló la expectativa de la derecha venezolana de asestarle un fuerte golpe al chavismo, teniendo como resultado el fortalecimiento del programa del Plan de la Patria impulsado por el gobierno del PSUV y sus aliados en Venezuela.

En las elecciones municipales del pasado 8 de diciembre, de un total de 335 municipios, más de 200 fueron ganados por la coalición encabezada por el PSUV, quedando en poder de la MUD poco más de 50 municipios. No obstante, es necesario reconocer, si bien el 76% de las capitales fueron ganadas por la coalición encabezada por el PSUV, la importancia para la derecha venezolana de ganar las más importantes ciudades, incluyendo la Alcaldía Metropolitana de Caracas y Maracaibo, que es la segunda ciudad en importancia en Venezuela; como también en la pérdida por parte del PSUV y sus aliados de los municipios de Valencia, Maturín, Barquisimeto y Barinas. Ciertamente el control de tales alcaldías representa para la MUD una trinchera de oposición desde la cual reorganizarse para el próximo evento electoral en Venezuela, que serán las elecciones parlamentarias en 2015, y más adelante, las elecciones regionales donde se escogerán los gobernadores de los 23 estados que conforman la República y donde en las pasadas elecciones el chavismo obtuvo el control de 20 de las 23 gobernaciones.

Para los detractores del proceso político revolucionario de la República Bolivariana de Venezuela, es importante recordarles que  el pasado proceso electoral se suma a los 18 procesos electorales desarrollados en este país sudamericano en 14 años. De ellos, el movimiento desarrollado inicialmente por el presidente Hugo Rafael Chávez Frías y hoy continuado por el presidente Nicolás Maduro, constituyen un mentís a la propaganda desarrollada por la derecha venezolana sobre ausencia de democracia en este país. Ese cúmulo de procesos electorales es, para la derecha venezolana, una piedra dentro del zapato. Es un hecho que en los pasados seis años desde que se perdiera el referéndum sobre enmiendas a la Constitución Bolivariana, han sido cuatro los eventos consecutivos en los cuales ha fracasado la oposición.

A pesar de lo anterior, es esa misma oposición que con su discurso público ataca la naturaleza democrática del proceso político venezolano, la misma que participó del Golpe de Estado de 2002 contra el presidente constitucional Hugo Rafael Chávez Frías; fue responsable del sabotaje petrolero del año 2003; dirigió la violencia callejera en 2004 pretendiendo crear un caos interno en el país; promovió los actos de violencia que produjeron 11 muertos e innumerables daños a la propiedad durante el proceso electoral de 2013; y una vez más, la que recurre a la adopción de medidas dirigidas a descarrilar el proceso revolucionario mediante afectaciones económicas a la población y creando artificialmente la ausencia de productos de primera necesidad con el único fin de pretender volcar la animosidad del pueblo contra el gobierno bolivariano de Venezuela.

Transcurridas las pasadas elecciones, el gobierno del Presidente Nicolás Maduro mantiene el timón del país implantando paso a paso el legado del Presidente Chávez a través del Plan de la Patria, que es hoy el programa de la Revolución Bolivariana de Venezuela.

Tiene razón Javier Bordeau R. en su artículo titulado 8D. ¿Quién ganó y quién perdió? Analizar con la cabeza fría, cuando indica:

¨El proceso bolivariano ha alcanzado dos objetivos estratégicos fundamentados en política: ha obtenido un tiempo crucial sin perder grandes espacios de poder; y por otra parte, ha logrado contener la estrategia de derribo a corto plazo efectuada por parte de la oposición saliendo francamente de una  zona de riesgo político.

En el caso de Chile, tras el resultado de las elecciones efectuadas el pasado 17 de noviembre donde la candidata por una amplia coalición de centro izquierda Michelle Bachelet obtuvo el 46.67% de los votos frente a su más cercana opositora, Evelyn Matthei, quien obtuvo el 25.01% de los votos, se efectuó el pasado 15 de diciembre una segunda vuelta al no haber obtenido en la primera consulta la candidata Bachelet más del 50% de los votos. En esta segunda vuelta la presidenta electa de Chile, Michelle Bachelet recibió el apoyo de 62.16% de los electores que participaron del evento frente a un 37.83% de su rival Evelyn Matthei.

A diferencia de las pasadas elecciones en Chile donde el voto era obligatorio para la población, en estas elecciones, al igual que en las efectuadas en  noviembre como primera vuelta participó quien así lo determinara. Posiblemente esta sea una de las razones que explique aunque no necesariamente la única, con relación a elecciones pasadas, un aumento sustancial en la abstención electoral.

El triunfo de Bachelet, sin embargo, aún cuando la profundidad del programa que le lleva al triunfo es sustancialmente menos radical que el programa bolivariano de las pasadas elecciones en Venezuela, tiene en sí mismo la importancia de que su gobierno se propone convocar durante su mandato una Convención Constituyente. La misma tiene por objeto la reformulación del estado político de Chile y como parte del mismo la sustitución de su actual constitución, hija y heredera de la Dictadura de Augusto Pinochet.

Para aquellos y aquellas que tenemos depositadas nuestra confianza y nuestras esperanzas en el avance de las conquistas de nuestros pueblos latinoamericanos contra un pasado preñado de medidas económicas de corte neoliberales y supresión de los derechos básicos de la población, el triunfo de la coalición encabezada por el PSUV en Venezuela, como la coalición encabezada por la candidatura de Michelle Bachelet en el movimiento ¨Nueva Mayoría¨, abre un faro de luz en las posibilidades integradoras de América Latina y el Caribe.

 

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