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Jon Marcantoni: Escritor de la diáspora boricua PDF Imprimir Correo
Escrito por Vilma Soto Bermúdez / MINH Comunicación   
Sábado, 12 de Abril de 2014 00:33

marcantonioDecir diáspora es decir dispersión, lejanía, exilio. Para nosotros, es pensar en ese grupo de boricuas que un día tuvo que abordar ''la guagua aérea'' y echar raíces en países desconocidos, de otros matices, de otro hablar, de olores y sabores quizás ralos, insulsos, sin nuestra substancia.

 

 

 

Abordamos a Jonathan (Jon) Marcantoni, joven escritor puertorriqueño radicado en San Antonio, Tejas y miembro de esa diáspora de la que todos hablamos y poco conocemos. Nos dice:

Cuando uno habla de la diáspora, no se habla de un grupo homogéneo. Las diferencias no son solamente unas de ideología o clase social, también son generacionales. Me identifico con los de la diáspora que apoyan la independencia y no reconocen la autoridad del gobierno estadounidense sobre Puerto Rico, pero no creo que ese hecho te sorprenderá. Podría decir lo mismo sobre mi actitud a los puertorriqueños en la isla.

¿Cómo me siento siendo parte de la diáspora y no vivir en la isla?

Pues, esa pregunta es mucho más compleja. La respuesta básica es que me siento avergonzado de que mi familia eligió abandonar la isla, pero que me siento peor porque no he sido capaz de cambiar esta realidad personalmente.

La realidad de la migración es que tiene muchos riesgos. No me he encontrado en una situación financiera que me diera la oportunidad migrar a Puerto Rico, y con el empeoramiento de la economía y los servicios básicos en la isla, la posibilidad del regreso es menos. Tengo familia y mi esposa tiene una enfermedad seria, así que no puedo ponerlas en una situación tan precaria. Por ahora, mis manos están atadas y tengo que hacer lo mejor con lo que tengo. Vivo como un huésped en cualquier sitio que estoy. Es la pena de los exiliados. Somos alejados de nuestros hogares aun cuando estamos en casa. Sé que no todos los puertorriqueños en los Estados Unidos sienten lo mismo; pero creo también que desean la misma cosa que yo quiero: Un Puerto Rico donde podamos criar nuestras familias con la garantía de que sus futuros serán buenos.

Creo que los puertorriqueños sufren de la inacción y el miedo que viene del auto-odio que nos han enseñado el gobierno y las escuelas por más de un siglo.

¿Cómo podemos contribuir en tal sociedad?

La diáspora puede educar a sus propias comunidades sobre nuestra historia y cultura. Hay muchos grupos que sufrieron siglos sin una patria, y no olvidaron nunca sus tradiciones. Por lo menos tenemos una patria, aunque es una colonia. Es completamente posible continuar la práctica de las tradiciones y el conocimiento de nuestra historia. Otra cosa es que cada vez que nos encontramos en una posición de poder o influencia, debemos lanzamos a la comunidad para crear oportunidades. De esta manera nos fortalecemos y creamos una actitud comunitaria donde todo el mundo es solidario con el otro. Y más que todo, necesitamos seguir hablando español con nuestros niños y mantener una relación con Puerto Rico. No debe existir ningún puertorriqueño que por lo menos haya visitado la isla una vez en su vida. Con la experiencia personal, el amor patriótico crece. No podemos hablar de la nación puertorriqueña si no desarrollamos el nacionalismo entre los jóvenes.

La mayoría de boricuas en los EE.UU. que he conocido no quieren que sea un estado. He conocido más independentistas o soberanistas que estadistas. No hay mucha organización en este país fuera de los centros de población como Nueva York o Chicago, y lo que he visto de estas organizaciones es que la gran mayoría apoya la independencia. El apoyo por Oscar, por ejemplo, es enorme. La ignorancia de nuestra historia, cultura e idioma crece con cada generación y estoy muy preocupado con la falta de respeto hacia nuestro país que expresan los jóvenes aquí. La asimilación está creciendo y con ella, el apoyo por la independencia empeora. Aun hay mucho miedo por parte de los adultos que la independencia va a guiarnos hacia una dictadura. Incluso hay muchos que no creen en nuestras habilidades, mucho menos para gobernarnos. Hay un sentimiento entre los grupos activistas de que no hay esperanza porque no tenemos un gran líder para unir a los diferentes sectores. Nos ven muy desorganizados. Por otro lado, los estadounidenses no saben nada sobre nosotros y ni de nuestros problemas. Somos ignorados y despreciados por este país.

¿Pero quién es Jon Marcantoni?

Este joven autor conocedor de los problemas de nuestra diáspora en Estados Unidos, porque los ha vivido desde siempre, nos hace partícipes de las vicisitudes que enfrentan él y el exilio boricua en las entrañas del monstruo. A pesar de estar enquistado en el país que engatusa al más sabio, supo mirar al sur y reencontrarse en su Patria y en la literatura.

Dejemos que sean sus palabras las que nos lleven por la ruta de este escritor en el exilio graduado de la Universidad de Tampa en 2009 donde se especializó en Historia y Literatura Latinoamericana y Española:

Soy el hijo de padres nacidos en San Juan. Mis padres se mudaron a los Estados Unidos al fin de los 70 y yo nací en Filadelfia el 6 de junio de 1984. Soy hijo de estadistas y viví en una casa donde la asimilación era el modo de vida.

