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En memoria: Raúl Roa (18 de abril, 1907 – 6 de julio, 1982) PDF Imprimir Correo
Escrito por Lourdes Urrutia   
Lunes, 18 de Abril de 2011 03:39

raúl_roaHoy Raúl Roa García, El Canciller de la Dignidad, cumple años. Nació el 18 de abril de 1907. Reproducimos este artículo otrora publicado en La Jiribilla, para recordarle. En su maravillosa vida, no solamente abogó por su Patria, sino también por otras, como el fiel seguidor que fue del ideal martiano de Nuestra América. Una de esas patrias fue la nuestra: Puerto Rico. Desde nuestra isla aún cautiva, le rendimos homenaje y le decimos: ¡Patria o Muerte, Venceremos!


Raúl Roa y la Revolución cubana


"El mérito no es mío es de la Revolución cubana, que yo represento",  solía decir Raúl Roa cuando alguien le felicitaba por el éxito obtenido en alguno de los foros internacionales a los que concurría en funciones de su cargo.

Ejemplo del hombre modesto y sencillo, incapaz de engrandecerse a expensas de la representación de la Patria que ostentaba.       

La Revolución cubana fue para Raúl Roa, según el título de uno de sus libros, su Retorno a la Alborada,  el regreso a los comienzos de una vida revolucionaria iniciada treinta años atrás.  Esa revolución trunca que se fue a bolina, como calificara con su conocida afición por el papalote,  nunca dejó de bullirle en las entrañas y le permitió madurar política y culturalmente para combatir en una de las más importantes trincheras de la Revolución triunfante el 1º. de enero de l959, la trinchera de la diplomacia revolucionaria, esa diplomacia sin hipocresías ni tapujos que con su estilo tan propio impuso en sus históricos alegatos en la Organización de Estados Americanos y en las Naciones Unidas, desde los difíciles días del ataque a Playa Girón y de la Crisis de Octubre.  

En uno de los numerosos combates en defensa de la Revolución Cubana, Roa definió el sentido de su presencia en la trinchera en que le tocó enfrentar al enemigo irreconciliable "yo sé que estoy aquí luchando por una causa hermosa: la sobrevivencia, consolidación y desarrollo de la Revolución cubana, gravemente amenazada por un coloso al cual se le han aliado, por ley inexorable de la historia, las fuerzas más reaccionarias, agresivas y explotadoras de nuestro tiempo..."

A Raúl Roa la Revolución le corría por las venas, era algo así como parte de su propio ser.  No resistía los ataques del enemigo y sin pensarlo brincaba ante la menor insinuación que pudiera lastimar la patria amada.   Baste recordar su reacción ante los ataques del representante de Chile en Naciones Unidas.   A continuación, me permito citar el texto de una carta suya al respecto, por considerar que su proceder en aquella ocasión es el mejor ejemplo de su instinto y sentir revolucionario: "Ayer rebuznó el chileno. Tres cuartas partes de la sala me siguió cuando me levanté y me fui.  Después le repliqué sepultándolo bajo una montaña de calificativos tremebundos.  Pero se había ido. Me repuso el Bazin. Y lo convertí en el Pinocho de Pinochet, entre carcajadas y aplausos".

Y continuaba... “¡Qué clase de jodienda se armó en la Asamblea!  Mi discurso duró hora y media. Imagino lo oyeron.  Se me escuchó con silencio imponente.  La sala estaba repleta y también la galería pública”.   

“Recibí una ovación estremecedora.  Pero luego vinieron las réplicas.  La del chileno la primera. Comenzó a difamar e insultar; pero cuando dijo que Fidel se refocilaba con los cadáveres de los fusilados un impulso me levantó del escaño y salí disparado para la tribuna a propinarle una bofetada entre gritos de "HP.., Mar..., Asesino!!!... Se metió la gente por el medio y el Presidente tuvo que suspender momentáneamente la Asamblea”.

