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Roy Brown tiene vivo el recuerdo de la opresión policiaca PDF Imprimir Correo
Escrito por Mariela Fullana Acosta   
Domingo, 07 de Junio de 2015 00:49

Roy Brown

El artista se armó de su poesía para luchar contra las injusticias y abogar por la independencia de Puerto Rico. Algunas de las canciones de Roy Brown, como “Pa’l viejo y que adivine”, “Monón”, “Míster con macana”, nacieron cuando el artista tenía 20 años. (Nelson Reyes Faria / Para GFR Media)




Para llegar a la casa del cantautor puertorriqueño Roy Brown hay que sumergirse entre árboles y paisajes. Arribar hasta su residencia en el interior montañoso del pueblo de Mayagüez es una misión imposible si no se tienen instrucciones precisas. Llegar hasta el pueblo, seguir directo, doblar a la derecha, a la izquierda, subir cuestas, pasar casas, edificios, tomar curvas.

Un portón negro anuncia finalmente la llegada a la residencia del artista que carga un poemario en su garganta. Pero todavía no es tan fácil. Se le debe llamar.

Las instrucciones son exactas, y ahí aparece, en el marco de la puerta de una casa  horizontalmente terrera, sencilla. Está uniformado con mahones y una camiseta de la Cantata de Corretjer, estampada con la frase “Gloria a las manos negras porque trabajan”, del poema Oubao-Moin, de Juan Antonio Corretjer, el cual se canta gracias a él. Pelo amarrado en una cola, espejuelos y manos en los bolsillos, Roy Brown saluda con la timidez en la mirada.

Al entrar a la residencia, aparecen de inmediato las historias. Afiches de conciertos, libros, pinturas de Antonio Martorell, de Miguel Trelles, un piano antiguo de cola, fotografías con   sus hijos,  con Fidel Castro, otras con Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, con su querida amiga Zoraida Santiago, con Tony Croatto, imágenes de su infancia y juventud al lado de sus padres y hermano. La casa huele a humedad y tierra mojada. Tiene una hermosa vista que se estira hacia el mar y un patio cobijado bajo la sombra de dos árboles con raíces pronunciadas al que los une una hamaca tejida.

Estudia en la Universidad de Puerto Rico en la convulsa época de  los 60 y  70. ¿Hubiese podido desarrollarse como cantautor fuera de ese escenario universitario?

Hubiese sido imposible porque yo soy producto de una época, de unas cosas que estaban pasando. Yo soy un cronista de lo que estaba pasando. Tú oyes discos como “Yo protesto” (1970) y “Basta ya… Revolución” (1972) y  tú estás en la calle con nosotros.  

¿Y cómo fue grabar esos primeros discos, tomando en cuenta la represión política de la época?

Cuando yo me puse a grabar en las protestas tuve un impacto grande y un día  vino un comerciante, no fue una organización política, sino un puro comerciante que se enteró de mí, me habló, y me dijo que hacer un disco con este tipo de música iba a ser un palo, y lo fue. Hice ese primer disco (Yo protesto) sin enterarme de nada. Me puso unos músicos que ni conocía, por suerte estaba Henry Vázquez, un guitarrista y un hombre tremendo. Y era él, un bongocero y un bajista, así hicimos el disco. Recuerdo que lo que yo sabía en guitarra eran dos o tres tonos porqueyo estudié poesía, historia, filosofía y todo eso, pero yo no era un buen guitarrista. Sabía dos tonos y no podía hacer un montón de cosas, pero me salieron por las letras, por los textos y por el contexto. Había estudiado canto y todo, pero yo cambié mi voz para ese disco, yo canté como un muchachito de la calle.

¿Y por qué?

Porque  vivía literalmente en la calle. Cuando grabo ese primer disco yo no tengo casa, yo voy durmiendo de sitio en sitio porque a mí me botaron de mi casa. Mi mamá se suicidó, hubo un lío increíble, mi papá no me hablaba, fue una hecatombe. La vida mía pasó de ser un blanquito a convertirme  en un paria. Me iba a dormir a la casa de un amigo y la mamá cogía y me botaba. Me fui a vivir a un arrabal en Cantera. Vivía en un segundo piso y debajo de mi cama vivía con cinco o seis ratones, así fue.

¿Por qué su familia no aceptó ese nuevo curso con el que usted dirigió su vida?

Porque mi papá era militar y él se sintió ofendido que yo estuviese en contra de la Guerra en Vietnam, que censurara a los americanos por estar peleando una guerra en un sitio tan lejos y que trataran de meterme a mí en el ejército, porque me trataron de reclutar, lo que pasa es que no pasé la prueba de los oídos. Él no vio con buenos ojos eso, y mi mamá, pues...  Fue un dolor muy grande.  No me siento culpable, no fue culpa mía, obviamente habían otras cosas sucediendo en su vida.

