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Natalicio de Eugenio María de Hostos, sábado, 14 de enero PDF Imprimir Correo
Escrito por MINH-Zona de Mayagüez   
Jueves, 05 de Enero de 2017 16:40

hostos

Ven a conmemorar el natalicio de el Prócer de la Independencia, Eugenio María de Hostos el sábado, 14 de enero en la plaza de Mayagüez.

 

hostos

 

 

Eugenio María de Hostos: Biografía mínima

Escrito por Marcos F. Reyes Dávila

 

El título de estas líneas pretende aludir a que en ellas hablaremos de la biografía de Hostos tanto como del destello luminoso de su obra. Una no existe sin la otra. Mas esa obra no es sólo escritura: es, quizás más que otra cosa, obra de acción, tanto de carácter político, moral, filosófico, sociológico, jurídico, literario, como educativo, que es el rasgo que en la colonia puertorriqueña se acentúa para ocultar las otras.

No obstante, todas estas líneas de acción, convergen en una línea de acción principal, la libertaria, la del libertador, tanto de personas como de pueblos. Hostos fue, ante todo, un libertador.

Para imbuirle un orden pedagógico a estas líneas, embrión mínimo para una biografía, haremos un resumen de la vastísima obra hostosiana siguiendo un formato cronológico y esquematizándola en cinco etapas.



1. Etapa de formación o española (1839-1969)

Hostos nació en el Barrio Río Cañas, en las montañas de Mayagüez, próximo al municipio de Las Marías, el 11 de enero de 1839. Hijo de un escribano mayagüezano, pasó la mayor parte de su infancia en el pueblo de Mayagüez. Su padre, Eugenio de Hostos, se interesó en la educación de sus muchos hijos, y comenzó a enviarlos a España. Allá, concretamente a Bilbao, fue a parar Hostos, detrás de su hermano mayor, tan temprano como en el 1852, con sólo trece años. Su vida habría de ser zarandeada muy pronto por la tragedia: la muerte de su hermano mayor, en el 1854, trajo como consecuencias, la muerte en el 1862 de su madre, Hilaria Bonilla, quien acudió a España a cuidar de sus hijos y de sí misma, enferma tras la muerte del primogénito, y la muerte de otros dos hermanos, como consecuencia directa de la muerte de la madre. Eugenio, tras la muerte del mayor, se vio obligado a interrumpir sus estudios, próximo a finalizar el año, y al volver a Bilbao un año después, no pudo conseguir que se le impartieran los exámenes para aprobarlo. Empeñado en lograrlo más tarde o temprano, siguió matriculándose en los años subsiguientes, y luego en Madrid en la carrera de Derecho, mas la falta del año sin terminar impidió que los estudios le fueran acreditados. En consecuencia, Hostos nunca se graduó de carrera alguna. El padre de Hostos, don Eugenio, narra estos sucesos extensamente en sus memorias, publicadas en el 2013 por Margarita Maldonado Colón (Memoria descifrada, San Juan: Libros de la Iguana).

Lo que sí hizo España por Hostos fue formarle y alentarle a servir a la causa de la libertad de las Antillas, entonces colonias de España, y también a la causa de la libertad de España, pues su estrategia de la libertad de las Antillas pasaba, entonces, por lograr un régimen liberal republicano en España. España era entonces una monarquía. En la monarquía, el rey es el soberano. Desde el 1776, Estados Unidos había instituido la primera república del mundo, hija directa de la nueva filosofía, moderna, de la Ilustración, a la que seguiría la República Francesa. En la república, en una teoría que no se base en la lucha de clases, el pueblo es el soberano. El liberalismo proclama el fin de la sociedad dominada por la aristocracia en la que basa su poder la monarquía. Desde finales del siglo XIX en la América Nuestra, como le llamó Martí a la América que no era sajona –la del centro y la del sur–, se habían comenzado a crear nuevas repúblicas hijas de la revolución de independencia acaudillada por figuras como Bolívar, San Martín, Hidalgo y Toussaint-Louverture, entre otros.

