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Rafael Cancel Miranda: Guerrero de la Patria PDF Imprimir Correo
Escrito por Cándida Cotto / Claridad   
Jueves, 25 de Febrero de 2016 09:48

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«Después de conocer al imperio a través del tiempo, lo único que siento es no haber hecho más». / Foto por Alina Luciano/CLARIDAD

 


En CLARIDAD gozamos del privilegio de que don Rafael Cancel Miranda nos visite regularmente. El café que cuela la compañera María Montañez, decimos, es el motivo principal. Por supuesto, siempre viene acompañado de ese ser tan especial que es su esposa, secretaria, chofer, guía, lectora, María de los Ángeles (Angie) Vázquez. A su llegada todos salimos a brindarle nuestros respetos.

No siempre se tiene el honor de compartir con un ser humano tan excepcional cuya vida entera ha estado al servicio de la Patria. Es el único que todavía se encuentra entre nosotros de los cuatro nacionalistas que -junto a Lolita Lebrón, Irvin Flores y Andrés Figueroa Cordero- se atrevieron a ir a atacar al Congreso de Estados Unidos en 1954 para denunciar ante el mundo la mentira que ese país dijo ante las Naciones Unidas (ONU) de que Puerto Rico había dejado de ser colonia. Mentira que hoy el propio imperio desmiente.

Pero volvamos a don Rafaelito, como le llaman muchos, pues él mismo dice que de los nacionalistas siempre fue el más pequeño. Este año, el 42do. Festival de Apoyo a CLARIDAD  se le dedica a Rafael Cancel Miranda y a la memoria de su padre, don Rafael Cancel Rodríguez. Su padre también fue nacionalista, colaborador del maestro Pedro Albizu Campos. Dada esta significativa ocasión, Claridad le visitó en su casa para conversar un poco, desviándonos del tema político.

Aunque dice que no recuerda la primera vez que estuvo en el Festival de CLARIDAD luego de salir de prisión el 12 de septiembre del 1979, don Rafaelito sí recuerda que las primeras veces que fue siempre se topaba con su amigo Juan Mari Brás.

Conversar con don Rafaelito es como ir en un viaje de anécdotas de cuando estuvo los primeros dos años en prisión por negarse a servir en el servicio militar obligatorio y luego los otros 25 por los actos del ataque al Congreso. A la pregunta de qué fue lo primero que se le vino a la mente cuando le dijeron que se le dedicaría el Festival, nos dice, “Primero, el gran honor, y segundo mi padre, porque yo no podría en este caso imaginar un homenaje sin que estuviera la persona que fue mi mejor maestro, mi ejemplo de vida, que es mi padre. Y me alegró mucho cuando se aceptó que fuéramos los dos, eso triplica el homenaje para mí que sea mi padre también. Me sentí con mucho orgullo. He tenido honores, incluyendo la medalla José Martí, en Cuba y otras. Y un honor grandísimo que tengo, el mayor regalo que te pueda hacer un indio, que es regalarte su collar de guerra, lo tengo ahí, el collar de Leonard Peltier, que todavía está preso. Cuando salí de prisión él me regaló su collar de guerra. Ése es uno de los mayores honores. Cada vez que iba a Estados Unidos y había un poblado indígena venían a bendecir el collar”.

Pocas personas conocen de la afición musical que Cancel Miranda desarrolló en prisión. Su música preferida, nos dice, son los boleros y los tangos.

“Ahí está la guitarra”, -y la señala. Estuvo conmigo 50 años, muchas veces me acompañó. Cuando estuve en confinamiento solitario me ponía a improvisar. Me ayudó a hacer tiempo en la prisión”, dice sonriente.

Agrega que cuando salió de prisión, en tres ocasiones le invitaron al Conservatorio de Música para hablar de cómo la música le sirvió de terapia para poder “hacer tiempo en la cárcel”. Rafaelito le llama a su guitarra “la ex presa”. En una mezcla de orgullo y humildad, cuenta que en una de las ocasiones que compartió en el Conservatorio de Música llevó la guitarra y los estudiantes la afinaron y tocaron.

Entre risas, en un tono suave que no se le escucha cuando habla de la lucha, cuenta: “Eso vino por ayudar a un amigo. Cuando salí de Alcatraz a Leavenworth había un mexicano, Frank Sepúlveda, que escribía música, pero no podía ponerle lírica. Y va donde mí a decir si podía ayudarlo a ponerle letra a la música de él. Le dije ‘bueno, lo intento’. Ahí es que me intereso en la música. Entonces empiezo a comprar libros, a leer y aprender. Conozco lo bastante como para enseñar la teoría musical y la guitarra. Pero venía uno, y repetía, y repetía, y al mes ellos tocaban mejor que yo”. Dice que todavía tiene cosas de la teoría musical que escribió en la prisión.

