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El privilegio de haber sido Delegado de la Misión de Puerto Rico en Cuba PDF Imprimir Correo
Escrito por Julio A. Muriente Pérez / Copresidente del MINH   
Jueves, 16 de Junio de 2016 15:48

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Fui Delegado de la Misión de Puerto Rico en Cuba de1982 a 1984. La Dirección del Partido Socialista Puertorriqueño (PSP) me confió la importante tarea de relevar en ese cargo al compañero Felipe Cirino Colón, quien regresaba a Puerto Rico  luego de haber dirigido la Misión durante varios años.



Me correspondió ser Delegado en Cuba hace más de tres décadas, en plena guerra fría, con el bloqueo a todo dar y justo coincidiendo con la presidencia del derechista Ronald Reagan en Estados Unidos, que lanzaría una brutal ofensiva imperial con tal de recuperar la influencia perdida en años precedentes. Eran tiempos difíciles para nuestra región: la “contra” en Nicaragua, la guerra civil en El Salvador, el acoso y posterior invasión contra la isla de Granada, el intento de mantener el control sobre el canal de Panamá, el derrocamiento provocado por la CIA del Primer Ministro de Jamaica, Michael Manley, la agresión permanente contra Cuba, la imposición de la mal llamada Iniciativa para la Cuenca del Caribe (ICC), para lo cual Puerto Rico sirvió de base económico-militar…

Entonces cursaba el segundo semestre de mi maestría en Geografía, en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y fungía como representante del PSP en ese país.

De manera que al trasladarme a La Habana, fui por un tiempo, simultáneamente, Delegado de la Misión en Cuba y estudiante universitario, tomando cursos en la UNAM y completando mi tesis de Licenciatura a distancia, haciendo uso de las facilidades que me brindaron diversos ministerios cubanos y la Facultad de Geografía de la Universidad de La Habana.

Había viajado varias veces a Cuba. La primera de ellas como parte del primer grupo de boricuas que hicimos una travesía interminable en 1969, sobre la que he contado en otra parte. Pero llegar a dirigir la Misión de Puerto Rico era otra cosa. Se trataba—y se trata—de una de las responsabilidades diplomáticas y políticas más importantes de la lucha de independencia y de la solidaridad internacional.

Valga decir, que quienes hemos tenido que cumplir esta y otras tareas en el extranjero nos hemos hecho diplomáticos sobre la marcha, aplicando una suerte de “diplomacia guerrillera”, esa que distingue por su irreverencia, vehemencia e intensidad a los pueblos que luchan por su independencia y liberación nacional. Una diplomacia menos sofisticada y más militante, menos protocolar y más directa y exigente, menos disimulada y más franca y  transparente; de quienes pasan del piquete, la manifestación y el enfrentamiento en la calle, al gran evento en medio de ministros y cancilleres, reyes y presidentes, e incluso de dictadores y marionetas.

De  manera que llegué a La Habana  en septiembre de 1984 sobre todo a aprender, a ponerme al día sobre las múltiples gestiones que ya se realizaban desde la Misión de Puerto Rico en Cuba desde su fundación en 1966; a conocer e iniciar relaciones, primero que todo con el grupo de trabajadores cubanos de la Misión y con el grupo de jóvenes puertorriqueños que estudiaban medicina, veterinaria y otras carreras en La Habana y que constituían un extraordinario comité del PSP; así como con diversos representantes del Partido Comunista  y del Gobierno de Cuba  y, más allá, con la amplia comunidad diplomática ubicada en la capital cubana.

La tarea principal era, y sigue siendo, divulgar la lucha de autodeterminación e independencia de Puerto Rico, recabar solidaridad así como ofrecer solidaridad con las luchas de otros pueblos, romper el cerco que el gobierno de Estados Unidos ha querido tender entre nuestro Pueblo y el resto del mundo, mantener y fortalecer las relaciones fraternales e históricas que nos unen a la Revolución Cubana, atender a cada boricua que visitara aquel país hermano, asistir a eventos internacionales, representar al PSP como miembro del Secretariado Permanente de la Organización de Solidaridad con los Pueblos de África, Asia y América Latina (OSPAAAL); en fin, mil y una tareas.

En esos años tuve la oportunidad de viajar a lugares que jamás hubiera imaginado ir en mi vida. Formé parte de la delegación del PSP que asistió a la Conferencia Cumbre del Movimiento de Países No Alineados celebrada en Nueva Delhi, en febrero de 1983, junto a los queridos compañeros Pedro Baigés, Pedro Grant, José Milton Soltero y Lucía Romero. Llegué hasta los campamentos saharauis situados en pleno desierto de Sahara, al sur de Argelia, representando a la OSPAAAL en el aniversario de la fundación del Frente Polisario. Igualmente viajé a Nicaragua, Bulgaria, República Democrática Alemana (RDA) y Libia. Los recuerdos y anécdotas son muchos, que en su día habrá que contar.

Cincuenta años después, las relaciones entre Cuba y Estados Unidos van cambiando aceleradamente. Sin embargo, se mantienen el bloqueo económico y la presencia de la base de Guantánamo. En cuanto al bloqueo, llamo la atención sobre algo que demasiadas veces pasa inadvertido: pocos como el pueblo puertorriqueño han enfrentado  el bloqueo económico impuesto por Estados Unidos contra Cuba. Decenas de miles de compatriotas han visitado el hermano país durante todos estos años, desafiando amenazas y exponiéndose a la aplicación de leyes que, como la Helms Burton, podrían ser impuestas contra nosotros y nosotras por nuestra condición de ciudadanos estadounidenses por imposición. Tan apabullante y tan valiente ha sido la actitud de nuestro Pueblo, que durante más de medio siglo ni un boricua ha sido procesado, mucho menos encarcelado, por viajar a Cuba. El primer gran desafío ha sido precisamente la Misión Permanente de Puerto Rico, establecida orgullosamente en suelo habanero; y en cada momento, uno de los primeros desafiantes lo ha sido el Delegado de la Misión, cuando cruza la aduana yanqui en San Juan y tranquilamente se identifica como tal ante la sorpresa de los agentes aduaneros del imperio.

¡Cuántas otros recuerdos vienen a la mente, de esos años privilegiados como diplomático guerrillero! En fin, que me siento orgulloso y agradecido por esta singular experiencia. Que saludo efusivamente el aniversario cincuenta de nuestra Misión, con el mismo entusiasmo con que tenemos que disponernos a continuar la lucha inconclusa por la libertad de nuestra Patria.

 

*Artículo en el programa de mano del 50 aniversario de la Misión de Puerto Rico en Cuba Juan Mari Brás.

 

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