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Una abogada estadounidense que defiende los prisioneros políticos puertorriqueños PDF Imprimir Correo
Escrito por Firuzeh Shokooh Valle*/Global Voices   
Martes, 19 de Mayo de 2015 02:13

susler

A Jan Susler no le gusta hablar de sí misma. Lo deja saber muy claramente al comienzo de la entrevista. Abogada de derechos civiles, Susler dice que el centro de atención está reservado para sus clientes, que también son sus amigos. "Yo quiero que esto sea sobre Oscar López Rivera", explica, refiriéndose al prisionero político puertorriqueño a quien representa.



Pero insisto.

Jan Susler ha estado practicando leyes por los últimos 39 años. Se especializa en derechos de los presos, mala conducta policial y derechos civiles, y desde 1982 ha trabajado en la Oficina Legal del Pueblo en Chicago. Nació en Estados Unidos, en Chicago, Illinois, y se crió en un pequeño pueblo a unas tres horas al sur, en una comunidad predominantemente judía, con su madre, padre y hermanos.

Ha dedicado la mayor parte de su carrera profesional a la representación de los prisioneros políticos de Puerto Rico: hombres y mujeres que han luchado por la independencia de la Isla de Estados Unidos.

Ella puede ser de Chicago, pero muchos puertorriqueños reclaman a Susler como una de los suyos. Y ahora, una vez más, como fue durante la década de 1990, está a la vanguardia de una batalla prolongada, abogando por la inmediata liberación de Oscar López Rivera, un hombre de 72 años de edad, quien en mayo habrá servido 34 años, de una sentencia de 55, en cárceles de Estados Unidos, condenado por conspiración sediciosa y delitos relacionados.

Éstos son tiempos urgentes, pero Susler accedió a darme una entrevista y hablar un poco de sí, pero más de sus clientes y amigos.

¿Por qué quiso convertirse en una abogada?

“En parte fue porque tuve este gran ejemplo con mi padre. Siempre cenamos en familia, y él venía a casa y hablaba de su trabajo. Él era un abogado en un pequeño pueblo. Fue antirracista y liberal en sus opiniones, y ayudó a iniciar la oficina de asistencia legal. Entendía que cuando vives en una sociedad desigual tienes la responsabilidad de combatir eso. Mi madre también lo hizo a su manera, era una activista. Ella tenía una Maestría en Educación, era maestra, y luchó para que las escuelas ofrecieran la misma educación para todos los niños, sin importar de dónde eran.

“Además, vengo de un lugar que era muy antisemita, a los judíos no se les permitía formar parte del club campestre, etc. Durante la Navidad en las escuelas públicas tenían un montón de cosas religiosas, y yo estaba molesta por eso porque sabía que había una separación de iglesia y estado. Me negué a participar en estas actividades, y me convertí en una activista.

“La otra causa fue algo de accidente de nacimiento. Soy una “baby boomer”, me gradué de la escuela secundaria en 1967, un momento muy caliente en el mundo. Recuerdo estar sentada en el sofá con mi padre, viendo la Convención Demócrata de 1968, y él diciendo: ‘Ay, Dios mío, hay un motín policiaco, están golpeando a la gente.’ Así que también soy, en gran medida, producto de mis tiempos. Cuando estaba en la universidad, había tanques del ejército. Una de las cosas que me inspiró mucho fue ver la resistencia de los estudiantes en el campus.

“Otro elemento es el ser una mujer. Mi madre tenía un título universitario, y ella no pudo encontrar trabajo cuando se divorció de mi padre [su padre biológico]. De repente fue lanzada a la calle, y tenía que encontrar una manera de mantener a sus dos hijas, mi hermana y yo. Siempre me dijo que tenía que mantenerme a mí misma y no depender de nadie.”

¿Cómo decidió especializarse en los prisioneros políticos y los derechos de los presos?

