Kazajistán: Nuevo foco de tensiones militares en Asia Central Imprimir
Escrito por Alejandro Torres Rivera   
Lunes, 10 de Enero de 2022 11:55

 

14 de enero de 2022

La República de Kazajistán se encuentra localizada en Asia Central. Tiene una superficie de 2,724,900 kilómetros cuadrados, lo que equivale a ser el noveno país más grande en el mundo. Representa básicamente el tamaño de Europa Occidental. El país es aproximadamente a 299.30 veces el tamaño de Puerto Rico. Colinda por el norte y una porción del oeste con la Federación Rusa; al sur con las repúblicas de Kirguistán, Uzbekistán y Turkmenistán; al oeste con el Mar Caspio y La Federación Rusa; y al este, con la República Popular China.

Kazajistán es uno de los países con menor densidad de habitantes, fijándose en 7 personas por kilómetro cuadrado. Cuenta con una población estimada en 19 millones de habitantes ocupando el puesto número 61 a escala mundial. Su población profesa mayoritariamente la religión musulmana, aunque coexisten otras religiones como la cristiana ortodoxa, la judía y otras confesiones menores.

Durante siglos, Kazajistán estuvo poblado por tribus nómadas. Pasó a formar parte del Imperio Ruso a partir del siglo XIX. Tras la Revolución Rusa de 1917 y su subsiguiente guerra civil, el territorio pasó a tener distintos tipos de administraciones políticas hasta que pasó  en 1920 a formar parte de la Unión Soviética como una república autónoma. Más adelante, a partir de 1936, el país pasó a formar como una república soviética, de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Para finales de la década de 1950, producto del traslado de población desde otras localidades de la Unión Soviética, el 43% de la población en el país era rusa, frente aun 30% kazajos.

Tras el desplome de la Unión Soviética, el 16 de diciembre de 1991 el país declaró su independencia.  Kazajistán fue la última de las ex repúblicas soviéticas en proclamar su independencia. A pesar de que no forma parte de la Federación Rusa, desde su independencia Kazajistán ha mantenido estrechas relaciones con dicho país.

La fuente económica principal del país reside en la industria petroquímica,  que incluye petróleo crudo. El país cuenta con el 3% de las reservas a nivel mundial, lo que le coloca entre los primeros 12 países productores de petróleo en el mundo. Para el año 2018 el país producía 91.9 millones de toneladas de crudo. Se considera que Kazajistán produce diariamente más petróleo que el que produce Colombia, Ecuador y Venezuela.

También Kazajistán es un gran productor de gas natural. En la minería, se considera un gran productor de cobre. También el país tiene como elementos importantes de su economía el turismo; la producción de  trigo; la industria textil; y la ganadería. El país se considera también el principal productor de uranio a escala global.

Kazajistán fue la primera ex república de la URSS en saldar su deuda en el año 2000con el Fondo Monetario Internacional. A partir de entonces el gobierno ha ido introduciendo reformas dirigidas hacia la transición a una economía de mercado. A pesar de la fortaleza económica experimentada en la primera década de 2000, a partir de la segunda década su economía ha comenzado a experimentar algunas contracciones.

El 15 de mayo de 1992 Kazajistán fue uno de los Estados suscribientes junto con Armenia, la Federación Rusa, Kirguistán, Uzbekistán y Tayikistán del Tratado de Seguridad Colectiva. Otras tres ex repúblicas Soviética, Azerbaiyán, Bielorrusia y Georgia se sumaron al Tratado en 1994. Sin embargo, cinco años más tarde, seis de los nueve firmantes del Tratado determinaron suscribir su renovación por cinco años adicionales, mientras Azerbaiyán, Georgia y Uzbekistán desistieron de tal propósito.

En el año 2002, los seis países que se mantuvieron unidos bajo el Tratado, crearon la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSG). Esta se concibe como una alianza para enfrentar conjuntamente por dichos Estados amenazas militares. Se trata en su origen de una iniciativa dirigida a contrarrestar en la región la amenaza que representa la expansión de la OTAN luego de la desintegración del Pacto de Varsovia como anterior estructura militar defensiva de la URSS.

La Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, si bien llama a sus integrantes a abstenerse entre sí de hacer uso de la fuerza; también dispone que sus signatarios no podrán formar parte de otras alianzas estatales de naturaleza militar; y  que una agresión militar contra uno de sus integrantes, es una agresión contra todos ellos.  Así  figura también este principio bajo otras instancias de tratados militares como son la OTAN o el Tratado Interamericano de Defensa en nuestro hemisferio.  Desde el 2007 la OTSG cuenta con  una fuerza de paz;  y desde 2009, con una fuerza de reacción rápida. En conjunto, representan unos 20 mil efectivos de tropas élite.

En el marco de los recientes sucesos, fueron activados no menos de 2,500 efectivos militares como parte de una fuerza de paz para “combatir el terrorismo” y proteger instalaciones críticas en el país. El componente militar podría eventualmente, según se desarrollen los acontecimientos, ascender al doble. De acuerdo con el Ministerio de Defensa de la Federación Rusa, la “45 Brigada de las Fuerzas Especiales Aerotransportadas” habría sido desplegada con su equipamiento militar hacia Kazajistán. Se indica en medios internacionales que, de acuerdo a las autoridades rusas y de Kazajistán, las manifestaciones fueron promovidas y coordinadas con actores extranjeros y por bandas procedentes del Medio Oriente, incluyendo Afganistán.

En el pasado, la Federación Rusa se abstuvo de intervenir en situaciones que han afectado a integrantes de la OTSG. Tal fue el caso en 2010 ante un brote de violencia étnica en Kirguistán, el cual consideró un asunto interno de este país; o en 2020 en Bielorrusia durante las protestas contra Alexander Lukashenko. Esta vez su respuesta ha sido distinta.

En días recientes a partir del comienzo de año, el gobierno de Kazajistán fue objeto de múltiples protestas violentas en las cuales más de 150 manifestantes y miembros de los organismos de seguridad del Estado han fallecido. Datos ofrecidos por el gobierno a raíz de haberse estabilizado la situación en el país indican que 16 agentes la policía, militares de la Guardia Nacional  y del Ministerio de Defensa fallecieron. La cifra de heridos en los enfrentamientos sobrepasa 1,300 de personas, y la de detenidos por actos terroristas, pillaje y otros delitos, incluyendo delitos contra la integridad física de policías y militares, en 5,800 personas, muchas de ellas extranjeras.  El anterior Jefe del comité Nacional de Defensa y ex Primer Ministro Karim Masínov fue detenido bajo cargos de alta traición. También fueron sido destituidos otros integrantes del Gobierno.

El alegado detonante de las protestas, donde los manifestantes han quemado edificios y generado intercambios armados, fue la duplicación del precio en el gas licuado una vez terminó el subsidio a ese combustible luego de dos años de transición. Luego de iniciados las protestas el gobierno optó inicialmente por reducir parcialmente el incremento en el precio. Esta decisión, sin embargo, estimuló el reclamo de sectores de la población demandando rebajas en otros artículos y bienes de consumo. Decenas de tiendas y bancos han quedaron sujetos al saqueo por parte de los manifestantes. Los servicios de internet y telefonía fueron interrumpidos, al igual que el transporte y las operaciones en algunos aeropuertos.

Nos dice la publicación en internet observatoricrisis.com de 7 de enero de 2022 que la explicación al por qué, un país que es una gran potencia exportadora de energía necesita aumentar los precios del gas para su propia población, se encuentra en las medidas neoliberales que el Estado ha venido tomando.

A las protestas de los manifestantes se sumaron algunos miembros del Ejército. El deterioro y aceleración en el desarrollo de las protestas llevó al presidente del país a solicitar la activación del la OTSG.

