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Los sucesos en París de comienzos de año: un acercamiento distinto a la consigna "Je suis Charlie" PDF Imprimir Correo
Escrito por Alejandro Torres Rivera / MINH   
Jueves, 15 de Enero de 2015 08:04

fobia


No existen argumentos de clase alguna que justifiquen, excusen o avalen las acciones armadas que llevaron a la muerte de 12 personas en la revista satírica Charlie Hebdo, y más adelante, la de otros cuatro ciudadanos que profesaban la fe judía en un supermercado ¨kosher¨ de París a manos de jihadistas islámicos franceses. Se trata de actos de terrorismo que ameritan la más enérgica condena y repulsión, sobre todo por parte de quienes aspiramos a una sociedad justa y equitativa donde no prevalezca la explotación del ser humano.

 

 



Si bien la violencia y como parte de ella la lucha armada, bajo ciertas circunstancias, constituye un método de lucha legítimo, particularmente en el contexto de las luchas anticoloniales, anticapitalistas y las luchas de liberación nacional; su utilización como método de lucha no puede ser dirigida indiscriminadamente en contra de aquella población que no participa directamente del conflicto armado. Tampoco la lucha armada puede ser utilizada como método de lucha contra civiles indefensos con el propósito de infundir el terror; mucho menos, cuando su motivación no responde a un ejercicio legítimo de defensa propia. Por eso debemos rechazar la violencia armada cuando se trata de acciones de naturaleza punitiva que lo único que persiguen es castigar a sus víctimas por meras discrepancias de pensamiento, sea éste de naturaleza político, religioso, de género o de cualquier otra naturaleza.

El repudio y la condena contra tales actos, sin embargo, no debe inhibirnos en la búsqueda de las razones que, si bien nunca justificarían los mismos, sí nos permita entender el porqué han ocurrido. Posiblemente en este ejercicio encontremos herramientas superiores que nos permitan trascender el mero acto de protesta, repudio y condena, e ir a la raíz de los conflictos, identificar sus causas y derivar conclusiones.

Lo ocurrido en Francia el pasado 7 de enero nos ha impactado tanto como pudieron impactarnos los sucesos del 11 de noviembre de 2001 en Estados Unidos; o los sucesos ocurridos años más tarde en Madrid el 11 de marzo o en Londres un 7 de julio; el intento de atentado en el Metro de Barcelona en 2008; los sucesos más recientes en las ciudades de Ottawa en Canadá y Sidney en Australia, en 2013; o los del Maratón de Boston y en una escuela en Francia; o como podrían impactarnos hoy, las cientos de muertes acaecidas en Yemen, Afganistán, Paquistán y tantos otros lugares del planeta con el uso por parte de algunas potencias víctimas de los sucesos terroristas antes mencionados a través de los llamados ¨drones¨ o aviones no tripulados. Estos, al igual que los ataques terroristas que repudiamos, también dejan en sus estelas de ataques contra supuestos objetivos terroristas, en aire y la tierra, la semilla de muerte y desolación arrebatando las vidas de decenas de víctimas civiles no combatientes.

La reacción a las muertes ocurridas en el Estado francés el 7 de enero han tenido la capacidad de lanzar a las calles de este país a millones de ciudadanos, identificados todos con las víctimas y sus familiares, independientemente a su fe religiosa, como también en repudio al terrorismo como método de lucha. La identificación con las víctima de la revista Charlie Hebdo bajo la consigna de Je suis Charlie ha recorrido la Unión Europea y el mundo. ¿Qué sin embargo pudo estar detrás de estos actos de terror? ¿A quién o quiénes benefician los mismos? ¿Estaba el Estado francés y los servicios de inteligencia occidentales desprevenidos ante tales acciones? ¿Qué cuota de responsabilidad tienen los gobiernos occidentales en el desarrollo y preparación de los autores responsables por estos actos? Veamos algunas aproximaciones a esta discusión.

