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OCLAE: Viviendo la hora americana PDF Imprimir Correo
Escrito por Yuniel Labacena Romero / Juventud Rebelde   
Viernes, 19 de Agosto de 2011 06:14

oclaeA 45 años de su creación, la Organización Continental Latinoamericana y Caribeña de Estudiantes (OCLAE) sigue siendo la agrupación que representa y defiende los más caros sueños e intereses de ese sector del continente.



«Las resonancias del corazón nos lo advierten: estamos pisando sobre una revolución, viviendo una hora americana». Ese manifiesto de la generación que protagonizó la Reforma de Córdoba en 1918, marcó la realidad de Nuestra América y el camino para la integración del sector estudiantil.

Era el 29 de julio de 1966 en La Habana. Unos 15 000 jóvenes de 23 países de la Patria Grande estaban reunidos en la Ciudad Deportiva. Celebraban el IV Congreso Latinoamericano y Caribeño de Estudiantes. La Federación Estudiantil Universitaria (FEU) y el Ministerio de Educación (MINED) tenían a su cargo las palabras inaugurales del encuentro.

Las citas habían comenzado luego del surgimiento, en 1946, de la Unión Internacional de Estudiantes (UIE), como respuesta al ambiente de guerra fría que dominaba el mundo después de la Segunda Guerra Mundial, en medio de las hostilidades imperialistas contra el naciente campo socialista y ante la creciente violencia de las dictaduras militares hacia los jóvenes y el irrespeto a sus derechos.

Por estas razones, Uruguay acogió el primer Congreso en julio de 1955; Argentina el segundo, en abril de 1957; y Venezuela el tercero, en septiembre de 1959, todos momentos catalizadores de la necesidad de unión de los estudiantes de la región.

La designación de Cuba como sede de la cuarta edición del cónclave constituía un acto de apoyo a la agredida y joven Revolución, que emprendía una nueva ruta en la historia política del continente y ejercía una notable influencia en el plano estudiantil.

Diversos lugares de la capital de la Mayor de las Antillas fueron escenario por aquellos días de la principal reunión de educandos de la región. El Colegio Médico de La Habana —actual Ministerio de Salud Pública— fue el sitio escogido para la plenaria.

Durante más de diez días, los estudiantes examinaron la realidad socioeconómica y política de los países del área, el papel de la solidaridad con los pueblos que pelean por su soberanía, el rol estudiantil en la democratización de la enseñanza y las relaciones entre las distintas federaciones.

El Congreso se pronunció por el derecho y el deber de los jóvenes de combatir al imperialismo, reafirmó su apoyo a la Revolución Cubana, proclamó su defensa en bien de todas las naciones oprimidas y, en especial, expresó la disposición de pelear junto al pueblo vietnamita, blanco de las agresiones norteamericanas.

En la tarde del 11 de agosto, tras los días históricos e intensos mezclados de júbilo y compromiso que habían caracterizado la cita, manos alzadas y aplausos en votación unánime aprueban la creación de una agrupación regional que represente y defienda los más caros sueños e intereses de la juventud estudiosa y de los pueblos.

Nace así la Organización Continental Latinoamericana y Caribeña de Estudiantes (OCLAE), como instancia coordinadora y unitaria de las luchas antiimperialistas y reivindicativas del movimiento estudiantil de la región. La lúcida orientación y la clara visión de Fidel ligadas a la energía y exquisita sensibilidad de los estudiantes, hacen posible este anhelo.

Las federaciones estudiantiles de Venezuela, Uruguay, Puerto Rico, República Dominicana y Panamá ocupan puestos como miembros del Secretariado Permanente, para cuya sede se designó a La Habana. Las organizaciones del área depositan en la FEU de Cuba el futuro del continente y la eligen presidenta de la naciente agrupación estudiantil.