Y sigue la carta.... “El Presidente afirmó, con voz temblorosa que el hecho no tenía precedentes en la ONU y rogaba orden y sosiego.  Tres minutos de receso y siguió la sesión.  Concluyó Pinocho y hablaron Paraguay, Bolivia, Uruguay, Brasil y USA en derecho de réplica. Después yo. Volví a blandir el espadón y fuerte para un lado y para el otro especialmente para Scali (embajador de EE.UU.).  Cables, periódicos y televisión dieron primacía a la noticia.  Pusimos a Chile otra vez en la primera plana.  Todo salió punto en boca.  Pero el escándalo ha sido mayúsculo.  Nada parecido había ocurrido nunca.  Estoy jubiloso por todo esto.  Gran batalla por Chile”.  

Este incidente causó  preocupación por el revuelo que se armó.  El propio Roa contó después que  había sido felicitado por su valiente y enérgica actuación.   

Una vez más se comprobó que lo que se hace con el corazón, siempre sale bien.

Los pueblos nunca se equivocan.  Raúl Roa, como hombre de pueblo, fue desde los primeros días de la Revolución, muy querido por el pueblo, que repetía sus expresiones criollas y populares con cariño y respeto. No fue mera casualidad que el pueblo cubano a su regreso de la OEA, su primer bautizo de fuego como Ministro de Relaciones Exteriores, le llamara el Canciller de la Dignidad.  Su nombre fue siempre sinónimo de reconocimiento a la labor diplomática que le tocó desarrollar. Baste recordar que  llegó hasta la repostería cubana, pues por gracia de la chispa criolla el pudín diplomático con coco, se convirtió en "un Raúl Roa".

Durante la celebración de la VII Reunión de Consulta de los Ministros de Relaciones Exteriores de la OEA, convocada expresamente por el imperialismo norteamericano para crear las condiciones de una agresión militar a Cuba, Roa define así a la Revolución cubana: "La revolución que trajo el pueblo, del brazo de Fidel Castro, es tan cubana como la Sierra Maestra, tan americana como los Andes y tan universal como los cimeros valores humanos  que encarna.  No brotó de los textos de Rousseau, de Jefferson o de Marx; se gestó durante un siglo, en las entrañas mismas del pueblo cubano, y corona, a la altura del tiempo, la trunca empresa de Martí.  De ahí sus entronques con Bolívar y Juárez, su porosidad a las nuevas corrientes de ideas y aspiraciones que alimentan el cuerpo vivo de la historia. Su carácter viene condicionado por sus raíces, su trayectoria por el desarrollo de sus fuerzas configurantes y sus proyecciones por el aliento humano que la abrasa.  La Revolución cubana, para decirlo de una vez, es una revolución nacionalista, antifeudal y democrática, aflorada en una coyuntura universal de ‘renquiciamiento y remolde’.  No es una revolución del siglo XIX. Es una revolución del siglo XX, que hereda viejos problemas y encara problemas nuevos....."     

¡Quiérese una descripción más abarcadora en la que  Roa avizora el carácter socialista de la Revolución cubana, proclamado  poco tiempo después por Fidel,  el 16 de abril de 1961, en los preludios de la mercenaria invasión a Playa Girón.  Esta definición está vigente, hoy más que nunca, enmarcada en la batalla de ideas que  libra nuestro pueblo, el realce de los verdaderos valores de la patria y la proyección de los horizontes de educación y cultura de todos los cubanos!

En su primer discurso ante la Organización de Estados Americanos, publicado en la Revista Bohemia, tan temprano como el 17 de marzo de 1959 bajo el rótulo de La Revolución Cubana en la OEA, Roa exponía: "Esta Revolución que corona los seculares e ingentes empeños del pueblo cubano por alcanzar su plenitud de albedrío y aflora y desenvuelve en una coyuntura universal de mutaciones más profundas y vastas que las que singularizaron el tramonto del imperio romano y el alba de la modernidad, dimana su razón original de ser, de los requerimientos específicos y generales, de la dinámica histórica de un país americano de economía subdesarrollada, de organización semifeudal de la tierra, de concepción patrimonial del poder, de agudos desniveles sociales, de abandono de la enseñanza pública y de tradicional servidumbre a dictados e intereses ajenos en su desarrollo interno y en su política internacional, fuente del grave complejo de inferioridad colonial que ha venido aquejándole desde la constitución de la República”.   