David Brooks en su artículo titulado Je ne suis pas Charlie (¨Yo no soy Charlie¨, en español), reaccionando a la campaña lanzada de inmediato en Francia en repudio a los actos de terror mencionados, indica:

¨A los periodistas de Charlie Hebdo se les aclama ahora justamente como mártires de la libertad de expresión, pero seamos francos: si hubiesen intentado publicar su periódico satírico en cualquier campus universitario estadounidense durante las últimas décadas, no habría durado ni treinta segundos. Los grupos de estudiantes y docentes los hubieran acusado de incitación al odio. La Administración les habría retirado toda financiación y habría ordenado su cierre.¨

Maximiliano Sbardi Osuna, por su parte, en su artículo Atentado en París: manipulación mediática e islamofobia, aborda el tema levantando ciertas interrogantes que entendemos son pertinentes a la discusión:

¨La derecha lleva agua para su molino, dado que la islamofobia está creciendo en Francia, Alemania, Suecia y Gran Bretaña y sus postulados se ven legitimados con los asesinatos.¨

El autor, describiendo como una ¨doble estrategia¨ lo que ocurre en estos momentos en Francia y la Unión Europea con relación a estos sucesos, y adelantando su preocupación porque estos sucesos faciliten que crezca en Europa ¨el etnocentrismo, la xenofobia y la simplificación¨, indica más adelante:

¨El terrorismo islámico es una realidad, más cruda en Medio Oriente que en Europa, pero no es la única forma de terrorismo. La financiación de grupos armados, intervención directa en países extranjeros por parte de Francia, y la expoliación de recursos en Irak y en las ex colonias francesas africanas también son terrorismo, que con estos atentados como el de ayer en París, parece estar cada vez más justificado por la opinión pública y los grandes medios de manipulación social.¨

Carlos Aznárez, por otro lado, en su artículo El gobierno francés co-responsable de la masacre de ´Charlie Hebdo´, aborda también la discusión de los sucesos procurando identificar en ellos la cuota de responsabilidad del propio Estado francés al indicar:

¨…el grupo ultra que atacó las oficinas de ´Charlie H´ no era desconocido para la inteligencia francesa, ya que varios de ellos, en ocasiones totalmente distintas a las actuales, habían salido del país para formar parte de las ´milicias de la libertad´ que intentaron, sin éxito, derrocar al presidente sirio Bashar Al Assad. Otros, hermanos, primos o vecinos de estos que ahora fueron fusilados por la policía francesa, habían combatido del lado de la OTAN, en Libia y en Irak. Equipados con armamento de primera tecnología, ayudados económicamente por el dinero que depositan en bancos europeos o del Medio Oriente, jeques, emires o monarcas, pero también por no pocos empresarios europeos. Los mismos que hoy se rasgan las vestiduras y claman al cielo por la ´libertad de opinión´, palabra que sistemáticamente les sirve para violarla y perseguir a quienes la practican.¨

Recurriendo a lo que en nuestra jerga popular sería el refrán ¨cría cuervos y te sacarán los ojos¨, Aznárez nos recuerda que lo mismo ocurrido en Francia, también ocurrió en Estados Unidos con relación a ¨los talibanes afganos, o con las mismas milicias mercenarias en Libia¨; como hoy en lo que ha venido a llamarse como el ¨Estado Islámico¨, quien a través de su organización militar en la guerra contra el gobierno constitucional sirio, a través del Frente Al Nusra en dicho país, o contra el gobierno en Iraq a través del Ejército Islámico de Iraq y Levante, hoy se han tornado en contra de sus gestores occidentales.

En el caso del Medio Oriente y Asia Central, más allá de las organizaciones que hoy combaten contra Estados Unidos y la Unión Europea, la realidad es que las visiones estratégicas entre el Estado Islámico y Al Qaeda, más que diferenciarse, se complementan. Cualquier distinción, si alguna, la encontramos en los métodos tácticos utilizados en la búsqueda de sus objetivos estratégicos. Ambas parten de un radicalismo islámico a nombre del cual enfrentan con el terror el intervencionismo en la región.