Pasaba muchos veranos y vacaciones en la isla, especialmente en Fajardo, donde vivían mis abuelos. Mis abuelos me enseñaron a apreciar y amar nuestra patria. Una de las memorias más importante para mí fue la del verano de 2000, cuando miré desde el balcón de la casa de abuela una marcha contra los abusos en Vieques. De esta experiencia escribí mi primer cuento de Puerto Rico.

Actualmente, estoy estudiando mi maestría de Tiffin University con una concentración en las Humanidades. En 2012, fundé, con Zachary Oliver, la editorial Aignos Publishing. Fue conceptualizada como un hogar para la literatura que rompiera las reglas y que presentara perspectivas que el mundo literario y los medios ignoran. Es decir, queríamos dar una voz a los sin voces. Hemos publicado quince novelas. En 2014, vamos a publicar cuatro libros en español: Las aventuras surreales de Dr. Mingus por Ricardo Félix Rodríguez, El camino de regreso por Maricruz Acuña, Iwana por Álvaro Leiva, y Cazadores de libros perdidos: El diario de Betances por el puertorriqueño Germán William Cabassa Barber, que ya salió y está disponible por Amazon.com (http://amzn.to/1kGc3je). De los veinte autores que hemos firmado, diez son latinoamericanos y cuatro (Theresa Varela, Manuel Meléndez, yo mismo y Germán) somos puertorriqueños.

Novelas con propósito

festejoTambién estoy dedicado a la escritura de libros que dan luz a los problemas sociales que los puertorriqueños y el mundo prefieren ignorar para crear diálogos e iniciar el cambio en las mentes del pueblo. Por esta razón, escribí Traveler's Rest y El festejo de San Sebastián, conocido en inglés como The Feast of San Sebastian. Traveler's Rest cuenta la historia de un drogadicto, Tony, de una familia puertorriqueña. Empezamos con la historia de su abuelo, quien abandonó a su pueblo por la "seguridad" de los EE.UU., y su hermano, un independentista quien fue forzado al exilio en Cuba, donde pasaba sus días contando los cuentos de su juventud y tratando alcanzar la paz por sus pecados. El festejo de San Sebastián es la historia de la trata de personas en Puerto Rico, la corrupción política y el estatus de la isla. La novela está basada en el estudio La trata de personas en Puerto Rico: Un reto a la invisibilidad por César A. Rey Hernández y en los escándalos del exsuperintendente de la Policía José Figueroa Sancha. Decidí contar esta historia para revelar los retos y las posibilidades de nuestra sociedad. Quería mostrar como con una acción unida podríamos mejorar nuestro futuro. Que nuestros problemas no provienen de una falta de voluntad, ni talento, ni inteligencia, sino de una falta de creencia en nuestro propio ser. Hemos aceptado por demasiado tiempo la idea de nuestra inferioridad, aunque en realidad es un mito.

Nuevos rumbos

A la misma vez, he decidido que mi próxima novela, Kings of 7th Avenue, será la última con Aignos y la última que escribiré en inglés. Cuando se tradujo The Feast of San Sebastian conocí a Julia de la Rúa y su Araña Editorial con la que inicié conversaciones y un nuevo rumbo, esta vez en mi idioma. No puedo comunicarme con la comunidad latinoamericana si no escribo en nuestro idioma. Quiero ser una voz por mi pueblo, y no puedo hacer eso mientras use el lenguaje del enemigo. El festejo de San Sebastián salió hace unas semanas (http://bit.ly/1qdBFCV) y ya comencé a escribir Retratos, mi primera novela en español. El tema de Retratos es el papel del arte bajo gobiernos totalitarios. Veremos las vidas de los muralistas mexicanos Diego Rivera y David Siqueiros y sus relaciones con otros artistas y con movimientos revolucionarios, junto a detalles y acontecimientos de la historia de varios países latinoamericanos. Después, voy a escribir un mito puertorriqueño que enfocará en una familia dividida por la ideología política y la religión. La última novela en esta serie contará una versión ficcional del caso de cerro Maravilla.

«Los que viven en la isla son los afortunados»

Lo más duro por mí es este estado de exilio. Estar tan lejos de mi patria me duele profundamente. Una de las razones por las que estoy abandonando la literatura inglesa es para intimar con mis raíces. La novela es la expresión del alma más profunda y más compleja en la escritura. Escribir novelas en nuestro idioma podría darme un pedazo de Puerto Rico. Aunque practicamos las tradiciones, escuchamos la música y comemos la comida criolla, no hay sustituto por la tierra, las playas, los ríos, las montañas, las risas, las voces, los sonidos y los olores de Puerto Rico. Los que viven en la isla son los afortunados, de verdad. La vida es dura pero la patria es tuya. Despierto cada día en una tierra extraña. Vivo en los EE.UU pero no vivo adentro de él.

Concluimos la entrevista y su última frase repercute en mi mente: Vivo en los EE.UU pero no vivo adentro de él. Es la voz de la diáspora boricua. Esa que con los pies en otra tierra extiende sus raíces allende los mares y recala en un Puerto Rico libre y soberano al que desean volver. Es compromiso de todos el pronto regreso al hogar de tantos boricuas como Jon, luchadores incansables por la Patria que sueñan y crean día a día.

Última actualización en Sábado, 12 de Abril de 2014 02:00
 

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