¿A que el lector no se lo imagina? Su cantante preferido es Daniel Santos y luego José Luis Moneró. De los más recientes Chucho Avellanet. De las cantantes féminas, Carmen Delia Dipiní, “sobre todo cuando cantaba las canciones de Sylvia Rexach, ahí me iba en un viaje”.

Con el baile no le sucede lo mismo, aunque en su juventud dice que bailaba algo de mambo en las actividades de la Junta Nacionalista de Nueva York. Pero dice que le gusta más ver bailar a la gente.

Le pregunto si hay algún país en particular que le interese visitar y nos cuenta del hecho de que hace alrededor de seis años que no puede viajar al exterior por negarse a usar el pasaporte de Estados Unidos. “Yo nunca he aceptado la nacionalidad gringa. Antes viajaba con mi acta de nacimiento y mi licencia de guiar”.

Para poder visitar a algún país, el héroe nacionalista viajaba en el ferry de Puerto Rico a Santo Domingo y de este país hermano podía entonces tomar un vuelo hacia el destino que fuese. Pero desde que el gobierno de Estados Unidos impuso que incluso para el viaje en el ferry había que usar el pasaporte, Cancel Miranda no ha podido viajar y ha tenido que rechazar invitaciones de seis países. Antes de eso, pudo visitar Santo Domingo, Cuba, Guatemala, México, Ecuador y Venezuela. De la visita a Venezuela “todavía siento que no me retraté con Chávez. Todo el mundo se retrató y yo a la hora de la fotografía…”.

Le digo que no se atrevió a tomarse una foto con el presidente Hugo Chávez porque es tímido y me contesta, “tú dices tímido, en mi barrio le dicen ‘pajuato’. Eso es algo que siento todavía”, repite.

Don Rafaelito nos admite que de las invitaciones que ha tenido que rechazar, la más que siente es no haber podido ir a Bolivia.

Nos remontamos a su juventud y coincidimos en imaginar que si el presidente de Cuba en 1952, Fulgencio Batista, no lo hubiese expulsado del país, lo más probable es que hubiera estado en el ataque al Cuartel Moncada. Rafaelito se escurrió a la hermana isla huyendo del FBI (Buró Federal de Investigaciones) que lo buscaba por negarse al servicio militar. Cuando Batista lo expulsó ya llevaba 14 meses en Cuba.

La intención del adolescente Cancel Miranda era estudiar Filosofía y Letras en la Universidad, pero el destino, su amor patrio, alto sentido del deber, lo llevó a seguir una vida de lucha política profunda y activa. Cuenta que su adolescencia la pasó en Mayagüez hasta que tuvo que salir a estudiar a San Juan. Lo echaron de las escuelas en Mayagüez por resistirse a la enseñanza en inglés y a jurar la bandera gringa.

“Llegué a la Escuela Baldorioty de Castro en San Juan, ahí conocí a Jacobo Morales”, recuerda. Eso fue a los 17 años. Pero antes de terminar la escuela superior el FBI lo arrestó por negarse a inscribirse en el servicio militar. “Los estudios se acabaron ahí”. Corría el año entre 1948 a 1949. Por su negativa lo sentenciaron a dos años de prisión, los cuales cumplió en la prisión de Tallahassee, estado de Florida, EEUU. “Tuve que hacer el tiempo completo porque había mucho racismo”. Recuerda que en esa prisión “tuvo” que darle a un guardia delante de todo el mundo.

De paso, cuenta otro dato de la historia y el nacionalismo puertorriqueño. “En la historia de Puerto Rico hay algo que no ha sucedido en todo el mundo. Un padre y sus cinco hijos, entre ellos uno cieguito, fueron todos a la vez a prisión por negarse a servir en el ejército yanqui”. Se refiere al nacionalista Ramón Medina Ramírez y sus hijos.

Luego de la idea de estudiar Filosofía y Letras, dice que comenzó a pensar en estudiar abogacía, por aquello de ayudar.

“Pero antes de eso, por un tiempo mi familia esperaba que yo iba a ser sacerdote porque leí un libro del padre Damían, un sacerdote que se dedicaba a curar leprosos sabiendo que se podía contaminar. Se contaminó y murió de lepra. Me impactó tanto la historia de él que me dio la idea de ser sacerdote”.