Y continuaba:  "En concordancia con esos requerimientos y movida por el afán de creación típico de las auténticas redenciones históricas, la Revolución en el poder se propone transformar, y ya lo está haciendo, la estructura y fisonomía de la sociedad cubana, a tenor de los más puros principios de la democracia representativa, del pleno ejercicio de las libertades fundamentales y del más absoluto respeto a los derechos humanos, tal como la prescriben la Carta de Bogotá y las convenciones y acuerdos interamericanos y universales."   

Su prestigio trascendía los límites nacionales, por lo que su aparición en el escenario americano fue, cito "saludada  aplaudido el acierto de la designación recaída en su ilustre persona para el ejercicio de tan importante función" por el Dr. Gonzalo Escudero, embajador del Ecuador y presidente a la sazón del Consejo de la OEA, quien reconociendo su doble calidad de Representante del gobierno de Cuba y auténtico personero de la cultura de su Patria, le aseguró que habría de prestar valiosos servicios, como efectivamente lo hizo, en defensa de la soberanía y autodeterminación de la patria, acusada por quienes carentes de los principios y deberes internacionales más elementales, creyeron poder condenarla, expulsándola de la desprestigiada Organización.  Sus lapidarias palabras finales han quedado grabadas en la historia para siempre:  

"Me voy con mi pueblo, y con mi pueblo se van también de aquí los pueblos de nuestra América". No es posible hablar de Raúl Roa y la Revolución cubana sin entrar a hablar de Raúl Roa y la Diplomacia Cubana, pues fue a través de esta que Roa sirvió con  su talento, su elevada cultura y su fibra revolucionaria, a la primera.  

Se ha reconocido con justicia que le tocó a Roa inaugurar el nuevo estilo de  diplomacia revolucionaria.  Una diplomacia que utilizó los foros internacionales para expresar la verdad, sin tapujos ni ambages, sobre los principales conflictos que enfrentan los pueblos en su lucha por la independencia, la paz y la justicia social.

Roa calificó la diplomacia como el arte de la táctica, el tacto y el contacto, con su habitual y genial gracia de rimar sonidos y palabras en sus expresiones.

Los que hemos vivido en las entretelas de la diplomacia cubana,  sabemos  que estas tres palabras contienen  el néctar de los tres elementos esenciales de un buen trabajo diplomático. La táctica, vocablo militar, es indispensable para trazar la estrategia a seguir en las gestiones y negociaciones diplomáticas.  El tacto,  uno de los sentidos del ser humano, requiere no solo tocar el tema que nos interesa, sino saber cómo tocarlo, según el momento y las circunstancias y, por último, el contacto diplomático es la razón de ser del oficio. Véase pues lo atinado de su descripción, resumiendo en tres palabras el difícil arte diplomático.

En el centenario del 10 de Octubre,  Roa expresó: “la genuina diplomacia cubana surgió después del 1ro.de enero de 1959.  Con el triunfo de la Revolución y el advenimiento al poder de la clase obrera, la política exterior de nuestro país dio un viraje de 180 grados.  Cuba se liberó de las ataduras coloniales para convertirse en un estado efectivamente libre, independiente y soberano.  La política exterior del Gobierno Revolucionario la dictan los principios, las necesidades y las aspiraciones del pueblo cubano, de los movimientos de liberación de América Latina, África y Asia y del movimiento comunista internacional”.

Destacó en esa ocasión  –octubre de l968- que el primer documento en el que se afirmó cabalmente la soberanía de Cuba fue la nota enviada al gobierno norteamericano con motivo de la promulgación de la Reforma Agraria, en la que se enfatizó que el Gobierno Revolucionario se arrogaba la facultad de decidir lo que estimara más acorde con los intereses vitales del pueblo cubano y no admitía,  ni admitiría ninguna indicación que tendiera a menoscabar, en lo más mínimo, la soberanía y la dignidad nacionales.                 