En los años sesenta, quedaban como colonias españolas sólo Cuba y Puerto Rico. España había restaurado su dominio colonial en la República Dominicana en el 1861. Hostos decide participar en la vida política de España abogando por una revolución liberal y republicana de tipo federal. Pensó que con la constitución en España de una república federal, las Antillas pasarían a ser estados federados, y se liberarían así del despotismo colonial.

La primera obra conocida de Hostos es una novela publicada en Madrid en el 1863 con el título de La peregrinación de Bayoán. Ésta tiene, de arranque, el mérito de ser una de las primeras novelas puertorriqueñas, pues, justo en esos años se publicaban en Puerto Rico las primeras obras literarias de autores nuestros. Pero Hostos publicó su novela en España porque fue escrita con una intención de propaganda política dirigida al público español. Hostos, reflexionaba y exponía en ella la política colonial y tiránica de España en las tres Antillas, hermanas a su juicio, germen de una misma nacionalidad. En ese entonces, España libraba una guerra contra los que en Dominicana luchaban contra la restauración del poder español para reconstituir la república dominicana. Por eso Hostos, que publicaba su novela en España, y con censor, no habla de la situación presente, y utiliza una especie de alegoría que consiste en hablar de la conquista de la Española del siglo XVI y del maltrato a la población de indios. Bayoán es una alteración del nombre del cacique borincano conocido como Urayoán, el cacique de Mayagüez, precisamente, que ahogó a Diego Salcedo en un río para probar que los españoles no eran dioses inmortales (deicidio) e iniciar la rebelión de los taínos.

Pero esta novela de Hostos, que no es la única, pues en esas fechas escribió otras (alguna perdida y otra inédita hasta hace poco) es importante también porque fue escrita en forma de diarios, tomados de los propios diarios de Hostos. Los Diarios están entre las obras más importantes de Hostos, únicos en su clase, pues fueron escritos para “sondear” su alma de gigante y corregir los defectos de su carácter. Hostos se autoanaliza con ellos en una época en que la sicología estaba en pañales, todavía integrada a la filosofía, precientífica, antes de la creación del sicoanálisis de Freud.

A partir de 1865, Hostos toma parte en numerosos periódicos de España, dirigiéndolos muchas veces, en la lucha a favor de una revolución antimonárquica. Desde entonces lo asedia la idea de que la pobreza de Puerto Rico, producto del régimen colonial español, le impone la asociación federal con otros territorios afines. A su juicio la solución ideal está en la Confederación de las Antillas, su ambición más acariciada, como recurso que podía proteger a un Puerto Rico libre de caer en una tiranía propia, o impuesta por poderes de afuera. Esa ambición antillana brilla en La peregrinación de Bayoán, instrumentada en el viaje que hace éste a las tres islas y en los personajes protagónicos. La preocupación y la meta de Hostos, por tanto, nunca fue la mera independencia de las Antillas, sino algo mayor, más utópico e inasible: la libertad. De las personas y de los pueblos. Por eso no cabe reducir la política del “joven Hostos” al mero reformismo autonomista, siempre parásito y dependiente.

Las luchas antimonárquicas tuvieron éxito en España con la Revolución Septembrina de 1868, y la abdicación de la reina Isabel II. Mas los líderes republicanos españoles, correligionarios de Hostos, se negaron a extender la república a las Antillas, y sólo prometieron, otra vez, aprobar “leyes especiales”. Habían ocurrido, casi simultáneamente, los gritos de Lares y de Yara (en Cuba), y Hostos defiende a los rebeldes –cubanos y puertorriqueños– y sus causas ante el gobierno de España. Aunque se le ofrece la gobernación de Barcelona, una de las provincias más ricas, Hostos rompe con el gobierno, y también con su propia estrategia de libertad para las Antillas dentro de la hispanidad, y se marcha a Nueva York para unirse a la emigración organizada en apoyo a la lucha armada en Cuba. Ello demuestra que Hostos no luchaba por España en esos años, sino por las Antillas.