Reconoce que se dio cuenta a tiempo de que no podía ser sacerdote por el celibato. “Era muy enamorao de jovencito. Me di cuenta y cambie, pero pensé en abogacía, también en Filosofía y Letras, porque me encanta pensar. Pero el FBI tenía otras ideas”.

Tan así fue que mientras estuvo en la escuela Baldorioty escribió su primera obra de teatro, la cual estaba a punto de que la representaran cuando lo arrestó el FBI. “Ya teníamos los artistas. Creo que Lydia Echevarría era una de las que iba a ir. Recuerdo a una rubita chiquita”, alude sobre Echevarría. “Ahora mismo no sé dónde está la obra”. La trama era sobre la confrontación entre el amor y el dinero.

Ya en la prisión en Tallahasee por primera vez escribió otras dos obras, El anillo de la Virgen, y El beso eterno. La primera es la historia de un joven pobre que va a casarse y no tiene con qué darle a la novia un anillo. La virgen de la catedral de su pueblo tiene un anillo y él se lo quita para dárselo a la novia. Como es de esperar, al joven lo denuncian y cuando lo llevan a juicio, de pronto sale una viejita que quiere ser testigo del muchacho y le permiten ser testigo. Imagine el lector el desenlace. De la segunda reímos todos ante un título tan pasional y sugestivo que considera que no hace falta más descripción.

¿Qué prefiere, el campo o la ciudad?

Admite que le es difícil decir si prefiere la ciudad o el campo ya que casi toda su vida ha vivido en la ciudad. “Mayagüez es ciudad, no es campo”, aclara de entrada.

Le pregunto si es “animal lover”, confiesa que no.

“Pero te voy a decir algo que para mí es importante. Me mueve la sensibilidad. Siempre he dicho cómo fue que yo supe que había vencido la prisión”.

Narra que tras la excarcelación de la prisión de Marion, Illinois, que es de máxima seguridad, fueron a Chicago y allí les hicieron un recibimiento en la Escuela Superior que ahora se llama Pedro Albizu Campos. Entre los estudiantes había una joven ciega que le escribía a la prisión y que le llamaba “Tío Pito”. Estando en la escuela conversando, de pronto escucha una voz femenina que va caminando hacia él, está diciendo “Tío Pito”. Se voltea, “la veo y se me salen las lágrimas. Me di cuenta de que todavía soy capaz de llorar por otro ser humano, sentir por otro ser humano. Así que la cárcel no me venció porque lo que me llevó a la cárcel fue mi sensibilidad. Tenía la sensibilidad de llorar, capacidad de llorar, por otro ser humano. Dije ‘vencí la cárcel’. Ahí fue que me di cuenta que no pudieron romperme. Para mí eso es importante”.

Para Cancel Miranda, la situación de crisis económica y social que vive el País está despertando al pueblo a la realidad colonial.

“Antes el pueblo estaba como dormido, la crisis lo está despertando. Antes le presentaban a los Estados Unidos que sin ellos no podemos vivir, que son lo mejor del mundo, pero ahora han sufrido una serie de humillaciones que el pueblo se está dando cuenta y ya no pueden hablar ,como decía Sila Calderón, ‘lo mejor de los dos mundos’, o como decía Rosselló, ‘lo mejor está por venir’ y que éramos ‘el puente de las Américas’. Todo eso se acabó y muchas veces es necesario que haya una crisis para que haya resultados”.

Llama la atención de que el pueblo siempre ha luchado y atribuyó que en estos momentos la diáspora puertorriqueña “está batallando por Puerto Rico como si vivieran aquí y está consciente y eso nos hace más fuerte. La gente está viendo que es bajo el poder norteamericano que hemos estado pasando esta crisis. Ya nadie te habla de la colonia como algo exquisito y ahora se están dando cuenta que la situación la debemos al coloniaje”.

El espíritu guerrero y siempre joven de don Rafaelito, quien se apresta a cumplir 86 veranos el mes de julio, expresa su confianza en nuestra juventud.

“Hay esperanza, tiene que haber lucha y los jóvenes han demostrado el valor y la capacidad de lucha”, no sin antes advertir que hay que darles a conocer nuestra historia y llevarles la verdad.

Esta entrevista de CLARIDAD es una de las muchas que la Prensa en Puerto Rico en general le ha hecho a nuestro héroe nacionalista. Para terminar le pregunto si hay algo que quiera decir que nunca le han preguntado sobre sus acciones. Riendo me cuenta que una vez en la radio un locutor, preocupado por una entrevista que tendría con él, alguien le calmó diciendo: “No te apures que Rafael te va a contestar lo que le preguntes y lo que no le preguntes. Así que, después de conocer al imperio a través del tiempo, lo único que siento es no haber hecho más”.

 

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