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Lares hoy: reflexiones en la víspera PDF Imprimir Correo
Escrito por Ángel Rodríguez León / MINH   
Domingo, 21 de Septiembre de 2014 16:08

laresAl acercarnos a otra conmemoración del Grito de Lares, se hace pertinente alguna reflexión, no solo sobre ese evento histórico1, sino además, sobre la pertinencia e importancia de llevar a cabo dicha conmemoración. O, en forma de pregunta, ¿por qué conmemorar el Grito de Lares?

 



En primer lugar, prácticamente todos los pueblos del mundo asientan parte de su identidad en la celebración y exaltación de eventos del pasado de los cuales se desprenden virtudes y valores de dicho pueblo. Así, los estadounidenses reclaman una improbable honestidad  proverbial en George Washington o, yendo más atrás aún, las aspiraciones democráticas de los peregrinos que bajaron del Mayflower. Claro, evitando entrar en detalles sobre su fanatismo religioso y sus actos asesinos contra los nativos norteamericanos. Muchos en América del Sur, pero muy particularmente la nueva Venezuela revolucionaria, han encontrado por su parte un asidero político y ético en la figura de Simón Bolívar, su gesta libertadora y sus aspiraciones integracionistas. Y ni hablar de lo que representan la Guerra de los Diez Años y la de 1895, junto a la figura de José Martí, para los cubanos. En fin, que parte de lo que significa ser una nación (¿y quién duda a estas alturas que Puerto Rico lo sea?) es tener unos referentes históricos que vinculen a los actuales representantes de ese grupo humano con gestas nobles y heroicas del pasado. Esa vinculación simbólica nos indica que si nuestros abuelos y abuelas fueron capaces de grandes cosas, nosotros también. Así que la primera respuesta a la pregunta de por qué celebramos Lares cada 23 de septiembre es que, como miembros del sector político que aspira a la realización plena y lógica de nuestra nacionalidad, es decir, el Estado Independiente de Puerto Rico, nos interesa enaltecer el valor de los que ofrecieron su sangre por la libertad de su pueblo.

Fue con esto en mente que Don Pedro Albizu Campos se encargó de recordarnos el valor del Grito de Lares y de nuestros grandes hombres y mujeres del pasado. Albizu y el Partido Nacionalista celebraban Lares como parte de un proyecto político más amplio que incluía elevar la autoestima colectiva de los puertorriqueños y puertorriqueñas. Solo así un pueblo moral y físicamente golpeado reuniría el valor suficiente para luchar contra el poder imperial estadounidense. Hoy nuestro pueblo vive circunstancias que no difieren tanto de las de la década de 1930 como pudiéramos pensar. La crisis económica del modelo capitalista se ensaña ahora como entonces contra los sectores más empobrecidos. En aquel momento el colonialismo sin disfraz nos enviaba gobernadores yanquis. Ahora nos envían síndicos para dirigir las principales instancias del gobierno. Entonces y ahora el capital ausentista domina la economía, en detrimento del pueblo. Entonces como ahora nos dicen que no podemos, que somos muy pequeños, que no tenemos recursos. Ayer, que éramos muchos, hoy, que nos estamos despoblando. ¿Nos planteamos hoy en el independentismo un proyecto para elevar esa autoestima colectiva? ¿Qué papel puede jugar el Grito de Lares y nuestras demás gestas en ese proyecto? ¿Cuáles momentos de nuestra historia debemos conmemorar? ¿La Masacre de Ponce o el ataque al Congreso? ¿El 30 de agosto o Sabana Seca?

En segundo lugar, la historia humana avanza mediante la acumulación de experiencia. De la misma manera que cada generación no tiene que descubrir cómo dominar el fuego, pues tenemos la capacidad de transmitir cultura, los procesos políticos (que son parte de la cultura) son acumulativos. Cada generación de independentistas tiene la posibilidad, pero también el deber, de hacer una aportación a esta lucha, de la cual estamos convencidos que saldremos victoriosos, pero también debemos estar conscientes de que esa afirmación no es un acto de fe. Tenemos que trabajarla.

laresDe esta forma, al trabajo organizativo y revolucionario consistente de un Betances, Eugenio María de Hostos añade la idea de la educación en su más alta expresión como condición indispensable para la libertad. A este cúmulo de experiencias José de Diego (a pesar de todo lo que puede señalársele en cuanto a posiciones sociales) suma la importancia de una nacionalidad distinta a la yanqui como elemento fundamental de nuestra lucha. Albizu y el movimiento nacionalista parten de lo ya trabajado para echar por tierra la legitimidad del poder imperial en Puerto Rico y cultivar, como ya señalé, el amor propio de los boricuas. Tan capaces somos, que podemos enfrentar con las armas en la mano a la violencia del invasor. Los fundadores del Partido Independentista Puertorriqueño adoptan la vía electoral y el trabajo parlamentario y logran visibilizar en las mismas estructuras oficiales la lucha independentista. La llamada “Nueva Lucha” canaliza la efervescencia internacional de un sindicalismo radicalizado, de un socialismo que se erigía como alternativa probable y cercana para los pueblos del Tercer Mundo, de un movimiento estudiantil renovado y logra organizar a amplios sectores populares. No descartan ni la acción directa, ni el uso de los espacios legales que provee, muy a su pesar, el sistema. En los ´70 y ´80 los movimientos revolucionarios clandestinos retoman la trayectoria Betances/Albizu/Corretjer y reivindican el derecho de una nación sometida al yugo colonial a usar todos los métodos a su alcance para luchar por la libertad.

A la altura del 2014, debemos plantearnos seria y honestamente cuál es nuestra aportación a esta lucha más que centenaria y cómo la celebración de Lares puede jugar un papel dentro de un plan político actualizado para traer la independencia. ¿Cómo nos acercamos a los sectores marginados por el sistema y, en no pocas ocasiones, también por nosotros? ¿Cómo, a 146 años de Lares, logramos integrar a los sectores cuyas aspiraciones no se realizarán bajo el sistema colonial y capitalista? ¿Cómo armamos un proyecto que despierte entusiasmo y capture la imaginación de aquellos a los que la colonia les ha robado los sueños?

Por último, se podría decir que el peregrinaje a Lares cada 23 de septiembre es un ritual. Si bien esa caracterización se hace en ocasiones de forma peyorativa, lo cierto es que un ritual cumple una función dentro de cualquier grupo humano. La antropología nos enseña que los rituales (recordemos que los hay religiosos y laicos) sirven para renovar la solidaridad dentro de un grupo, reforzando un campo común de entendimientos, de premisas y de objetivos. ¿Puede decirse eso de nuestra conmemoración de Lares? ¿Es Lares un lugar de encuentro para que el independentismo reafirme lo mucho que tenemos en común? ¿Para que forjemos agendas que nos permitan avanzar hacia la meta colectiva, dejando atrás viejas peleas y personalismos? Ni el más optimista puede contestar en la afirmativa.

En resumen, mi llamado, humildemente, es a que saquemos a Lares de la monotonía y le demos pertinencia. Que vayamos a Lares porque ese acto tiene algún sentido dentro de un trabajo político. De nosotros y nosotras depende que este y los siguientes 23 de septiembre sean actividades rutinarias, descontextualizadas de la vida del País, o una pieza importante dentro de un plan de liberación nacional.

1. Se ha escrito mucho sobre el Grito de Lares. Recomiendo aquí como una consulta rápida, de Francisco Moscoso. La Revolución puertorriqueña de 1868. Editorial ICP. 2003.

 

 

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