Existen factores económicos y geopolíticos adicionales que no deben ser colocados fuera de la ecuación a la hora de analizar las razones que condujeron a los recientes sucesos Kazajistán. El país en su amplia dimensión es un importante eslabonamiento para el desarrollo de la llamada Ruta de la Seda que la República Popular China impulsa desde hace años. De la misma manera, la posición geoestratégica del país de cara a los actuales sucesos en el lado de la frontera de Rusia con Ucrania, tampoco debe ser dejada fuera de la ecuación. Reviste también importancia el acceso del país al Mar Caspio, así como su cercanía con la Federación Rusa y Azerbaiyán; y estas a su vez, con Armenia y Georgia.

Tampoco es un secreto los avances hechos por los Estados Unidos desde su ocupación de Afganistán con los gobiernos de Turkmenistán, Uzbekistán, Tayikistán y Kirguistán y la posición privilegiada de estas últimas dos en la frontera con la República Popular China. Por eso, al examinar los actuales sucesos en Kazajistán, no podemos ver las protestas como un asunto meramente interno de inconformidad ciudadana, sino que hay que colocar ojo avizor a las fuerzas políticas externas que mueven las mismas. Después de todo, así como se fueron desarrollando los sucesos en Kazajistán, así también comenzó la llamada Revuelta de la “Plaza Maidán” en Ucrania en 2013-2014. Allí las protestas terminaron con el derrocamiento de su gobierno constitucional, su control por parte de bandas fascistas, así como la implantación del modelo neoliberal y el impulso a las políticas del gobierno ucraniano en favor del ingreso de este país a la OTAN. Precisamente este ha el trasfondo al conflicto de Ucrania con la Federación Rusa en la región fronteriza de Donestsk y Lugansk.

En las declaraciones de la Ministra de Exteriores del Reino Unido de la Gran Bretaña condenando los actos de violencia y destrucción de propiedades por parte de los manifestantes, anticipó las gestiones de  su país de entrar en contacto con sus socios con miras a que los pasos que en adelante se den fueran “pasos coordinados”. Por su parte, la delegación de la Unión Europea se expresó sobre la condición de “socio comercial importante” de Kazajistán, donde si bien condena los actos de violencia de los manifestantes, se expresó en favor del derecho a la protesta. El reclamó al gobierno de Kazajistán de “un uso proporcional de fuerza sólo para proteger los intereses legítimos del país”, puede interpretarse como clara intervención en los asuntos internos de este país.

A pesar de que tales expresiones podrían contar con la simpatía o el respaldo de algunos actores sociales, no dejan de ser vistos con alguna suspicacia, si los analizamos a la luz de cuál ha sido la actitud de los países de la Unión Europea y de la OTAN, de ir moviendo sus fichas y su influencia cada vez más cercana a las fronteras de la Federación Rusa. Después de todo, el cerco geopolítico de occidente a la Federación Rusa no es un supuesto teórico, sino una realidad cuando analizamos cómo el crecimiento de la estructura militar organizada para la defensa de países en el Atlántico Norte, hoy ocupa no sólo a la vieja Europa Oriental, sino también a algunas ex repúblicas de la anterior Unión Soviética en el Asia Central.

Los lazos de Kazajistán con la Federación Rusa van más allá de lo que representa la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva. En Kazajistán viven aproximadamente 3.5 millones de rusos; el ruso es considerado oficialmente como segundo idioma; el nivel de exportaciones de Kazajistán a Rusia es de 19.5%, mientras el nivel de importaciones es de 48.7%. Todavía al presente, luego de su independencia, los dirigentes de Kazajistán y la Federación Rusia mantienen estrechos lazos de comunicación en los planos políticos, económicos y militares.

Qué sucederá más adelante en la próximas semanas luego de los sucesos en Kazajistán es algo difícil de predecir. Por el momento, hay que estar atentos a la situación que nos presenta este nuevo foco de tensiones en Asia Central como parte de un enfrentamiento de bajo nivel, en el que los Estados Unidos, junto a la Unión Europea y la OTAN, siguen montando el cerco en torno a los que ya han definido como “peligros estratégicos” para Occidente, la Federación Rusa y la República Popular China.