Raúl Roa tuvo la oportunidad de llevar la voz de Cuba y de defender en  esos foros internacionales  las causas más nobles, muchas de las cuales abrazó con pasión revolucionaria, desde sus años mozos de estudiante. En los discursos y documentos publicados, aclaró que "proyectaban las posiciones internacionales de principio de la Revolución cubana y, por ende, la línea trazada y las instrucciones recibidas por la alta dirección política de nuestro país". Sobra decir, añadía, "que me he ceñido rigurosamente a exponerla en mi forma consustancial de escritura".

Pero es precisamente esa forma consustancial de escritura, como él mismo la calificara, donde radica la fuerza de su palabra, de su singular agilidad mental para describir las más insólitas situaciones y reencarnarlas en personajes bíblicos como “David y Goliat” o de un cuento infantil como  el famoso "Pinocho de Pinochet".

No hubo tema debatido en la escena internacional en el cual Raúl Roa, el profesor de Historia de las Doctrinas Sociales de la Universidad de La Habana, no hiciera gala de su vasta cultura y su conocimiento profundo de la situación histórica concreta de las causas nobles que defendió.  Baste citar su discurso en el Consejo de Seguridad de la ONU celebrado en Panamá en marzo de 1973, que constituye en sí mismo, una pieza magistral de la historia de ese país hermano. Roa desentrañó en esa singular ocasión, cómo  se había gestado el fatídico tratado canalero, bajo la tutela del gobierno de Roosevelt y con la ayuda del aventurero Philippe Bruneau Varilla,  representante de la compañía comercial francesa que había sustituido a la fracasada en construir el canal ístmico. También Roa dejó constancia en esa oportunidad de su opinión al respecto: "En la historia de las relaciones internacionales, la Convención del Canal Ístmico representa el más expresivo paradigma de carencia de escrúpulos, de menosprecio a los principios, de rapacidad desmandada y de befa a la dignidad de un pueblo". Y continuaba: "La mayoría de los tratadistas han demostrado, con argumentos inobjetables, su absoluta nulidad jurídica y, por consiguiente, su inexistencia real a la luz del derecho internacional y de las normas de la carta de las Naciones Unidas. No faltan norteamericanos entre las autoridades sobre la materia, que comparten ese juicio."  La posición de Cuba,  expuesta por Roa, era muy clara.  "Cuba considera que ese enclave neocolonial afecta a la soberanía y la integridad territorial de Panamá y debe restituirse a su gobierno el cabal ejercicio de las potestades inherentes que le corresponden sobre todo el territorio del istmo".

La prueba más fehaciente de la repercusión de ese discurso,  pudo  palparla el propio Roa en sucesivas visitas al país hermano, donde constantemente era abordado en las calles por el pueblo, que recordaba  con admiración sus valientes  e históricos pronunciamientos.  Los acuerdos adoptados  en aquella reunión dieron  finalmente  sus frutos con la devolución  del Canal a su pueblo en 1999.  

Otro de los temas que Roa defendió con gran pasión lo fue, sin duda, el tema de Puerto Rico, aún  sometido al ultraje de la potencia imperial, como lo demuestran los últimos acontecimientos de Vieques.

Su filiación martiana lo llevó a defender desde edad temprana en sus alegatos estudiantiles,  la libertad del hermano pueblo borinquen.  Ahora, honrado con la representación de la Revolución cubana, pudo desenmascarar la patraña urdida contra ese pueblo  disfrazado  con el burdo ropaje de "Estado Libre Asociado",  destacar que además de colonias europeas existen dependencias coloniales de los EE.UU. en el hemisferio occidental y descubrir la  pretensión de  pasar por alto las nuevas formas de colonialismo que el imperialismo yanqui ha establecido en este continente. Decía Roa en octubre de 1965  en el debate de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre los remanentes y modalidades del colonialismo: "Está el caso específico de Puerto Rico, que exhibe todos los atributos de una nación cuajada y cuyo pueblo ha expresado a toda hora su inquebrantable determinación de ser dueño de su propio destino y, sin embargo, permanece como dependencia colonial norteamericana.  Puerto Rico no quiso seguir siendo colonia de España; no quiere seguir siendo colonia de los Estados Unidos bajo la denominación eufemística de "Estado Libre Asociado".  No es la voz de los Estados Unidos y la de sus gobernantes por control remoto, su voz genuina. Pero careciendo de representación propia en las Naciones Unidas, la voz de Cuba, hermanada a su historia y a sus aspiraciones, es la voz de Puerto Rico. No ha de olvidarse que José Martí, al organizar la guerra de independencia de Cuba en 1895, planteó que era no solo para liberar a nuestro país, sino también a la Isla hermana.”   

