Ramón Emeterio Betances (1827-1898) y Eugenio María de Hostos (1839-1903), son dos figuras cumbres de la historia y de la literatura de nuestro país.

Ambos fueron caminantes que lucharon con dignidad y valor hasta la muerte por la independencia nacional de Puerto Rico. Tuvieron que vivir gran parte de su existencia en el exilio, ya que fueron vigilados y perseguidos por el gobierno español.

Betances estudió Medicina en Francia, donde fraguó su compromiso con las causas de justicia social. En el exilio colaboró con periódicos y revistas del extranjero. Junto a Alejandro Tapia y Rivera, Román Baldorioty de Castro, José Julián Acosta y Segundo Ruiz Belvis, recopilaron una serie de documentos que culminaron en la creación de la Biblioteca Histórica de Puerto Rico.
En Madrid escribió artículos de tema científico en el periódico El País, para 1864. Muchos de estos trabajos los reproducen otras publicaciones españolas e hispanoamericanas, lo que implica la pertinencia de sus escritos.

Estando en la ciudad de Nueva York, para 1869, redactó un número significativo de artículos para el periódico La Revolución, empleando el pseudónimo de El Antillano. Luego, coincidió con Hostos en Santo Domingo, en 1875. Poco después, Hostos partió a Nueva York y Betances viaja a Francia, donde colaboró con rotativos parisinos, pues manejaba el francés perfectamente. El gobierno francés galardonó a Betances con la Legión de Honor, por su contribución a la medicina y a la literatura.

Escribió para muchos periódicos y revistas francesas como Le XIX Siécle, del cual fue redactor. Le Temps, La Presse, Revue Diplomatique, Journal des Debats, Le travail, L’Intransigeant, Echo Polyglote, L’Echo de París, Le Jour, La República Cubana y América en París, todas editadas en Francia. Acogieron sus escritos los periódicos españoles El Progreso, La República, El Heraldo de Madrid y El Liberal. Además de otros muchos ensayos en publicaciones de América.

El Padre de la Patria puertorriqueña, inspirador del Grito de Lares (1868), también fue autor de varios ensayos, una original narración escrita en francés, La Virgen de Borinquen (1859) y una valiosa traducción del latín al español de la comedia de Plauto, La botijuela.

Pero un aspecto poco conocido de Betances es el de su poesía. Gran parte de esta fue redactada en francés. En ella muestra la influencia del romanticismo de Víctor Hugo, Alfredo de Vigni, Alfred Musset, Gerardo de Nerval, Teófico Gautier y Carlos Baudelaire. También tiene aires parnasianos y algunos atisbos simbolistas.

La poesía de Betances está en francés, sin embargo, fue traducida al español por el mismo autor, y décadas después por el profesor Luis Hernández Aquino y por otros estudiosos de su obra. El poema Hacia el alba dulce, firmado por El Antillano, fue publicado en la revista América en París, el 15 de octubre de 1891; así como otros, escritos en francés y español, en la citada revista.

A la muerte de su prometida, su sobrina de veinte años María del Carmen Henry Betances, a quien llamó Lita en sus escritos, ocurrida pocos días antes del casamiento, expresó con hermosos y estremecedores versos el dolor sentido por la partida de la amada. Aquí puede verse un paralelismo, pues el amor a su patria perdida en el recuerdo, también le dolía.

Se cuenta que para 1894, una jovencita puertorriqueña de diecisiete años, de nombre Angelita Cabrera, que estaba de paso por París, lo fue a visitar. Betances le escribe en un álbum que ella lleva, dos poemas de tema patriótico, titulados Día y noche y Consejo, en los que con gran lirismo, expresa la lucha por la redención de la Patria como un deber moral del puertorriqueño.

Betances muere pocos días después de conocer la noticia de que la Patria ha sido entregada por los españoles a los Estados Unidos, como botín de guerra. Los restos del patriota, procedentes de Francia, llegaron a San Juan el 5 de agosto de 1920, y fueron llevados en una larga caravana por todos los pueblos del norte del país, hasta llegar a Cabo Rojo. Me contó mi padre quien estuvo presente en la misa que se ofreció en Camuy a la memoria del patriota, (mi padre tenía nueve años), que se sintió muy impresionado con aquel acto donde el pueblo le rendía homenaje póstumo a Betances. Allí mi padre comulgó por primera vez con el sentimiento de la Patria, y se preguntó: ¿quién era aquel hombre y por qué cosas luchó en su vida?

El puertorriqueño, Eugenio María de Hostos, patriota, educador, pensador, sociólogo, filólogo, conocedor del derecho, la economía y la geografía, también fue ensayista, novelista, cuentista y hombre de un profundo sentido moral, siendo una de las figuras más egregias del continente americano, para la segunda mitad del siglo XIX. Durante sus años de estudiante en España, abogó en la prensa de Madrid y Barcelona, por mayores libertades políticas para Puerto Rico y, además, condenó la esclavitud en las Antillas. En Nueva York escribe en la prensa denunciando el sistema colonial español. Viajó por Venezuela, Ecuador, Perú, Argentina y Chile. Desde Brasil enviaba sus trabajos al diario La Nación de Buenos Aires. Regresa a Nueva York en 1874, donde continúa su labor periodística. Para 1875 está residiendo en Santo Domingo, y allí escribe para la prensa dominicana y funda varias publicaciones: Las Tres Antillas (1875), Los Antillanos (1875) y El Normalista. En éste expone sus ideas pedagógicas.

Gran parte de sus escritos periodísticos publicados en España, entre 1863 y 1869, fueron recogidos en España y América (1955), volumen que forma parte de sus Obras Completas. En su novela La peregrinación de Bayoán (1863), ya anuncia su vida de caminante por América. Moral social (1888), representa el cenit de su pensamiento ético. Su ensayo “Ante la tumba de Ruiz Belvis” es estremecedor y emotivo. Aquí se muestra lejos del pensamiento lógico, racional y reflexivo de sus otros escritos. Muchos de sus artículos aparecidos en la prensa y revistas, se recogen en el Diario, no pocos inspirados en la naturaleza de América. Son fundamentales por el análisis psicológico y moral de los personajes de William Shakespeare, los ensayos Hamlet y Romeo y Julieta, considerados por la crítica como los mejores en el idioma español. De la misma manera que José Martí lo hiciera en verso en el Ismaelito (1882), Hostos también se inspira en su joven retoño en Cuentos a mi hijo (1878). De esta breve colección de narraciones sobresale El barco de papel, donde muestra con dolor cómo el ideal de independencia de la Patria navega al garete. En el Diario y en los cuentos, Hostos se muestra como el soñador sensible que se mueve herido entre espinas. Pero en el fondo de su alma encontramos los más nobles ideales de un hombre libre, que luchó por el bien y la justicia. Al fallecer el 11 de agosto de 1903, en Santo Domingo, el gran intelectual dominicano, Pedro Henríquez Ureña, dijo que Hostos había muerto de asfixia espiritual.

Betances y Hostos murieron tristes ante el destino trágico sufrido por la Patria al concluir el siglo XIX y presagiar los infortunios del XX. Sin embargo, siempre vivieron con dignidad y abnegación ante toda adversidad, consagrados al deber solidario y al sacrificio, luchando eternamente hasta la muerte por la Independencia Nacional de Puerto Rico.


*Este ensayo forma parte de la Historia de la literatura puertorriqueña a través de sus revistas y periódicos (segunda edición revisada y ampliada) la que se publicará pronto.

*El autor es catedrático retirado del Departamento de Estudios Hispánicos, U.P.R., Río Piedras.