2. Etapa del Hostos en armas y del Viaje al Sur (1870-1878)

Desde finales del 1869 Hostos parte a Nueva York a través de Francia, porque en esa ciudad se concentra la emigración antillana. Allá está el liderato de la Cuba en el exilio y de Puerto Rico, incluido el líder indiscutible entre los puertorriqueños, gestor del Grito de Lares de 1868, Ramón Emeterio Betances. Pero Hostos es recibido con cautela porque se le identifica erróneamente con el reformismo autonomista, ya que se conoce sólo su vínculo con el republicanismo español.

Hostos llega a Nueva York a fomentar la guerra armada en Puerto Rico, continuar promoviendo la causa de una Cuba libre, y tomar, él mismo, las armas en la mano. De joven soñó con ser artillero. Se encontró en Nueva York con la cautela y el silencio de Betances, y con una situación que consideró inadmisible: el liderato de las Antillas en el exilio era independentista-anexionista. Esto es, que buscaba la independencia de España para buscar luego la anexión a Estados Unidos. Hostos, ni entonces ni nunca, favoreció la anexión, porque sabía que significaba el “exterminio” de la nación puertorriqueña. Hostos conocía muy bien lo que era el imperialismo.

Tras muchos mítines, discursos, y diálogos frustrados, Hostos optó por hacer un viaje de propaganda al Sur de las Américas. Buscaba balancear con el apoyo de las nuevas naciones bolivarianas el peso del norte y de los afanes anexionistas. Y buscaba el apoyo concreto y material de los países que. a su juicio, debían completar la agenda libertadora de Bolívar.

El Hostos que zarpa a Colombia y Panamá se dedicará al estudio profundo del pensamiento de Bolívar y de los libertadores, y al estudio profundo de los países que visita. Su viaje, iniciado en el 1870 y completado en el 1874, lo convertirá en apóstol de la libertad nuestroamericana. Desde su desembarco en Colombia, Hostos se ha declarado ya bolivariano, hijo de Bolívar. En suelo panameño, desde el 1870, se pronuncia como antiimperialista, tanto en relación con los poderes europeos como contra los norteamericanos, y se pronuncia a favor de la neutralidad del futuro canal interoceánico, que no se construirá hasta el 1903. En su viaje a Perú Hostos se dedica al estudio de las nuevas culturas y las etnias americanas, es decir, los indios y los pobladores todos. Se solidariza con ellos –cholos, incas, mapuches, rotos, guaraníes, chinos, esclavos negros, etcétera– y denuncia la explotación y el maltrato de que son víctimas a manos de la clase criolla gobernante que dejó en todas partes la lucha por la independencia. Hostos se da cuenta de que la colonia sobrevivió a la independencia, que está viva la herencia del coloniaje, y que es necesaria una “segunda independencia”. Hostos estudia la cultura de todos estos países, así como la geografía y la topografía, los sistemas económicos, la situación política, las haciendas del interior. Su mirada es múltiple, poliédrica. En Perú aboga por la construcción de ferrocarriles que unan al país, y la montaña andina con la costa. En Chile abogará especialmente por la educación científica de la mujer, entonces marginada a la esfera doméstica y despojada de derechos. En Argentina, abogará por la comunicación de los enormes sectores en que se divide la pampa infinita, y por la construcción de un ferrocarril trasandino que una la costa atlántica con la costa del Pacífico, la costa con la montaña, Argentina con Chile. (Dicho ferrocarril, que se construiría a pesar de las inmensas dificultades de la altura, estuvo en función desde principios del siglo XX hasta los años 80, y la primera locomotora que cruzó los Andes llevaba al frente el nombre “HOSTOS”.) Abogará por unir los países con la navegación de los enormes ríos, por la creación de un mercado común suramericano, y por una confederación de los países que les permita defenderse de las agresiones imperialistas de Europa y de Estados Unidos, que se ha comido la mitad más rica de México. Su estudio de las haciendas argentinas del interior, desde Río Negro hasta Córdoba y Rosario es tan meticuloso y documentado, que no nos extrañará que Hostos funde años después la ciencia de la Sociología en la América Latina.

