Mi reflexión Imprimir
Escrito por José E. Rivera Santana / Copresidente del MINH   
Viernes, 17 de Diciembre de 2010 03:39

uprmarcha12dic10La abundante y rica reflexión recogida en múltiples escritos publicados en la internet y otros medios, permite identificar –desde mi perspectiva, claro está– algunos asuntos subyacentes que laten en las distintas formas de abordar la situación en la Universidad de Puerto Rico.



Hace 15 años leí el libro “La tragedia de los comunes” cuyo contenido atiende principalmente los temas ambientales. Sin embargo, el título puede muy bien aplicarse a lo que acontece no solo en la Universidad sino en el País en general. Por eso, aunque debiera plantearlo al final de estas líneas, quiero establecerlo al principio. Mi primera y principal observación sobre las opiniones expresadas, es la ausencia de una respuesta colectiva de los sectores universitarios, con excepción de los estudiantes. Se podrá estar de acuerdo o no con el resultado y los acuerdos adoptados por los cuerpos representativos del estudiantado, pero lo que no puede negarse es que han logrado una respuesta común desde su sector, que contiene los dos componentes esenciales: la propuesta y los instrumentos para alcanzarla.

¿Debió sorprender la postura del movimiento estudiantil? No. Sobre todo, por el resultado de la pasada huelga, la actitud testaruda y grosera de la administración universitaria y los ataques obscenos desde La Fortaleza. Todo ello, condimentado ahora con una monumental ofensiva de mentiras y demagogia. Nada de diálogo ni intención, aunque sea aparente.

Es un muro de sinrazón lo que enfrentan los estudiantes y demás sectores. Hasta la propuesta de un talentoso y reconocido grupo de profesores titulada “Sumando ganamos todos” fue ridiculizada. Sencillamente, el Presidente de la UPR, la Presidenta de la Junta de Síndicos, el Secretario de la Gobernación y el propio Gobernador han hecho gala de una capacidad insuperable para mentir sin inmutarse. Entonces, ante este escenario, cuál debía ser la respuesta ¿cruzarse de brazo, la complacencia, la indiferencia? o peor aún ¿la actitud derrotista?

Cuando escuché a distintos compañeros y compañeras expresarse sobre el riesgo que conllevaba la huelga anunciada por los estudiantes –percepción que compartía– inmediatamente me preguntaba ¿y cuál es la opción? Algunos afirmaban “hay que usar otros mecanismos” pero sin precisar cuáles y mucho menos sus posibles resultados y efectividad.

La huelga “riesgosa” –cuál no– y que para algunos era lo que deseaba la cúpula que regenta la UPR, empezó y cuando escribo estas líneas va por su cuarto día. Como en el 1981, con libreto casi idéntico, el Recinto ha sido militarizado, la rectora de Río Piedras emite una moratoria que en efecto prohíbe la actividad universitaria y, para completar, el Tribunal Supremo avaló el supremo ataque a la democracia y a la libertad. Sin embargo, antes del mediodía del primer día de huelga, todo ese andamiaje intimidante y perverso fue echado abajo por la respuesta colectiva de los estudiantes.

Por obra y gracia de unos funcionarios de gobierno que pretenden imponer una política de intimidación y despotismo, lo que empezó reclamando la derogación de la cuota de $800, hoy adquiere otra dimensión y un escenario distinto. ¿Torpeza de la presente administración? No creo. Es el intento de implantar, a toda prisa, un proyecto de país insensible e injusto en lo social, claramente antinacional en lo político e irresponsable en lo ambiental. El récord y las leyes aprobadas en los pasados 23 meses están ahí como testimonio elocuente.

También, ha sido claro que la respuesta en la calle, la movilización y la presión política obligan y pueden mover al más terco de los gobernantes. Así lo demostró la pasada huelga estudiantil cuyo final se produjo mediante una negociación inédita sancionada por un tribunal y con resultados claramente favorable a las demandas de los estudiantes. Que yo sepa, es la primera vez en la historia del movimiento estudiantil que se obtiene tal consecuencia.

En estos momentos, las coordenadas políticas tienden a favorecer los reclamos de los universitarios, entre otras razones, por un hecho objetivo y casi inevitable: estamos a semanas del comienzo del año pre-electoral. Ese factor opera como elemento de vulnerabilidad contra la administración Fortuño. Y las fisuras en el Partido Nuevo Progresista comienzan a aflorar. De hecho, no fue así durante la huelga del 81. Entonces, el movimiento estudiantil enfrentamos al gobierno de Carlos Romero Barceló en su primer año de su segundo cuatrienio.Pero de regreso al principio, pienso que mucho de lo que se ha escrito y se dice sobre la situación en la UPR se inscribe en el terreno de la respuesta individual, ciertamente necesaria pero insuficiente cuando no fomenta o viene acompañada de la respuesta colectiva. Ese es el vacío a llenar. Reto enorme pero inevitable si se quiere defender y transformar la Universidad…y al País.