Y finalmente concluía:

“Estamos unidos por la historia y, por eso, para la delegación cubana constituye un deber hablar aquí en nombre de ese pueblo."  Y cada vez que la ocasión era propicia reiteraba que la "Cuba liberada era también la voz del Puerto Rico irredento".

No hubo suceso internacional sobre el que Cuba no alzara -y continuará alzando-  su voz en los foros internacionales. Vietnam fue, en la etapa que le tocó a Roa, el corazón de nuestra denuncia contra la cruel  y devastadora guerra  dirigida por el imperialismo yanqui contra ese país indochino, ejemplarmente derrotada por los valientes y abnegados patriotas vietnamitas.      

Diversos fueron sus pronunciamientos en los foros internacionales en defensa del pueblo vietnamita, rechazando categóricamente todo tipo de interferencia o intromisión de las Naciones Unidas en la cuestión de Vietnam e indicando que el único camino era apoyar,  sin reservas ni vacilaciones,  sus  legítimas demandas  y exigir la suspensión de los bombardeos norteamericanos, la retirada de las Fuerzas Armadas de los EE.UU. y sus aliados de Vietnam del Sur y el estricto cumplimiento de los Acuerdos de Ginebra.    

A la lucha por la independencia de los pueblos de Asia, África y América Latina dedicó también Roa  sus mejores esfuerzos.  Le tocó, por demás, presidir la Primera Conferencia Tricontinental, efectuada en La Habana en enero  de 1966.  Sobre sus resultados Roa expresó:  "La Conferencia Tricontinental cristalizó la solidaridad del movimiento de liberación nacional en África, Asia y América Latina, definió una línea común en la lucha frontal contra el imperialismo, el colonialismo y el neocolonialismo y soldó vigorosamente la unidad estratégica y táctica en el combate, recogiendo la rica experiencia de los pueblos participantes".  De aquel encuentro mundial de los tres continentes surgió la OSPAAAL, cuyo aniversario XXXV se celebró recientemente y cuyos miembros continúan cumpliendo con tenacidad y firmeza, no obstante los retrocesos y dificultades enfrentadas, los objetivos que le dieron vida.

Le cupo a Roa asimismo, ser el artífice de  la integración de Cuba al Movimiento de los Países No Alineados desde su fundación.  Cuba formaba ya parte del bloque socialista, su aliado natural. Sin embargo, su luz larga en materia política le permitió aconsejar nuestra incorporación a dicho movimiento, desde donde podíamos denunciar la situación de Cuba y apoyar y defender los problemas del Tercer Mundo con una fuerza propia, ya que constituía un escenario más  donde contrarrestar el agravamiento de las relaciones internacionales y la amenaza del imperialismo de recurrir a la fuerza militar para intentar resolver los conflictos  a costa de los países del Tercer Mundo.   