“Cuando me gradué de la escuela secundaria sabía que quería hacer trabajo por los derechos civiles. Había una clínica legal que proporcionaba servicios a los prisioneros en el sur de Illinois, y pensé que sería una buena manera de contribuir, eran personas en su mayoría negros y gente de color. Ésta era una parte muy racista del estado. Fue en ese trabajo que me involucré con el movimiento independentista puertorriqueño y prisioneros políticos. Yo estaba en el Gremio Nacional de Abogados (Nacional Lawyers Guild), una organización muy progresista. En 1980, se produjo la primera oleada de arrestos de prisioneros políticos puertorriqueños, y dos de ellos fueron enviados a una prisión donde yo estaba haciendo mi trabajo. Michael Deutsch me llamó y dijo que tenía dos clientes que estaban muy lejos de su comunidad. Y dijo: ‘Necesito que vayas allá y los veas.’ Eso fue en septiembre de 1980. Eran Luis Rosa y Carlos Alberto Torres.”

¿Cómo se desarrolló esa relación con los prisioneros políticos puertorriqueños?

“Creció; muchos de ellos fueron encarcelados en Illinois. Y luego muchos de ellos pensaron que debía mudarme a Chicago para estar más cerca de la comunidad puertorriqueña. Entonces me mudé a Chicago, me hice parte de la Oficina Legal del Pueblo, y me acerqué a la comunidad puertorriqueña, a la familia de los prisioneros, y empecé a viajar hacia y desde la Isla.”

¿Te sientes como una puertorriqueña adoptada?

“Algunas personas dicen que nací en el lugar equivocado. Amo al Pueblo de Puerto Rico y al País. Respeto y admiro la sorprendente resistencia de la gente a la luz de cientos de años de colonialismo, y me siento muy querida y acogida. Me siento muy privilegiada de poder tener esta gran y estrecha relación con el pueblo puertorriqueño. Soy muy bendecida.

“Por otro lado, no soy puertorriqueña, y siento que el no-puertorriqueña añade una dimensión al trabajo, por ejemplo, usted no estaría entrevistándome. Algunas personas piensan cuán único y excepcional es que una persona de EE.UU. esté trabajando en esto, pero no creo que debería ser una excepción. Después de todo, es mi gobierno el que está colonizando a Puerto Rico, y por qué no hay más personas ofendidas por esa relación que no sólo es antiética, sino que viola el derecho internacional. En el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas no soy más que una de las pocas personas de Estados Unidos que habla por Puerto Rico, y creo que la gente de Estados Unidos tiene la obligación de denunciar las injusticias que su gobierno comete.”

Éstos son casos que dependen fuertemente de la opinión pública. ¿Cuáles son las diferencias entre ambos campos de batalla: los tribunales y la opinión pública?

“El movimiento por la independencia de Puerto Rico y el movimiento en apoyo a la causa de los prisioneros políticos son dos cosas diferentes. El movimiento de independencia está muy involucrado en la campaña para liberar a los prisioneros, pero la campaña es mucho más amplia. Esto implica una experiencia de trabajo muy rica para tener ambas cosas. Oscar y otros prisioneros políticos tomaron una posición muy firme cuando fueron arrestados, en los casos de Chicago, y dijeron que rechazaban la jurisdicción del tribunal para juzgarlos como criminales a la luz del derecho internacional. En la escuela de Derecho no aprendes cómo representar personas como ésas (risas). No te enseñan cómo hacer abogacía creativa cuando estás trabajando con personas que no quieren ir a la corte.

“Por ejemplo, cuando Alejandrina Torres fue puesta en la cámara de tortura subterránea llamada unidad de alta seguridad de mujeres en Lexington, Kentucky, en 1986. Ella no demandó en los tribunales estadounidenses para impugnar sus condiciones de prisionera. Entonces, ¿cómo puedes ser su abogada si ella no te permite ir a la corte? Ella tiene derechos legales, pero usted tiene que encontrar la manera de ser una abogada creativa. Esto le lleva a diferentes foros, tribunales internacionales, a conferencias, el Comité de Descolonización de la ONU, todo tipo de experiencias maravillosas y lugares donde usted aboga, en una manera no tradicional que aprendió en la escuela de leyes.

