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Uruguay: Quince puntos para renovar el Frente Amplio PDF Imprimir Correo
Escrito por Javier Cha   
Lunes, 01 de Noviembre de 2010 02:17

uruguayfrenteamplioUNO.- ¿Qué debe hacer la izquierda en el mundo de hoy? Debe hacer aquello para lo cual fue creada, por lo que ha luchado y ha aportado generosamente al desarrollo de la humanidad: construir igualdad y una sociedad de hombres y mujeres cada vez más libres. En cualquier parte y en cualquier tiempo que sea, esa es su esencia y su identidad: construir más igualdad, construir más libertad.

DOS.- Su proyecto de cambio es un proceso democrático de desarrollo de la propia sociedad, a partir del desarrollo de sus derechos colectivos, los de todos sus integrantes. No hay saltos ni asaltos al poder o al Estado, no hay atajos ni arrebatos que lo precipiten. El poder se genera socialmente, se acumula, al Estado se accede democráticamente, se gobierna, y la fortaleza de ambas expresiones reside en la profundidad democrática de su capacidad transformadora y en el consenso social y político acerca de los valores del proyecto.

TRES.- Si el cambio es y debe ser democrático, sólo se construye a partir de la libre voluntad de los ciudadanos. Supone un camino gradual, contradictorio y sinuoso, pues así funciona y se comporta la sociedad democrática. La historia es un proceso y el cambio fluye en él, avanzar en el escenario de nuestro propio entorno social y económico es la mejor forma de dinamizarlo. Los países que han construido las sociedades más democráticas y avanzadas, lo han conseguido a partir de un proyecto de desarrollo progresivo y sostenido en el tiempo. Claro está, no han arribado al socialismo, nadie en el mundo lo ha hecho. Pero sí han construido sistemas de convivencia equilibrados, superando la pobreza, garantizando derechos y oportunidades para todos sus ciudadanos.

CUATRO.- Para conquistar los objetivos sociales más acuciantes, no hay otro camino que hacer crecer nuestra economía de mercado, todo lo que se pueda, para distribuir en forma progresiva, todo lo que se pueda. Ser eficiente en la gestión económica, constituye una obligación para la izquierda en el gobierno, así como en el diseño y la gestión de nuestras políticas distributivas y de desarrollo social. El problema no es sólo asumir el control del Estado, sino cómo hacerlo funcionar en dirección a nuestros objetivos históricos, de forma viable e inteligente, para generar el desarrollo económico, social y el consenso ciudadano necesario para mantenerlo.

CINCO.- No hay nada más de izquierda, más radical y más democrático, que construir una sociedad sin pobreza ni exclusión. No hay mayor tributo a la igualdad que superar la miseria y la pobreza. Es un objetivo visible y alcanzable en nuestro país, con un proyecto a mediano plazo y sin necesidad de ninguna revelación que nos ilumine. Construir un país sin pobres es un desafío democrático y el umbral ético indispensable, para acometer desafíos superiores en nuestro desarrollo social.

SEIS.- La identidad de izquierda en Uruguay y el proyecto político que la representa, se llama Frente Amplio. Los sectores que lo integran componen la alianza estratégica que hace posible su desarrollo, como el gran espacio político democrático de la izquierda uruguaya. Es el único proyecto de izquierda con vocación de gobierno y el gran protagonista de la construcción política del cambio. Su avance depende de su capacidad de gobierno y transformación, junto a la solidez de su respaldo ciudadano.

SIETE.- El FA debe tener especial cuidado, en que la complejidad del Estado y su tarea de gobierno, no difuminen el centro de su acción política: promover el desarrollo de la sociedad, afirmando como principio constante la defensa de los más débiles, de los menos favorecidos. La claridad de ese principio, como fuerza motivadora y metódica, permite evitar desviaciones como el administrativismo o el corporativismo, un sentido nocivo y equivocado de solidaridad, que hace que se gobierne cediendo y complaciendo reclamos de grupos sociales aliados (funcionarios públicos, médicos, profesores, profesionales universitarios, etc.), pero que con frecuencia, no representan soluciones integradoras, no atienden los derechos de los destinatarios del servicio y no representan a los colectivos más débiles en cuanto a distribución del ingreso.

OCHO.- El Frente Amplio es antioligárquico y antiimperialista. Persigue la construcción de un país desarrollado, la superación de la pobreza y el desarrollo de la sociedad desde un criterio de justicia y equidad, que permita la ampliación de sus libertades. El Frente Amplio no es anticapitalista, no se propone "la revolución" ni la implantación del socialismo. Es legítimo que cualquiera de sus sectores se identifique con esos objetivos y su relato ideológico, pero no es procedente tratar de imponer esa lectura al conjunto, reclamarle a su gobierno un rumbo que no ha sido aprobado por la fuerza política y confundir objetivos frenteamplistas con particulares aspiraciones sectoriales.