Pero su batalla diplomática más destacada lo fue, sin duda, el debate en la ONU durante el ataque a Playa Girón, en el que hizo gala de todo su talento, habilidad y maestría para denunciar la criminal agresión. "Yo acuso, solemnemente al Gobierno de los Estados Unidos ante la Comisión Política y de Seguridad de las Naciones Unidas y la conciencia pública internacional, de haber desatado contra Cuba una guerra de invasión para apoderarse de sus recursos, tierras, fábricas y transportes y retrotraerla a su oprobiosa condición de satélite del imperialismo norteamericano", denunciaba  el día 17 de abril de 1961 en la Comisión Política y de Seguridad de las Naciones Unidas, cuando aún el Ejército y las Milicias Nacionales Revolucionarias combatían en las arenas de Playa Girón contra las tropas mercenarias, organizadas, armadas y financiadas por la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos. Y sentenciaba: "Un clamor unánime estremece hoy a toda Cuba, resuena en nuestra América y repercute en Asia, África y Europa.  Mi pequeña y heroica patria está reeditando la clásica pugna entre David y Goliat.  Soldado de esa noble causa en el frente de batalla de las relaciones internacionales -se autoproclamaba- permitidme que yo difunda ese clamor en el severo areópago de las Naciones Unidas. ¡Patria o Muerte!,  ¡Venceremos!

El debate continuó hasta  el día 20 de abril en que dio a conocer el Comunicado Oficial del Gobierno de Cuba informando sobre la aplastante derrota sufrida por las fuerzas mercenarias en las trincheras de piedras de las arenas de Playa Girón.  Y concluía con estas palabras llenas de patriotismo y fervor revolucionario: "Y yo como cubano y como representante en las Naciones Unidas del Gobierno Revolucionario y del pueblo de Cuba, quiero rendirles fervoroso tributo a los hombres y mujeres de mi patria que, a pie firme y unidos en compacto haz, han destrozado la fuerza mercenaria de invasión, organizada, financiada y equipada por el gobierno de los Estados Unidos."

Roa en su papel de ejecutor de la política exterior de la Revolución cubana, llevó a todos los  confines del mundo la voz de una Cuba independiente,  la voz de un país que había dejado de ser espejo de las posiciones de EE.UU. y del mundo desarrollado, para transformar su actitud plegada a los intereses yanquis en una política de principios.

La etapa en que Roa se desempeñó como Ministro de Relaciones Exteriores, -de 1959 a 1976-  se caracterizó por la política de Guerra fría,  una situación internacional de equilibrio de poder dada por la existencia del bloque socialista y de manera muy particular por el poderío alcanzado por la Unión Soviética y el desarrollo de su capacidad militar y espacial, que sirvió de sustento al auge alcanzado por  los movimientos de liberación nacional  que trajeron consigo la independencia de muchos países del Tercer Mundo sometidos hasta entonces al yugo colonial.

La criminal guerra de agresión desatada por los EE.UU. en Vietnam y la derrota aplastante que les fue infligida por los patriotas vietnamitas coronaron el triunfo de la razón sobre la fuerza, de la moral sobre el poder y constituyó una lección ejemplarizante para otros pueblos del mundo, que aún pugnan por encontrar su camino hacia la liberación y la paz.  

Fue  valiosa la contribución de Raúl Roa a la Revolución cubana y, por ende, a la diplomacia cubana,  a la que le insufló su energía vital, su  brillante y potente intelecto  y sobre todo, la pasión  revolucionaria con que desarrolló su incansable trabajo creador, que le permitía adoptar la decisión rápida y correcta ante situaciones no previstas surgidas  al calor del debate con el enemigo.  

Su intuición y su instinto revolucionario nunca le fallaron. Recordemos la frase de Armando Hart en la despedida de su duelo: "Roa supo interpretar en forma cabal la línea y las posiciones de Fidel".  Según Hart, no se podrá escribir la historia de la diplomacia moderna en el mundo, sin recoger las luchas y la obra que en este campo llevó a cabo el "Canciller de la Dignidad".

Roa llevó a los salones de los foros internacionales el estilo del agitador político y estudiantil de los años 30 que él siempre fue, el estilo de la barricada estudiantil,  apertrechada por una amplia cultura y un profundo conocimiento del drama de nuestros pueblos.  Raúl Roa, como representante de la Revolución cubana y fiel a sus principios, supo arremeter en forma tajante y firme ante sus enemigos,  quienes le temían por su palabra precisa, candente y definitiva cuando su figura se erguía en las tribunas internacionales.  