La comunidad musulmana en Europa alcanza ya más de 20 millones de personas, la mayoría de las cuales profesan la fe islámica. De estos, 1.7 residen en España, mientras que en el Reino Unido de la Gran Bretaña se estima alcanza el 3% de su población, aunque en ciudades como Londres, ya constituyen el 13% de la misma. Al igual que en resto de Europa, la mayoría de esa población profesa la fe islámica. En el caso de Francia, se cuentan por millones los franceses de origen argelino o del Magreb africano y sub sahariano, provenientes de las viejas colonias o descendientes de éstos. Por esto, asumir la islamofobia como reacción a los recientes sucesos a lo único que puede conducir es a una acentuación del problema y no a su solución. Toda aspiración de convivencia y tolerancia en el seno de la Unión Europea se torna cada vez más difícil ante el avance de las organizaciones políticas, grupos de extrema derecha y sectores fascistas en los gobiernos de muchos de estos países, así como su participación en el parlamento de la Unión Europea.

Como ocurrió antes en Estados Unidos a raíz de los sucesos del 11 de septiembre de 2001, además de la militarización de la vida ciudadana en la calles de las principales ciudades, el gobierno francés ha adelantado su intención de adoptar nuevas leyes, siguiendo el modelo de la llamada ¨Ley Patriot¨, que ciertamente restringirá aún más las libertades y garantías personales de sus ciudadanos. También se ha hecho público otras medidas, entre ellas el equivalente de las disposiciones sobre restricciones de viaje de los ciudadanos franceses mediante las llamadas ¨non flight lists¨. Mediante estas ¨listas¨, las autoridades del gobierno de Estados Unidos incluyen a determinado grupo de ciudadanos, impedidos de viajar en aviones desde y hacia dicho país, así como también otros sobre los cuales se imponen otras restricciones de viaje, cotejo y registros.

También se discute en estos momentos en Francia otro tipo de iniciativas dirigidas a intervenir mediante sistemas de vigilancia, a organizaciones religiosas, deportivas o culturales donde el Estado entienda que potencialmente las organizaciones jihadistas puedan llevar a cabo acercamientos a personas jóvenes que culminen eventualmente en procesos de reclutamiento y organización de futuras células que eventualmente lleven a cabo actos terroristas. Otras medidas objeto de discusión son las de incrementar los intercambios de inteligencia entre instancias propias del Estado francés, así como con otros países en y fuera de la Unión Europea; el uso de la tecnología para una mayor vigilancia e intrusión en la vida privada de los ciudadanos; el desarrollo de perfiles para la identificación de personas sospechosas de ser terroristas o ser potenciales terroristas; la creación de ¨bancos de datos¨ donde se carpeteen ciudadanos; etc.

Ciertamente, si lo que los jihadistas perseguían con sus acciones, además de detener las publicaciones de Charlie Hebdo, era promover un clima de terror al interior de la población francesa, que a su vez repercutiera en otros países de la Unión Europea y Estados Unidos, entonces, parcialmente estarían logrando sus objetivos políticos.

Debemos entender que las acciones de los causantes de las muertes ocurridas en la revista Charlie Hebdo y el supermercado de productos ¨kosher¨ no responden al espíritu auténtico de la fe musulmana, como nunca correspondieron en el pasado al espíritu auténtico de la fe cristiana, las barbaridades llevadas a cabo por la Inquisición contra aquellos que no profesaran la fe católica. Tampoco responden a las aspiraciones de los pueblos de Estados Unidos o de los distintos Estados que conforman la Unión Europea, las acciones que hoy se llevan a cabo contra los pueblos musulmanes, que sufren guerras de agresión y exterminio a nombre de un ¨occidente civilizador¨.

El Islam, el judaísmo o el cristianismo, como también es el budismo o el brahmanismo, por solo mencionar algunas religiones, en sus visiones doctrinales promueven la paz y la concordia entre los seres humanos, aunque hayan algunos, personas y Estados donde estas religiones puedan ser mayoritarias o minoritarias, que pretendan corromperlas.

No hay que ser ¨Charlie¨ para repudiar el terrorismo, se trate el mismo de terrorismo individual o terrorismo de Estado. Por eso, asumir acríticamente el principio de decir ¨soy Charlie¨ tiene en sí mismo, no solo trivializar lo ocurrido y sus causas, sino quizás, en alguna medida, justificar abusos que puedan ser cometidos por el Estado bajo el palio de evitar nuevos sucesos como los ocurridos en París el día 7 de enero. Esta simplificación del problema o sus causas, también puede llevarnos a no entender los elementos que dan base a tan repudiables acciones terroristas para así evitar su repetición.