Se iniciaba entonces un nuevo momento para el trabajo en favor de los estudiantes secundaristas y universitarios. Los jóvenes latinoamericanos y caribeños, que durante años andaban conquistando la verdadera y definitiva reforma que cambiara las aulas y la sociedad toda, tenían ahora una organización para hacer realidad tal objetivo.

En la escalinata de la Universidad de La Habana se dejó la huella de la clausura del evento. Ante miles de estudiantes allí reunidos, el Presidente de la FEU agradeció la confianza y responsabilidad otorgadas a los universitarios cubanos de encabezar la nueva organización.

Armando Hart Dávalos —por aquella fecha ministro de Educación— dijo: «El estudiantado, situado históricamente en la vanguardia del movimiento revolucionario, ha constituido siempre, en Cuba y en América Latina, una fuerza explosiva de enorme significación para la Revolución».

La OCLAE florecía inspirada en el pensamiento de los más grandes próceres del continente y en el ejemplo de los patriotas que han caído defendiendo una causa justa. Asimismo ratificaba la vigencia de los postulados de la Reforma de Córdoba, y aseguraba continuar en la ruta de la integración para construir una sociedad más equitativa y garantizar la conservación de la especie humana.


Las banderas de la verdad y la justicia social

Desde su creación, la organización se ha distinguido por su carácter político permanente, como muestra de la preocupación de los jóvenes por los desafíos de las naciones.

Durante el período de las dictaduras latinoamericanas, el movimiento estudiantil asumió la resistencia popular. En diferentes países la desaparición de líderes estudiantiles vinculados con la clandestinidad se hizo cotidiana. Décadas después, organizaciones juveniles continúan desgarradas por la pérdida de sus guías y, en muchos casos, sumidas en la lucha clandestina.

Con el movimiento estudiantil aglutinado en torno a la organización, temas imprescindibles para América Latina y el Caribe han encontrado espacio de análisis y reflexión. La multiplicidad de visiones que aportan las 36 federaciones de 23 países asociadas, en calidad de miembros o amigas, confirma que otra América es posible.

Sus 15 congresos se han mostrado como escenarios de debate por una educación pública, gratuita y de calidad; por la teoría inconclusa de una batalla continental a favor de la independencia toda y por la responsabilidad frente a la crisis del capitalismo y las alternativas de los pueblos.

Ese ha sido el papel, en estas cuatro décadas y media, de la OCLAE, con estatus consultivo en el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas, categoría ocupacional en la UNESCO y en representación de más de 110 millones de estudiantes universitarios y de la enseñanza media.

La organización, aún bajo la presidencia de la FEU de Cuba, ratifica las razones que le dieron origen. El imperialismo todavía es el enemigo principal, y el compromiso, la única vía posible para la victoria final. Los movimientos estudiantiles continúan en el camino de las causas más justas, protagonizando capítulos paradigmáticos de la vida latinoamericana.

Hoy sus objetivos son los mismos, pero en circunstancias diferentes y en algunos casos, más difíciles. La palabra de orden sigue siendo la unidad e integración. Hoy más que nunca tiene que seguir adelante, por las mismas razones que hicieron posible su génesis: aún la educación es privada en muchos países, aún los estudiantes tienen que salir a las calles a exigir sus derechos para que se respete la autonomía universitaria y poder ser jóvenes del futuro.

En sus 45 años, la agrupación se proyecta con más experiencia y madurez. Se perfecciona su cualidad de ser la única plataforma estudiantil de la región, es abanderada de los ideales de paz y de justicia social y sabedora de que la democratización de la enseñanza solo puede alcanzarse aunando voluntades.

Si como necesidad histórica estudiantil germinó la semilla de la OCLAE, y Hart Dávalos señaló en sus palabras el camino a alcanzar, hoy, en medio del panorama convulso que vive el planeta, sigue «destinada a desempeñar un papel de gran trascendencia en la historia del movimiento estudiantil en América Latina, que también desempeñará un rol de enorme valor en el desarrollo de las ideas revolucionarias y antiimperialistas de nuestro continente».

 

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