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Hablando de deudas, ¿quién le debe a quién? PDF Imprimir Correo
Escrito por Arturo Massol Deyá   
Miércoles, 04 de Mayo de 2016 17:40

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Las claras señales de desprecio que llegan desde el Norte a nuestro pueblo rebasan muchas fronteras ofensivas. Nos ahogan en esta cruda condición colonial con todo, incluyendo ahora la monumental e impagable deuda pública. Esa inducción al endeudamiento con alta dependencia económica imposibilita cualquier ruta hacia una definición política digna.



Nos aterrorizan colectivamente mientras nos bañan de estigmas malsanos como si los puertorriqueños fuéramos el problema central.

No soy bonista ni político ni economista pero, como ecólogo con muchos años de investigación en Vieques, me hago siempre la misma pregunta: ¿Quién le debe a quién? Allí la impunidad domina y la ciencia del Estado se usa para encubrir, un delito grave en cualquier sistema de justicia.

¿Cuál es el legado de la Marina de Estados Unidos en Vieques? Deterioro de la salud, ambientes impactados que no pueden ser aprovechados para la agricultura, miles de bombas sin detonar en el ecosistema terrestre y miles más en el lecho marino que, lentamente, se oxidan y descargan sus contaminantes al ecosistema abierto; el USS Killen hundido en Bahía Salina del Sur, varias lagunas destruidas y acuíferos contaminados.

Entonces, ¿cuál es la deuda –ya no sólo retroactiva sino prospectiva– del gobierno de EEUU tras haber ocupado este espacio por siete décadas? Tomemos dos ejemplos concretos: uno de impacto agrícola y otro de basura tóxica.

El periódico digital de economía y negocios en Puerto Rico, Sin Comillas, reportó en enero de 2014 el proyecto de siembra de caña de azúcar en la zona del Coloso en Aguada. La propuesta agrícola para 20,000 cuerdas de terreno estimó la creación de 1,300 empleos directos y otros 4,000 indirectos. Con la siembra de caña se podrían producir unas 800,000 toneladas de caña de azúcar para 20.5 millones de galones de melaza. De desarrollarse propiamente, esa producción tendría un valor de sobre $51 millones anuales para cubrir apenas la mitad de la demanda de mieles de las destilerías del País.

La Marina de Guerra dejó cerca de 20,000 cuerdas de terreno viequense no aptas para cultivo, por eso su designación de ‘Reserva Federal’. Es decir, al menos por los próximos 100 años (y yo estimo que son muchos más), allí no podrán hacer aprovechamiento agrícola de caña como ocurría previo a los desahucios militares de los años 40. En aquel entonces, unas cuatro centrales azucareras, siembras de piña, ganadería, cocoteros y siembras de frutos menores dominaban la actividad económica de la Isla Nena. Desde la perspectiva agrícola y utilizando el espejo de Coloso, la Marina de EEUU adeuda el equivalente a $51 millones anuales en pérdidas agrícolas potenciales, ausencia de 5,300 empleos y lo que esa economía de producción representa socialmente.

Por otro lado, a cualquier hijo de vecino se le multa $500 por tirar basura doméstica. En Vieques, la actividad militar dejó más de 2,000 bombas sin detonar bajo el mar. Si cada una de estas bombas representase un evento al menos 10 veces peor que la basura doméstica, la Marina de Guerra debería ser multada por $10 millones al año ($5,000 de multa por 2,000 eventos). Tardarán décadas para que esta basura tóxica se diluya completamente en el Mar Caribe, agravando aún más las consecuencias en la pesca.

La destrucción de las lagunas Anones, Gato, Icacos y Kiani, entre otras, más lo que ellas representan como albergues de diversidad para la producción pesquera, sumado a la cantidad de agua de la Isla Grande que hay que bombear a Vieques porque sus acuíferos no se pueden usar, y el impacto de daños ecológicos y riesgos percibidos al turismo, entonces estamos hablando de una deuda multimillonaria. Ni hablar del valor de una vida humana, daños a la salud, las muertes inducidas y las muertes que se incuban por la contaminación.

A esto añádale un penalidad por ‘failure to responsibility’ de las agencias federales como la Agencia para el Registro de Sustancias Tóxicas y Enfermedades (ATSDR, por sus siglas en inglés) que en lugar de atajar las rutas de exposición de contaminantes y reducir los riesgos, se han dedicado a mal-informar promoviendo la ausencia de una buena política de salud pública preventiva. Entonces la deuda y sus intereses se siguen multiplicando. La Marina de Guerra entró al impago desde su primer día en territorio viequense.

En nuestro País se han acumulado muchas deudas pero no se discuten aquellas que comprometieron nuestros bienes comunes. ¿Qué tal el impago por daños al ecosistema causados por el agente naranja con que se experimentó en múltiples bosques, incluyendo el Cerro Las Mesas en Mayagüez, el Yunque y Vieques? ¿Cuánta agua no podemos usar hoy por la contaminación industrial de nuestros acuíferos por multinacionales? ¿Cuánto le debe la carbonera AES en Guayama al País por la disposición impropia de sus cenizas bajo carreteras, urbanizaciones de interés social y otros espacios de nuestra isla? ¿Cuánto le deben al País aquellos que le transfieren el riesgo de experimentar con transgénicos en nuestras mejores tierras agrícolas? La lista de deudas por cobrar es larga y parece no terminar…

Fuente: Claridad

 

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