Los sucesos en París de comienzos de año: un acercamiento distinto a la consigna Je suis Charlie

Alejandro Torres Rivera

15 de enero de 2015

No existen argumentos de clase alguna que justifiquen, excusen o avalen las acciones armadas que llevaron a la muerte de 12 personas en la revista satírica Charlie Hebdo, y más adelante, la de otros cuatro ciudadanos que profesaban la fe judía en un supermercado ¨kosher¨ de París a manos de jihadistas islámicos franceses. Se trata de actos de terrorismo que ameritan la más enérgica condena y repulsión, sobre todo por parte de quienes aspiramos a una sociedad justa y equitativa donde no prevalezca la explotación del ser humano.

Si bien la violencia y como parte de ella la lucha armada, bajo ciertas circunstancias, constituye un método de lucha legítimo, particularmente en el contexto de las luchas anticoloniales, anticapitalistas y las luchas de liberación nacional; su utilización como método de lucha no puede ser dirigida indiscriminadamente en contra de aquella población que no participa directamente del conflicto armado. Tampoco la lucha armada puede ser utilizada como método de lucha contra civiles indefensos con el propósito de infundir el terror; mucho menos, cuando su motivación no responde a un ejercicio legítimo de defensa propia. Por eso debemos rechazar la violencia armada cuando se trata de acciones de naturaleza punitiva que lo único que persiguen es castigar a sus víctimas por meras discrepancias de pensamiento, sea éste de naturaleza político, religioso, de género o de cualquier otra naturaleza.

El repudio y la condena contra tales actos, sin embargo, no debe inhibirnos en la búsqueda de las razones que, si bien nunca justificarían los mismos, sí nos permita entender el porqué han ocurrido. Posiblemente en este ejercicio encontremos herramientas superiores que nos permitan trascender el mero acto de protesta, repudio y condena, e ir a la raíz de los conflictos, identificar sus causas y derivar conclusiones.

Lo ocurrido en Francia el pasado 7 de enero nos ha impactado tanto como pudieron impactarnos los sucesos del 11 de noviembre de 2001 en Estados Unidos; o los sucesos ocurridos años más tarde en Madrid el 11 de marzo o en Londres un 7 de julio; el intento de atentado en el Metro de Barcelona en 2008; los sucesos más recientes en las ciudades de Ottawa en Canadá y Sidney en Australia, en 2013; o los del Maratón de Boston y en una escuela en Francia; o como podrían impactarnos hoy, las cientos de muertes acaecidas en Yemen, Afganistán, Paquistán y tantos otros lugares del planeta con el uso por parte de algunas potencias víctimas de los sucesos terroristas antes mencionados a través de los llamados ¨drones¨ o aviones no tripulados. Estos, al igual que los ataques terroristas que repudiamos, también dejan en sus estelas de ataques contra supuestos objetivos terroristas, en aire y la tierra, la semilla de muerte y desolación arrebatando las vidas de decenas de víctimas civiles no combatientes.

La reacción a las muertes ocurridas en el Estado francés el 7 de enero han tenido la capacidad de lanzar a las calles de este país a millones de ciudadanos, identificados todos con las víctimas y sus familiares, independientemente a su fe religiosa, como también en repudio al terrorismo como método de lucha. La identificación con las víctima de la revista Charlie Hebdo bajo la consigna de Je suis Charlie ha recorrido la Unión Europea y el mundo. ¿Qué sin embargo pudo estar detrás de estos actos de terror? ¿A quién o quiénes benefician los mismos? ¿Estaba el Estado francés y los servicios de inteligencia occidentales desprevenidos ante tales acciones? ¿Qué cuota de responsabilidad tienen los gobiernos occidentales en el desarrollo y preparación de los autores responsables por estos actos? Veamos algunas aproximaciones a esta discusión.

