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Perseverancia en el Nuevo Año PDF Imprimir Correo
Escrito por Josefina Pantoja Oquendo   
Domingo, 03 de Enero de 2016 00:14

oscar

Con solo un año por delante para terminar su mandato, el presidente Obama no ha ejecutado la acción que únicamente le corresponde a él; la firma del papel que le otorgará el indulto presidencial.



Escribo este artículo el día siguiente a la Navidad. Como es costumbre me fui a la casita de la playa para compartir con la familia la comida de la Nochebuena, hablar sobre lo que está pasando en el país, contar anécdotas de cuando teníamos a nuestras madres y padres físicamente, alegrarnos de los éxitos que está alcanzando la parentela de menos edad. Estas reuniones del 24 de diciembre, en la despedida de año y el Día de Reyes, son parte de nuestras vidas desde que recuerdo. Los cambios han respondido más bien a la partida de nuestra gente mayor. Por ejemplo, estoy a cargo de la comida, la que antes hacían mami y mi titi. Me ha servido mucho haberlas observado tantas veces cocinar sin receta, a puro ojo. El "triqui" de que la cuchara quede a determinada altura dentro del arroz con gandules para que no se "amogolle", es clave. Ellas hacían los pasteles, que eran insuperables. Ahora los compramos y solamente aportamos la cantidad de sal que se añade al agua porque es una proeza embarcarse en dicha tarea. Con gusto pagamos por ellos con la seguridad de que quedarán bien y evitaremos el reguero. Pernil para quienes comen cerdo, ensaladas, escabeche de viandas y majarete hecho por mi prima. Muy rico, pero el familión, incluyéndola, concluye invariablemente que nadie superará el de Tía Pocha, mi mamá. Perseverar en los encuentros en esta temporada me hace sentir cuánto nos queremos y que nos apoyaremos unos a otras en las buenas y en las malas. Los rituales han sufrido las modificaciones que el paso del tiempo ha requerido, pero mientras pueda mantendré el entusiasmo familiar para el junte navideño.

Esa misma perseverancia que fortalece y provoca esperanza es la que debe motivar a toda la gente que ha visto llegar la Navidad una vez más, sin que sea parte de la celebración la excarcelación del querido compañero Oscar López Rivera. Con solo un año por delante para terminar su mandato, el presidente Obama no ha ejecutado la acción que únicamente le corresponde a él; la firma del papel que le otorgará el indulto presidencial. Son muchas las acciones que se han llevado a cabo en Estados Unidos, en Puerto Rico, en otras partes del mundo, por boricuas y por personas solidarias; por mujeres y hombres entre quienes se incluyen desde presidentes de países y Premios Nóbel de la Paz hasta la ciudadanía de a pie que ha firmado cartas de apoyo o ha participado en alguna de las múltiples actividades que se han desarrollado para llamar la atención sobre el caso del patriota. Sin embargo, el habitante de la Casa Blanca, cuyo trasfondo académico y formación en Derecho debieron servir de agente catalítico para que reaccionara ante una injusticia que se levanta como bandera de denuncia de una crasa violación de derechos humanos, sigue mirando hacia el lado. Esto, a pesar de que se trata de una situación muy parecida a la que enfrentó el carismático y respetado líder surafricano, Nelson Mandela, a quien tanto admira Obama.

Lejos de desanimarnos ante la inexplicable falta de acción presidencial, nos corresponde continuar insistiendo. Lo que hasta ahora se proyecta como indiferencia debe servirnos de acicate para encontrar formas creativas de expresar nuestra exigencia de excarcelación, siempre dentro de los márgenes de respeto a los parámetros que el "Comité de Campaña por la Excarcelación de Oscar", mantiene para no recurrir a eventos que puedan ser contraproducentes para lograr la meta por la cual se lucha. En el caso de las "34 Mujeres por Oscar Hasta su Regreso", compartimos la Navidad con el compañero desde el Puente dos Hermanos, como cada último domingo de mes. Mujeres y niñas con un gran talento le regalaron su música en la distancia, reafirmando así que el apoyo a ese boricua que se mantiene en lucha y resistencia, a pesar de la desproporcionada sentencia de 34 años, cruza edades, ideologías políticas, creencias religiosas, entre tantas otras cosas que nos dividen cuando no se respeta y se valora la diversidad.

El 6 de enero Oscar cumplirá 73 años de los cuales ha pasado 34 encarcelado, una docena de ellos en condiciones que pueden calificarse de tortura. Este tiempo supera el vivido por otras prisioneras y prisioneros de orden político de nuestra Patria y probablemente del entorno caribeño y latinoamericano. A través de sus escritos, por el alcance de sus conversaciones, inclusive por la transparencia de sus pinturas, habilidad que desarrolló y pulió de forma autodidacta, queda demostrado que la amargura, el odio y otros sentimientos negativos no han ensombrecido su corazón. La consigna de "En lucha y Resistencia" que le acompaña, nos permite apreciar que la liberación de la Patria sigue siendo punto principal de su agenda y de su conciencia. Es la misma causa por la que fue perseguido, arrestado, llevado a un Tribunal al cual no le reconoció jurisdicción. Igual que sus compañeras y compañeros, fue sentenciado de forma arbitraria a sentencias que desbordan lo imaginable, tomando en cuenta que no hubo acusaciones relacionadas con hechos de sangre, tráfico de drogas, ni nada parecido. El manto de la "Conspiración Sediciosa" fue la base del abuso.

La labor que realiza Oscar desde la cárcel, opinando a través de sus cartas, y en las pocas entrevistas que han sido permitidas sobre diferentes temas que afectan a Puerto Rico, a la población que vive en la Isla y a la Diáspora, es su forma de lucha. También lo es servir de inspiración y ejemplo a muchísimas personas que vinculan su encarcelamiento con la oprobiosa condición colonial de la Isla. Su enfoque y exhortación hacia los trabajos unitarios, a distanciarnos de debates y acciones que propenden a hacernos perder el foco de la necesaria soberanía nacional para decidir nuestro destino político y construir una mejor sociedad, es lucha incansable, perseverante.  

Por otro lado, la resistencia de Oscar se manifiesta en que no ha permitido que el ocio que aniquila a los presos de la población típica, es decir, por delitos comunes, lo avasalle. Su día está tan ocupado leyendo, escribiendo, contestando cartas, pintando y enseñando a pintar a otros confinados, ejercitando su cuerpo, reflexionando, que no hay espacio para que la rutina carcelaria se lo trague. Aunque las condiciones no son tan degradantes como en años anteriores, no hay espacio para confiar. Es la perseverancia y la disciplina en la forma y estrategias que utiliza para sobrevivir el encierro, lo que le permitirá esperar por la acción presidencial que abra las puertas de la institución carcelaria y de paso al encuentro con su familia y con su Pueblo.

Nos corresponde a quienes estamos en lucha y resistencia fuera de la prisión, respetando las distancias con la lucha heroica de Oscar, mantener la visibilidad de su caso, del crimen en materia de derechos humanos que representa mantenerlo en la cárcel. Perseverancia en la denuncia, en la militancia, en la solidaridad hasta que salga de la celda, de la prisión; respire y sienta el olor de la tierra y del mar borincanos.

Fuente: Claridad

 

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