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El despreciable origen de “Thanksgiving” PDF Imprimir Correo
Escrito por Irma Iranzo Berrocal   
Martes, 20 de Noviembre de 2012 12:50

masacre-wwounded-kneeLa historia oficial de Estados Unidos en torno a la celebración del día de Acción de Gracias o Thanksgiving, nos dice que data del año 1621 en la colonia de Plymouth, a donde había “llegado” un grupo de peregrinos, quienes, en un cortísimo, casi mágico lapso de tiempo, después de un despiadado invierno y con la ayuda de los nativos del lugar, [...]

 

tuvieron una abundante cosecha, y en agradecimiento al Creador, celebraron con una comilona, su proeza. Además del “inocente” y manoseado origen religioso, se hace hincapié en elevar la “tenacidad” y “laboriosidad” de los colonialistas casi a rango de heroicidad.

Sin embargo, hay otras voces en ese país que cuestionan este panorama “heroico”, y que plantean que durante esos primeros años, lo que prevaleció fue una hambruna generalizada en sitios como Virginia o Plymouth.

Howard Zinn, el legendario académico y militante antiimperialista estadounidense, autor de La otra historia de los Estados Unidos, donde rescata para siempre la memoria de resistencia y lucha de los olvidados de la historia oficial de su país: los indígenas, los negros, los trabajadores, las mujeres, es una de esas voces.

Para hacernos una idea sobre las condiciones de vida en esos primeros años, y refiriéndose a las raíces de la esclavitud y el racismo en Estados Unidos, nos describe Zinn: “Los virginianos de 1619 necesitaban desesperadamente mano de obra para cultivar suficiente comida como para sobrevivir. Entre ellos estaban los supervivientes del invierno de 1609-1610, el “tiempo de hambruna” o starving time, cuando, enloquecidos de hambre, erraban por los bosques en busca de frutos secos y bayas, abrieron las tumbas para comerse los cadáveres, y murieron en masa hasta que, de quinientos colonos, tan sólo quedaron sesenta”.

Howard Zinn nos dice, además, que la razón principal de la invasión de Inglaterra a Norteamérica y por la que masacraron casi hasta el total exterminio a sus pueblos originarios fue su voracidad, su codicia por sus tierras. “Los ingleses desarrollaron una táctica guerrera que antes había usado Cortés y que después reaparecería en el siglo veinte, incluso de forma más sistemática: los ataques deliberados a los no combatientes para aterrorizar al enemigo”.

La historia nos descubre aleccionadores paralelos que no podemos pasar por alto. Veamos.

La más tristemente famosa de esas masacres, ya a finales del siglo XIX, fue la de Wounded Knee, en la que el Ejército de Estados Unidos, bajo las órdenes del general Nelson A. Miles, asesinó sin piedad a 150 hombres desarmados, mujeres y niños sioux (algunos autores hablan de hasta 300), y que marcó el fin de las llamadas “guerras indias”, es decir, de la política de exterminio en masa, porque a esas alturas los indígenas estaban ya casi exterminados.
Casi.

¿Por qué menciono a Wounded Knee? Sólo para no olvidar que fue el mismo ejército genocida (de Estados Unidos), con el mismo general criminal (Nelson A. Miles) que invadió a Puerto Rico en 1898. Tampoco olvidemos que Estados Unidos ha aplicado también contra nuestra nación toda suerte de políticas genocidas, definidas por la Convención del Genocidio, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 9 de diciembre de 1948, como:

“[...] cualquiera de los siguientes actos, cometidos con intención de destruir, total o parcialmente, un grupo nacional, étnico, racial o religioso, al: asesinar a miembros del grupo; [el más reciente asesinato es el del Comandante Filiberto Ojeda Ríos, nota de la autora] ocasionar serios daños mentales o físicos a miembros del grupo; imponer al grupo, deliberadamente, unas condiciones de vida calculadas u ocasionar su destrucción física total o parcial; imponer medidas destinadas a evitar los nacimientos dentro del grupo; entre otros

Otra de las voces imprescindibles de Estados Unidos es, por supuesto, la del movimiento de sus pueblos originarios. En la década del 1970 hubo varias protestas indígenas memorables. Una de éstas fue la toma, en 1973, de Wounded Knee durante 71 días, y que recorrió el mundo. En ella, Russell Means, dirigente oglala lakota, junto a un nutrido grupo de indígenas y otros dirigentes de ese movimiento, reclamó la devolución de sus tierras, recursos naturales y derechos humanos usurpados, en memoria de los asesinados en Wounded Knee en 1890.

Y finalmente, sobre el origen de la “festividad” “sagrada” de Thanksgiving, Russell Means nos menciona en su libro “Where White Men Fear to Tread”, otra protesta, en 1970, en Plymouth, precisamente contra esa celebración, y traduzco: “Cuando nos encontramos con el pueblo wampanoag nos dijeron que al investigar el origen de Thanksgiving, confirmaron la historia oral transmitida entre su pueblo durante generaciones [...]. Los wampanoag les enseñaron a los colonos europeos cómo vivir en este hemisferio, al mostrarles qué frutos silvestres podían recolectar, qué cultivos podían sembrar y dónde, cómo cosecharlos, cómo secar los comestibles y conservar los alimentos”.

La nación wampanoag, cuyo dirigente era Massasoit, fue la que les transmitió la sabiduría y técnicas de cultivo que les permitió sobrevivir en ese ambiente desconocido a los beneplácitamente llamados “peregrinos” que “llegaron” a la colonia de Plymouth, Massachussetts, durante el siglo XVII. A su muerte, le sucedió su hijo, Metacomet.

Continúa la narración de Means: “En 1675-1676, para demostrar su “agradecimiento” por lo que hizo el pueblo de Massasoit por sus padres y abuelos, los peregrinos urdieron un incidente para utilizarlo como pretexto para justificar el desarme de los wampanoag. Los blancos persiguieron a los wampanoag con armas de fuego, espadas, cañones y antorchas. La mayoría de ellos, incluido Metacomet, fueron masacrados. Su mujer e hijo fueron vendidos como esclavos en las Antillas. Su cuerpo fue espantosamente arrastrado y descuartizado. Durante 25 años después de esto, el cráneo de Metacomet fue expuesto en una lanza en lo alto de la aldea de los blancos. El verdadero legado de los peregrinos fundadores es la traición [...]”

Y termina Russell Means diciéndonos: “[...] En 1970, los wampanoag nos entregaron una copia de la proclama de Thanksgiving, hecha por el gobernador de esa colonia. El texto revela la infame verdad: Después de que el ejército regresó tras asesinar a los hombres, mujeres y niños de la aldea india, el gobernador proclamó un día de fiesta y un festín para dar gracias por la masacre. Además, exhortó a otras colonias a seguir su ejemplo– es decir, cada otoño, después de la cosecha, vayan y maten indios y celebren su muerte con un banquete”.

Así, que la pregunta natural que podemos hacernos después de conocer esta infame, despreciable, pero reveladora verdad, es: ¿todavía nos quedan ganas de celebrar, como cómplices, con un festín, la masacre de nuestros hermanos indígenas del Norte?


*La autora tiene una maestria en Historia de la Universidad de Nueva York, Búfalo.

Fuente: Claridad

 

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