NUEVE.- En la izquierda no hay 30 corrientes ideológicas ni 30 proyectos diferentes. Mantener una estructura de 30 sectores políticos independientes al interior del Frente Amplio, no representa pluralidad o diversidad relevante, es un simple homenaje al particularismo, una figura caprichosa y sin fundamento. Construir unidad y síntesis, en los tres o cuatro espacios ideológicos realmente existentes y políticamente sustentables, es un ejercicio de sentido común y de madurez colectiva. La atomización interna sólo conduce a la lentitud y el empobrecimiento de la política del Frente Amplio.

DIEZ.- El escenario de la fuerza política es la sociedad civil, su cometido es comunicar y articular con ella, promover y sostener nuestras políticas, incrementar la base de apoyo y la opinión favorable a nuestra acción de gobierno, afirmar nuestro papel transformador. La fuerza política no es el ámbito para el contralor o la corrección permanente de la acción de gobierno. Para esa función está el Parlamento y nuestros legisladores. La fuerza política tampoco puede ser el ámbito para oposiciones y contradicciones con nuestro propio gobierno, ni para bloqueos o caprichos perfilistas que degradan y debilitan al conjunto del Frente Amplio. Si la fuerza política no desarrolla un principio de acción, unido y continuo, en defensa de su gobierno, la promoción de sus reformas y la propaganda de sus logros, entonces renuncia a su rol político.

ONCE.- La propuesta de gobierno municipal, no puede ser expresión de la carga ideológica militante de la fuerza política. De lo contrario, se corre el riesgo de separarse cada vez más de la sensibilidad de la gente y de su sentido común cotidiano. Los ciudadanos no demandan ni consumen relatos ideológicos, requieren que el gobierno municipal les represente cada vez mejor, a través de una gestión amigable, eficaz, práctica, que atienda sus necesidades inmediatas.

DOCE.- No hay nada más transformador que un buen plan de obras y una buena ejecución del mismo. No hay mejor demostración de compromiso que cumplir con el ABC de una gestión municipal: alumbrado, basura y calles, junto a la mejora continua del servicio de transporte. Esos son los pilares imprescindibles para el desarrollo de una gestión del lado de la gente, acompañada de un objetivo explícito de desarrollo de la ciudad, para el entusiasmo colectivo. Sin esas asignaturas primarias y sin la percepción social de una gran obra en marcha, la participación, emancipación, empoderamiento y demás apelaciones militantes, constituyen llamados al vacío, sin sentido práctico creíble.

TRECE.- La fuerza política debe ofrecer un escenario de inclusión y debate de los temas de la sociedad, debe organizar el apoyo y difusión de las reformas que impulsa su gobierno. Debe gestar espacios de expresión e incentivar la participación de los más jóvenes. La capacidad de cambio y adaptación a las nuevas realidades sociales, es un activo fundamental y un desafío permanente para evitar el encierro y la burocratización. El envejecimiento y la reiteración contumaz de los mismos dirigentes en los niveles de conducción, no representa fortaleza ni acumulación, es expresión de anquilosamiento y conservadurismo.

CATORCE.- Hoy, el FA movimiento no se expresa en la estructura orgánica. El movimiento siempre fue la forma de denominar a los miles de ciudadanos de convicción frenteamplista, sin militancia sectorial, que se movilizaban en la base de la sociedad. La estructura frenteamplista que hoy lo invoca, no lo contiene ni lo representa. Es un escenario de conquista y control político, para las fuerzas militantes de los sectores políticos con mayor capacidad de organización. Su representación en los organismos de conducción, materializa una suerte de doble representación de esos sectores, que provoca desequilibrios y daña la democracia interna. El Congreso del FA representa la máxima contradicción. Constituye un ámbito de reunión de militantes sectorizados y disciplinados, que discuten y resuelven desde la posición del sector al que pertenecen.

QUINCE.- El "Comité de Base" es una herramienta de participación válida, por supuesto. No puede ser la única herramienta ni el único canal de participación y comunicación. La enorme mayoría de los frenteamplistas no participan en los comités y no tienen la menor intención de hacerlo. De por sí, sería suficiente para buscar otras posibilidades y otros espacios para el contacto y participación. Son las estructuras las que deben adaptarse a las condiciones de nuestro componente humano y de nuestro entorno social, nunca al revés. Afirmar que la culpa del vaciamiento de los comités la tienen los compañeros que no van, constituye un extremo ridículo que denuncia la gravedad del problema.

 

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