Raúl Roa fue, en suma, un revolucionario impar, que supo jugar en cada etapa de su vida  el papel que le correspondió, aportando en cada momento su valioso acerbo  cultural,  su verbo encendido y su prosa vibrante para denunciar las villanías, triquiñuelas  y atrocidades tanto de los gobernantes cubanos de turno, como para enfrentarse al astuto imperio y defender la patria amada en el discurso internacional.  

El Canciller de la Dignidad, como fuera significativamente bautizado por el pueblo cubano, fue siempre fiel a ese calificativo popular, fue un hombre digno, que  sirvió a la patria dignamente y al igual que en el 30,  jamás claudicó y fue siempre implacable con el enemigo imperialista y, lo que es más meritorio aún,  se mantuvo fiel a estos principios durante toda su existencia.

La  generación de jóvenes diplomáticos que tuvo el privilegio de compartir con él los primeros combates contra el imperialismo yanqui,  ha sabido ser fiel a su ejemplo y cumplir con dignidad  las tareas encomendadas.  Su aporte a las nuevas generaciones está presente en la actitud combativa y combatiente con que hoy más que nunca es necesario actuar en la trinchera exterior de nuestro país.

Su ejemplo será siempre una fuente de inspiración y de experiencia para los que tengan el privilegio de continuar  la batalla diplomática en defensa de los principios que sustenta la Revolución cubana.

El Canciller Felipe Pérez Roque en  las palabras pronunciadas en ocasión del  Aniversario 40 del MINREX,  describió, de forma excepcional, el aporte de Raúl Roa a la Revolución cubana:  

“La batalla que Roa llevó en los organismos internacionales, en la Asamblea General, en los diversos foros en que participó en nombre de nuestro país, dieron su fruto, parieron su resultado, que es el de un país que no pudo ser aislado, que obtiene el apoyo de 158 países en las Naciones Unidas; que ha logrado aislar y derrotar el bloqueo; que ha logrado abrirse paso en sus relaciones internacionales en América Latina y en el resto del mundo; que ha levantado su voz; que ha dejado de ser la referencia de un lugar turístico del Caribe para convertirse en la referencia no del prostíbulo, no del lugar de juego para los veraneantes norteamericanos, sino del pueblo que derrotó la invasión de Playa Girón, el pueblo que llevó la justicia social a todos los rincones de su país y afuera, el pueblo que educó y enseñó a leer y a escribir a un millón de cubanos, el pueblo que fue miliciano, el pueblo que estuvo dispuesto a inmolarse en una guerra nuclear, el pueblo que envió a medio millón de sus hijos a cumplir misiones internacionalistas, el pueblo que graduó a decenas de miles de jóvenes del Tercer Mundo en sus escuelas, el pueblo que levantó su voz siempre que fue necesario en nombre de los pobres y los desposeídos, el pueblo que ayudó a fundir, ayudó a unir, ayudó a convertir la voz de los desposeídos y de los pobres del planeta en la voz que se oyera, en el nombre de Cuba, en la Asamblea General de las Naciones Unidas y en todos los foros.

Ese es el resultado de su magisterio, de su contribución.”

Por ello, hoy podemos sentirnos ufanos de que su obra haya fructificado y que sus enseñanzas sigan siendo provechosas para las nuevas generaciones de jóvenes que cursan estudios en este Instituto Superior de Relaciones Internacionales que con honor lleva  el nombre del Canciller de la Dignidad.

Fuentes Consultadas:

-“Raúl Roa Canciller de la Dignidad”,
Ediciones Políticas, Editorial Ciencias Sociales, 1986.
- “El Canciller”, Manuel González Bello. Editorial Ciencias Sociales, 1999
- “Raúl Roa, Periodismo y Revolución”, Orlando Oramas León, Editora Política, 1983.
- “Retorno a la Alborada”, 3ra. Edición, Raúl Roa,  Editorial Ciencias Sociales, 1977.
- El fuego de la semilla en el surco, Raúl Roa, Editorial Letras Cubanas, 1982.
- Revista Bohemia No. 53, 1959
- Diario Granma, 8 de julio de l982
- Discurso XL Aniversario MINREX, Felipe Pérez Roque
- Discursos y Cartas personales varias.

 

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