David Brooks en su artículo titulado Je ne suis pas Charlie (¨Yo no soy Charlie¨, en español), reaccionando a la campaña lanzada de inmediato en Francia en repudio a los actos de terror mencionados, indica:

¨A los periodistas de Charlie Hebdo se les aclama ahora justamente como mártires de la libertad de expresión, pero seamos francos: si hubiesen intentado publicar su periódico satírico en cualquier campus universitario estadounidense durante las últimas décadas, no habría durado ni treinta segundos. Los grupos de estudiantes y docentes los hubieran acusado de incitación al odio. La Administración les habría retirado toda financiación y habría ordenado su cierre.¨

Maximiliano Sbardi Osuna, por su parte, en su artículo Atentado en París: manipulación mediática e islamofobia, aborda el tema levantando ciertas interrogantes que entendemos son pertinentes a la discusión:

¨La derecha lleva agua para su molino, dado que la islamofobia está creciendo en Francia, Alemania, Suecia y Gran Bretaña y sus postulados se ven legitimados con los asesinatos.¨

El autor, describiendo como una ¨doble estrategia¨ lo que ocurre en estos momentos en Francia y la Unión Europea con relación a estos sucesos, y adelantando su preocupación porque estos sucesos faciliten que crezca en Europa ¨el etnocentrismo, la xenofobia y la simplificación¨, indica más adelante:

¨El terrorismo islámico es una realidad, más cruda en Medio Oriente que en Europa, pero no es la única forma de terrorismo. La financiación de grupos armados, intervención directa en países extranjeros por parte de Francia, y la expoliación de recursos en Irak y en las ex colonias francesas africanas también son terrorismo, que con estos atentados como el de ayer en París, parece estar cada vez más justificado por la opinión pública y los grandes medios de manipulación social.¨

Carlos Aznárez, por otro lado, en su artículo El gobierno francés co-responsable de la masacre de ´Charlie Hebdo´, aborda también la discusión de los sucesos procurando identificar en ellos la cuota de responsabilidad del propio Estado francés al indicar:

¨…el grupo ultra que atacó las oficinas de ´Charlie H´ no era desconocido para la inteligencia francesa, ya que varios de ellos, en ocasiones totalmente distintas a las actuales, habían salido del país para formar parte de las ´milicias de la libertad´ que intentaron, sin éxito, derrocar al presidente sirio Bashar Al Assad. Otros, hermanos, primos o vecinos de estos que ahora fueron fusilados por la policía francesa, habían combatido del lado de la OTAN, en Libia y en Irak. Equipados con armamento de primera tecnología, ayudados económicamente por el dinero que depositan en bancos europeos o del Medio Oriente, jeques, emires o monarcas, pero también por no pocos empresarios europeos. Los mismos que hoy se rasgan las vestiduras y claman al cielo por la ´libertad de opinión´, palabra que sistemáticamente les sirve para violarla y perseguir a quienes la practican.¨

Recurriendo a lo que en nuestra jerga popular sería el refrán ¨cría cuervos y te sacarán los ojos¨, Aznárez nos recuerda que lo mismo ocurrido en Francia, también ocurrió en Estados Unidos con relación a ¨los talibanes afganos, o con las mismas milicias mercenarias en Libia¨; como hoy en lo que ha venido a llamarse como el ¨Estado Islámico¨, quien a través de su organización militar en la guerra contra el gobierno constitucional sirio, a través del Frente Al Nusra en dicho país, o contra el gobierno en Iraq a través del Ejército Islámico de Iraq y Levante, hoy se han tornado en contra de sus gestores occidentales.

En el caso del Medio Oriente y Asia Central, más allá de las organizaciones que hoy combaten contra Estados Unidos y la Unión Europea, la realidad es que las visiones estratégicas entre el Estado Islámico y Al Qaeda, más que diferenciarse, se complementan. Cualquier distinción, si alguna, la encontramos en los métodos tácticos utilizados en la búsqueda de sus objetivos estratégicos. Ambas parten de un radicalismo islámico a nombre del cual enfrentan con el terror el intervencionismo en la región.