¿En esos duros momentos continuó cantando?

Cantando, militando, vendiendo (periódicos) Claridad. Yo tendía hacia el ala radical independentista, pero tenía muy buenas relaciones con el PIP (Partido Independentista Puertorriqueño) y cantaba en sus actividades también. Este señor comerciante que te dije se ocupó de que ese primer disco estuviera en todos lados y, de hecho, una de las canciones, “Dime niña”, se escuchó en la radio. ¡En Utuado fue un hit!

¿Fue por esos primeros discos que lo consideraron terrorista y  lo acusaron hasta de que iba a matar al gobernador o fue por su militancia política?

Por las dos cosas, porque estaba teniendo impacto y la gente iba a escucharme y también porque estaba en el Movimiento Pro Independencia (MPI)  y después en el PSP (Partido Socialista Puertorriqueño). Cantar de gratis ya era subversivo.

¿Tuvo miedo en aquellos años?

Decir que no pasé por momentos terribles, no sería cierto. Hubo momentos muy difíciles. Recuerdo, por ejemplo, que junto a Noel Hernández, íbamos y cantábamos frente a las escuelas. Los estudiantes salían y llegaba la policía y nos rodeaba, nos intimidaban, y eran más grandes que nosotros.  Hubo otro momento que estábamos haciendo guardia porque iban a pasar unas películas de Cuba en un cine en Río Piedras y nos turnábamos vigilando el sitio para que no llegaran a tirar una bomba. La noche que yo estaba pasaron y tiraron una bomba. Yo estaba lejos, pero me explotó la bomba, así que sí hubo momentos de peligro.

Dice en su biografía oficial que canciones como “Pa’l viejo y que adivine”, “Monón”, “Míster con macana” nacieron cuando tenía 20 años, cuando no sabía bien quién era. Ahora a sus casi 70 años, ¿podría decir quién era ese joven?

Al ser joven tenía mucha fe en la humanidad y en que a través del arte se podían cambiar las cosas y despertar conciencia, pero sobre todo, tenía rabia de que hubiese tanta injusticia. Había que hacer algo, había que tirarse a la calle y cantar verdades y arriesgarse, era propio de la juventud hacer eso. Las cuestiones familiares, la muerte de mi mamá, el rompimiento de mi familia, estar realmente en la calle, pues todo eso  me impactó. Lo que pasa es que yo no me rendí, no sucumbí a esa pena, sino que dije: “Tengo derecho a hacer esto, no tengo que ser soldado e ir a matar gente, no tengo que estar sujeto a que Puerto Rico es una colonia y que la gran mayoría de la gente esté a favor de la colonia, yo no lo tengo que aceptar y no lo voy a aceptar”.  Viví mi vida y cuando me fui de Puerto Rico en 1976 con mi familia, me fui rabioso, me fui rabioso con el movimiento independentista, me fui rabioso con Puerto Rico y me fui determinado a que yo me iba a ser músico independiente, que no iba a regirme por las reglas. Si yo hacía una buena canción, pues la canción la gente la iba a oír y no iba a depender de la radio ni de los discos, iba hacer lo que tenía que hacer y la vida me iba a dar.

¿Por qué cree que  sus primeras canciones  siguen contando con auge incluso entre los  jóvenes que no vivieron ese contexto político social de los 70?

Porque esas canciones  describen  una sociedad que no ha cambiado mucho. Están los mismos líderes políticos, los mismos líderes, los mismos partidos, las mismas divisiones. Puerto Rico no ha avanzado mucho en el aspecto político. Ha avanzado en unos aspectos de que es una sociedad más tolerante porque hay más medios.

¿Entiende que pertenece a una generación que fracasó?

Pienso eso solamente cuando me doy cuenta que quizás nosotros, la gente de mi edad, no estamos permitiendo que los jóvenes sean los que dirijan la lucha por la independencia y la libertad social y no es que nosotros lo hagamos mal o que lo hicimos mal, pero de verdad que nosotros debemos organizarnos para ser el apoyo económico, moral, de esos jóvenes. Necesitamos otro tipo de manera de enfocar la lucha, otro lenguaje y tenemos que permitir que esta gente crea en ese otro lenguaje y está todo en contra de ellos porque no estamos hablando bien el español ni el inglés. Pero no encuentro que nosotros fracasamos porque hicimos lo que teníamos que hacer y qué más puede uno en la vida que hacer  lo que uno tiene que hacer. Nosotros nos arriesgamos. Entonces nosotros no fracasamos, lo que pasa es que a veces uno no gana. Walt Whitman tiene un poema que yo musicalicé que dice qué bella es la derrota, y así termina el poema y así termina la canción,  a veces uno pierde. (Extracto de la entrevista.)

 

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