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La Junta de Control Fiscal y su efecto en la juventud PDF Imprimir Correo
Escrito por Ángel Pérez Soler / Especial para Diálogo   
Martes, 10 de Mayo de 2016 16:07

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“Los políticos del Partido Nuevo Progresista (PNP) y del Partido Popular Democrático (PPD) aceptan una Junta de Control Fiscal, que más allá de proponer reducir el salario mínimo de $7.25 la hora a $4.25, nos expone a seguir bajo el sistema de explotación a los más jóvenes".

 

 

 

¡Estudia para que seas alguien en el futuro! Movido por esta frase, cientos de jóvenes puertorriqueños han decidido invertir tiempo y dinero en altas jornadas estudiantiles para conseguir sus bachilleratos, maestrías y hasta doctorados. En los pasados diez años, han sido miles los que han desfilados con sus togas, sonrisas y diplomas en diversas materias con la idea de ser “alguien en la vida”. De un momento a otro, todos aquellos que nos criamos con esta frase y nos estimularon a correr cientos de horas de estudios, nos cuestionamos: ¿Será que nuestros padres nos mintieron?

No, los padres y madres que nos dijeron esa frase, vienen de un Puerto Rico distinto al que nos toca vivir a los/as jóvenes que trabajamos hoy o los que se preparan para ello. El Puerto Rico de nuestros padres fue el de finales de 1980 y la década del 1990, cuando existían zonas industriales llenas de un discurso supuestamente progresista, que hoy vemos fue un fraude. Nuestros padres escucharon los buenos salarios que tenía un ingeniero que trabajaba en la fábrica, el mismo ingeniero que hoy está desempleado. O escucharon del otro ingeniero que estudió maestría en arquitectura y el banco le dio un gran préstamo para construir la urbanización, de esas que hoy andan vacías trayendo consigo un gran impacto ambiental. O escucharon la historia de aquel joven que estudió en una gran universidad estadounidense (cuyo nombre apenas puedes pronunciar) y llegó a Puerto Rico a dirigir el Departamento de Educación (el mismo individuo que lo llevó a la crisis insostenible de no poder reclutar ni los maestros para dar el servicio que nuestros niños y jóvenes merecen). También escucharon la historia de algún profesor que gracias a sus “grandes conocimientos” fue legislador de algún partido y salía en la televisión, el mismo legislador que hoy es culpable de la deuda, de la venta de la Telefónica, de los hospitales, expresos y otras tantas tragedias de nuestro asediado país.

Ahora, después que hasta de nuestros padres nos hicieron dudar, cabizbajos, sin propuestas, los políticos del Partido Nuevo Progresista (PNP) y Partido Popular Democrático (PPD) aceptan una Junta de Control Fiscal la cual más allá de proponer reducir el salario mínimo de $7.25 la hora a $4.25, nos expone a seguir bajo el sistema de explotación a los más jóvenes.

La reducción salarial es el tema que más alarma a los jóvenes, pero dónde dejamos la inestabilidad que provoca expandir de tres meses de probatoria a un año para asegurar su permanencia. Será que hemos cerrado los ojos y no queremos reconocer el juego sucio de las empresas privadas al contratar a miles de jóvenes en tiempo de ventas altas. ¿Qué pasará cuando la aprobación de la Junta de Control Fiscal permita a las megatiendas el juego de contratar por un año los servicios de cientos de jóvenes y el día antes de conseguir la permanencia les llegue una carta desistiendo de sus servicios? ¿O qué pasará con el joven padre/madre de familia que al fin llega el anhelado momento que la compañía le brinde el “beneficio” de un plan médico con el fin de cubrir cualquier situación de salud de su hija o hijo y le entreguen la misma carta?

Es que la Junta de Control Fiscal no es otra cosa que la herramienta para profundizar la estrategia del capital financiero en hacer ganancias sin mirar rostros, sin mirar sufrimientos. Esta Junta estará compuesta por economistas y banqueros que buscaran adelgazar nuestro maltrecho presupuesto de $9 mil millones, a algunos $7 mil millones. La reducción presupuestaria se vestirá de padres y madres que verán como sus primeros empleos a tiempo completo serán congelados. Se vestirá de aquellos que creímos en nuestros padres y estudiamos para “ser alguien en la vida” y que sin pena, ni gloria quedaremos sin empleo, cantando aquella famosa canción de Lavoe; “pronto llegará el día de mi suerte”. O seremos esos que hoy estamos empleados sin ninguna estabilidad y que cada fin de año nos vemos estresados porque desconocemos si tendremos dinero para continuar llevando comida a la mesa de nuestras recién fundadas familias. De lo que se prescindirá será de los servicios básicos y más elementales. Aquellos que no producen grandes edificios, ni coliseos, aquellos que trabajamos con los jóvenes para que no caigan en el tentador mercado de lo “ilícito” a falta de un trabajo “lícito”.

La crisis ya la estamos viviendo, es que los jóvenes que le creímos a nuestros padres, somos los que no podemos comprar casa propia, porque el banco no confía en nuestra estabilidad económica, somos los que no podemos proveerle un buen seguro médico a nuestras familias, los que apenas podemos disfrutar a nuestros hijos porque tenemos que trabajar en más de un lugar y que encima de eso tenemos que pagar grandes préstamos estudiantiles para cumplir ese deseo de nuestros viejos de que “fuéramos alguien en la vida”.

El tema de la Junta de Control Fiscal es un tema de todos, de aquellos que trabajamos en la empresa privada o los que trabajamos en el sector público. Joven que destinas unos minutos a leer estas líneas, no permitas que tus hijos e hijas pasen por tu odisea. Tener un hogar seguro, plan médico y un trabajo estable es lo más elemental para vivir y hay unos cuantos que prefieren seguir guisando mientras tú te ves en la mala. Mira los postes y edificios abandonados, sus caras están ahí, retratados con el cinismo y acompañados de un eslogan que habla de ir al cambio. Son esos, los que se visten de rojos y azules.


El autor es Trabajador Social Coordinador del Proyecto CAUCE y profesor de la Escuela Graduada de Trabajo Social Beatriz Lassalle de la Universidad de Puerto Rico.


 

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