“En el proceso, usted se convierte en parte de un movimiento, y con los prisioneros políticos esto es muy importante, porque ellos son parte del movimiento. Tu sensibilidad a lo que quiere el cliente y tu sensibilidad a lo que el movimiento quiere te ayuda a desarrollarte en una persona más responsable y en una abogada más responsable. La pieza activista en combinación con las avenidas legales que están disponibles es cómo se va formando la opinión pública.

¿Además de ser su cliente, quién es Oscar López Rivera para usted?

“Le daré un ejemplo: mi ahijada acaba de ir a Puerto Rico para su despedida de soltera, y me envió una foto de una imagen de Oscar en las calles del Viejo San Juan. Me dijo: ‘¡Su rostro está pasquinado en todas partes!’

“Lo veo como más grande que la vida, una persona que ha inspirado a la gente a unirse. Cuando usted se enfrenta con alguien que es una leyenda en su propio tiempo... Fui a verlo recientemente, estamos en la sala de estar y yo hablando de la Cumbre de las Américas [en Panamá, del 10 al 11 de abril]. Hay mucho caos en la sala de estar. Estoy sentada con este hombre en una prisión donde no debería estar, y estoy diciéndole a este hombre que su caso es un issue en Panamá. Es la combinación de lo mundano de estar en la sala de estar, las máquinas expendedoras, dándome cuenta de que él será registrado después de mi visita, y al mismo tiempo, de este mismo hombre se está hablando entre jefes de Estado.”

¿Cómo ve las posibilidades de que Obama le ofrezca el indulto a Oscar López Rivera antes de que deje la presidencia?

“A veces la gente me pregunta: ‘¿Cuándo viene Oscar a casa?’ Y yo digo, eso depende del trabajo que hagamos, no sólo los abogados. Obama tiene que tomar una decisión política, y tiene que ser políticamente conveniente para su partido. Y tenemos que hacerle entender que esto es conveniente para su partido. Él ha sido uno de los presidentes más tacaños de la historia moderna en conceder conmutaciones e indultos. Ha sido fuertemente criticado por eso. Él dijo recientemente en una entrevista que entendía que tenía que hacer más. Eso son buenas noticias.

“Tengo la esperanza de que nuestro trabajo siga siendo tan consistente y creativo como lo ha sido, así que somos incansables en mantener a Oscar visible, porque nuestra ventana se está cerrando. Tenemos que hacer saber que necesitamos a Oscar en casa.”

Dígame algo que pudiéramos no saber sobre Oscar López.

“Es alguien de quien he aprendido mucho, no como un maestro, pero cuando compartes experiencias de vida con alguien que tú valoras y aprecias, tú creces. Y he crecido enormemente de mi relación privilegiada con él.

“Él probablemente hace más ‘pull ups’, flexiones y abdominales que muchos de los jóvenes que le rodean. Él se cuida muy bien de sí mismo, porque sabe que sus carceleros no lo harán. Toma mucha responsabilidad de lo que come, lo que es muy difícil en la cárcel, y aún más porque es un vegetariano. Él es muy disciplinado. Entiende cuán valioso es el tiempo. Tiene su propia agenda, leer, ejercitarse, alimentarse; se corresponde con muchas personas. Es autodidacta, y tiene una memoria que es aterradora. Nunca olvida nada de lo que lee, nunca olvida nada, puede hablar de la historia de Egipto, sobre voleibol (se ríe). Entiende el mundo de una manera muy compleja. Es una fuente de conocimiento, sí. Así que, ¿por qué está en prisión? Él es un recurso para el País, para Puerto Rico, y Puerto Rico está siendo robado de ese recurso.”


* Periodista puertorriqueña especializada en asuntos de derechos humanos. Su investigación doctoral se centra en movimientos sociales, tecnologías digitales, género y desarrollo en América Latina y el Caribe. Traducción del inglés por CLARIDAD.

Foto de Jan Susler durante el Desfile Nacional Puertorriqueño en Nueva York en junio 2014 por Alina Luciano/CLARIDAD


Fuente: Claridad

 

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