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Escrito por José M. Santos Valderrama / Juventud Hostosiana   
Jueves, 21 de Julio de 2016 07:43

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Como nos compartiera el compañero Ricardo Alarcón de Quesada, nuestro país vive un “momento especial”. La imposición de una Junta de Control Fiscal y las expresiones de la rama judicial, legislativa y ejecutiva del gobierno de Estados Unidos, no solo validan las denuncias que históricamente ha realizado el independentismo, sino que también desenmascaran la farsa del ELA y marcan un precedente histórico que sin dudas deja la colonia al desnudo.

 

Ante esta coyuntura política, el momento histórico ofrece una oportunidad al sector independentista y a la izquierda para articular un proyecto político-unitario que más allá de discursos y conferencias de prensa; incluya y permita la participación de aquellos sectores que se encuentran en la parte más baja de la pirámide social. ¿Cuándo pasaremos de la imposición a la invitación?

Claro está, una invitación a ese pueblo que hoy no es independentista, pero que también está hastiado de un maldito sistema capitalista-colonial y el bipartidismo que solo beneficia a unos pocos y sepulta los sueños de las grandes mayorías de nuestro país. Por lo tanto, hacer “alianzas” con la clase política colonialista constituida por el PNP y el PPD,  es y será siempre una navaja de doble filo que no construye unidad y sirve de andamiaje para que los y las líderes de estos partidos se monten en la guagua para perpetuarse en el poder, mientras le regalan nuestro país a las multinacionales, a sus benefactores electorales y a los buitres del imperio estadounidense. Ciertamente, no debe ser motivo de controversia la participación de líderes colonialistas en movilizaciones contra la Junta de Control Fiscal u otras luchas ambientales, comunitarias, estudiantiles, obreras entre otras. Como decía un compañero los pasados días, después de todo: “Si quieren ir, pues que vayan. Tengo más que presente que son gente con empuje, poder de convocatoria y como si fuera poco, están en mayoría en este momento histórico. Además, el impacto de esta Junta es tan duro, que la diversidad de gente que afecta nos hace tener que trabajar con grupos, individuos, organizaciones e instituciones muy diversas”.

El problema en cuestión surge cuando el independentismo y la izquierda se convierten en la sombra de líderes políticos, cuyas estructuras político-partidistas han sido históricamente caracterizadas por la corrupción, el elitismo y la contradicción entre discurso y acción. El momento histórico exige ruptura con el coloniaje, el capitalismo y la corrupción; denunciar a los y las que también son responsables de la deuda y el coloniaje (PNP-PPD), es nuestra obligación patriótica. No se puede bailar a la misma vez con Dios y el Diablo, porque corremos el chance de caer en una perpetua contradicción. Tenemos que ser críticos, creativos y autocríticos en el accionar político, las estrategias deben ser cónsonas con los principios, no hacerlo es lanzarse al mar abierto sin salvavidas.

¿Queremos construir la unidad? Pues tenemos que dejar a un lado los prejuicios políticos y aprender a escuchar sin querer imponer, primero entre nosotros y nosotras para luego comenzar a crear los espacios y foros deliberativos que permitan al pueblo descolonizarse, organizarse y movilizarse para conocer y construir la independencia más allá de la losa. De lo contrario, nos cocinamos en nuestra propia salsa en reuniones y actividades que no pasan del círculo de “intelectuales”. La pregunta que debe ser motivo de reflexión es: ¿Cómo integramos a esos sectores que todos los días sufren los embates de la colonia? A la señora que vende empanadillas frente a la escuela, al barbero del barrio, a las comunidades, grupos ambientales y grupos comunitarios; a la madre soltera que trabaja cada día para ofrecerle un mejor porvenir a sus retoños, a la clase trabajadora; a los estudiantes y agricultores, en fin a toda esa gran masa de puertorriqueños y puertorriqueñas que ejemplifican el sentido y significado de la palabra pueblo.

Es necesaria una mejor articulación y coordinación de nuestros esfuerzos organizativos; y mayor apertura entre el liderazgo político, no se puede construir democracia participativa, justicia social y la independencia con la visión o la decisión de un grupo. Hay que salir a la calle para hablar en arroz y habichuelas con la gente de a pie y participar junto a estos en las luchas que se están gestando y se estarán multiplicando en nuestro país. Tejer vínculos de solidaridad y organización de norte a sur, de este a oeste y desde el centro hasta llegar a Vieques y Culebra, el ciclo de nuestra consigna debe ser: organizar, concienciar, movilizar y luchar. De igual forma, es imprescindible fortalecer la comunicación con nuestros hermanos y hermanas en la diáspora, un elemento de vital importancia para impulsar nuestra agenda descolonizadora. A esto debemos integrar los múltiples esfuerzos que se van construyendo a nivel internacional.

Las condiciones para fortalecer nuestras bases y sentar las pautas de la discusión pública en el país son idóneas. No permitamos que las pequeñas diferencias entre unos y otros, obstaculicen la oportunidad de adelantar y lograr la independencia para esta generación. Ignorar o desaprovechar el nuevo clima que vierte sobre nuestros campos, es abrirle paso al fortalecimiento de los partidos políticos que históricamente han sido lacayos del imperio. Los y las colonialistas PNP-PPD, como de costumbre ya están bajando el tono de su discurso contra la Junta de Control Fiscal y tienen una agenda escondida en el oportunismo político. Ante esto, nos toca agarrar por el mango la lucha por la descolonización, la independencia y la justicia social. Trabajar en la calle para sumar a los y las de abajo, los y las que cada día sufren el impacto de la colonia. Seres humanos que entre la falta de oportunidades, la indignación y la desesperanza, se levantan cada mañana para trabajar por un mejor porvenir y desean un nuevo orden político, económico, social y cultural que garantice la felicidad para los puertorriqueños y las puertorriqueñas que hoy viven en la pobreza material, psicológica y espiritual. Vale la pena recordar las palabras pronunciadas por el comandante Fidel Castro Ruz, durante su alegato de autodefensa conocido como “La Historia Me Absolverá”:

“Cuando hablamos de pueblo no entendemos por tal a los sectores acomodados y conservadores de la nación, a los que viene bien cualquier régimen de opresión, cualquier dictadura, cualquier despotismo, postrándose ante el amo de turno hasta romperse la frente contra el suelo. Entendemos por pueblo, cuando hablamos de lucha, la gran masa irredenta, a la que todos ofrecen y a la que todos engañan y traicionan, la que anhela una patria mejor y más digna y más justa; la que está movida por ansias ancestrales de justicia por haber padecido la injusticia y la burla generación tras generación, la que ansía grandes y sabias transformaciones en todos los órdenes y está dispuesta a dar para lograrlo, cuando crea en algo o en alguien, sobre todo cuando crea suficientemente en sí misma, hasta la última gota de sangre”.

Dejemos que sea nuestra conciencia la que se encargue de iluminar el sendero que nos conducirá a la victoria. Atrevernos a realizar un accionar político distinto, es nuestra gran tarea emancipadora.

 

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