La comunidad musulmana en Europa alcanza ya más de 20 millones de personas, la mayoría de las cuales profesan la fe islámica. De estos, 1.7 residen en España, mientras que en el Reino Unido de la Gran Bretaña se estima alcanza el 3% de su población, aunque en ciudades como Londres, ya constituyen el 13% de la misma. Al igual que en resto de Europa, la mayoría de esa población profesa la fe islámica. En el caso de Francia, se cuentan por millones los franceses de origen argelino o del Magreb africano y sub sahariano, provenientes de las viejas colonias o descendientes de éstos. Por esto, asumir la islamofobia como reacción a los recientes sucesos a lo único que puede conducir es a una acentuación del problema y no a su solución. Toda aspiración de convivencia y tolerancia en el seno de la Unión Europea se torna cada vez más difícil ante el avance de las organizaciones políticas, grupos de extrema derecha y sectores fascistas en los gobiernos de muchos de estos países, así como su participación en el parlamento de la Unión Europea.

Como ocurrió antes en Estados Unidos a raíz de los sucesos del 11 de septiembre de 2001, además de la militarización de la vida ciudadana en la calles de las principales ciudades, el gobierno francés ha adelantado su intención de adoptar nuevas leyes, siguiendo el modelo de la llamada ¨Ley Patriot¨, que ciertamente restringirá aún más las libertades y garantías personales de sus ciudadanos. También se ha hecho público otras medidas, entre ellas el equivalente de las disposiciones sobre restricciones de viaje de los ciudadanos franceses mediante las llamadas ¨non flight lists¨. Mediante estas ¨listas¨, las autoridades del gobierno de Estados Unidos incluyen a determinado grupo de ciudadanos, impedidos de viajar en aviones desde y hacia dicho país, así como también otros sobre los cuales se imponen otras restricciones de viaje, cotejo y registros.

También se discute en estos momentos en Francia otro tipo de iniciativas dirigidas a intervenir mediante sistemas de vigilancia, a organizaciones religiosas, deportivas o culturales donde el Estado entienda que potencialmente las organizaciones jihadistas puedan llevar a cabo acercamientos a personas jóvenes que culminen eventualmente en procesos de reclutamiento y organización de futuras células que eventualmente lleven a cabo actos terroristas. Otras medidas objeto de discusión son las de incrementar los intercambios de inteligencia entre instancias propias del Estado francés, así como con otros países en y fuera de la Unión Europea; el uso de la tecnología para una mayor vigilancia e intrusión en la vida privada de los ciudadanos; el desarrollo de perfiles para la identificación de personas sospechosas de ser terroristas o ser potenciales terroristas; la creación de ¨bancos de datos¨ donde se carpeteen ciudadanos; etc.

Ciertamente, si lo que los jihadistas perseguían con sus acciones, además de detener las publicaciones de Charlie Hebdo, era promover un clima de terror al interior de la población francesa, que a su vez repercutiera en otros países de la Unión Europea y Estados Unidos, entonces, parcialmente estarían logrando sus objetivos políticos.

Debemos entender que las acciones de los causantes de las muertes ocurridas en la revista Charlie Hebdo y el supermercado de productos ¨kosher¨ no responden al espíritu auténtico de la fe musulmana, como nunca correspondieron en el pasado al espíritu auténtico de la fe cristiana, las barbaridades llevadas a cabo por la Inquisición contra aquellos que no profesaran la fe católica. Tampoco responden a las aspiraciones de los pueblos de Estados Unidos o de los distintos Estados que conforman la Unión Europea, las acciones que hoy se llevan a cabo contra los pueblos musulmanes, que sufren guerras de agresión y exterminio a nombre de un ¨occidente civilizador¨.

El Islam, el judaísmo o el cristianismo, como también es el budismo o el brahmanismo, por solo mencionar algunas religiones, en sus visiones doctrinales promueven la paz y la concordia entre los seres humanos, aunque haya algunos, personas y Estados donde estas religiones puedan ser mayoritarias o minoritarias, que pretendan corromperlas.

No hay que ser ¨Charlie¨ para repudiar el terrorismo, se trate el mismo de terrorismo individual o terrorismo de Estado. Por eso, asumir acríticamente el principio de decir ¨soy Charlie¨ tiene en sí mismo, no solo trivializar lo ocurrido y sus causas, sino quizás, en alguna medida, justificar abusos que puedan ser cometidos por el Estado bajo el palio de evitar nuevos sucesos como los ocurridos en París el día 7 de enero. Esta simplificación del problema o sus causas, también puede llevarnos a no entender los elementos que dan base a tan repudiables acciones terroristas para así evitar su repetición.

 

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