En Brasil se asombrará al comprobar el estado terrible de la esclavitud negra. En todas partes Hostos comprueba el naufragio de los principios republicanos, pues en todas partes se marginaron a las poblaciones autóctonas y las inmigrantes. Ya sean los pobladores indígenas originales, cholos, mapuches, incas, guaraníes, o la esclavitud de los chinos y de los africanos, o la marginación del gaucho de las pampas, o la mujer. Hostos visitará en otra oportunidad a Venezuela, donde, como antes en Chile y en Argentina, titubea con la idea de radicarse para dedicarse a la enseñanza, pero se lo impide, una y otra vez, su compromiso y su consagración a la independencia y libertad de Cuba y Puerto Rico.

A su regreso a Nueva York Hostos es recibido por Betances, al fin, como un compañero de luchas. Juntos intentarán promover la lucha armada en Puerto Rico, continuar asistiendo la guerra en Cuba, y defender la libertad e independencia de Dominicana. El fin de la Guerra de los Diez Años iniciada en el 68 por Céspedes en Cuba, con el Grito de Yara, dará fin a esta etapa. Es el 1878 y Hostos se ha casado con una cubano-venezolana: Belinda Otilia de Ayala.

3. Etapa del Hostos Educador (1878-1898)


Durante su viaje al Sur Hostos ha coqueteado en varias oportunidades con dedicarse a la enseñanza. Cuando finalmente decide dedicarse de lleno a ello, lo hace movido por la necesidad de proveer los recursos para una familia, pues se ha casado. Pero Hostos no da la espalda a su lucha libertaria: la transforma. Se reinventa. Piensa que la revolución ha fracasado por carecer de los “auxiliares” necesarios a la empresa, y decide formar un “ejército de auxiliares” en suelo dominicano, único suelo antillano libre donde es posible hacerlo. Así lo declara, expresamente, en “El discurso de la Normal”, en la graduación de los primeros maestros normalistas.

Amigos revolucionarios en el gobierno le piden que lo haga. La dificultad estará en que en Dominicana no hay medios. La situación de los medios educativos es sumamente pobre y precaria. Hay que, prácticamente, partir de cero y construirlo todo. Hay que definir un currículo y un sistema educativo, hay que formar los maestros, hay que preparar los textos, legislar, asignar recursos, hallar asentamiento para las aulas. En estos años Hostos se dedicará a tratar una multiplicidad de materias. Lo más importante, es la creación y puesta en práctica de una pedagogía nueva y revolucionaria, que dará la espalda a la escuela religiosa y sus métodos recitatorios y memorísticos de los clásicos. Tuvo que enfrentar la tenaz oposición de la Iglesia y de los tradicionalistas.

La educación de Hostos tendrá en cuenta la formación del espíritu humano, las etapas de su desarrollo y la aparición, por etapas, de funciones y aptitudes. La educación hostosiana se ocupará de los distintos instrumentos de la razón, desde la intuición hasta la sistematización, y partirá siempre de lo concreto y lo cercano, para ir, sirviéndose de la deducción y la inducción a lo abstracto y sistemático. La educación hostosiana será una de formación de la razón, de enseñar a pensar, basada en el amor a la nación, a la patria, a los valores éticos, a la necesaria libertad. Educará todas las facultades humanas, incluidas la moral y la voluntad. Hostos educará a niños y a niñas, por igual, terminando su proceso de transformación con escuelas mixtas. La revolución educativa de Hostos lo señalará como uno de los 50 educadores más significativos en la historia toda de la humanidad. De esta etapa de vida es también el Hostos moralista. En esos años en Dominicana Hostos dicta sus cursos de Moral social, base de su Tratado de moral. En ese tratado Hostos describe muy bien la ignominia de los imperialismos. En esos años –y luego también en Chile– escribe varias piezas cortas de un teatro de “nenerías”, teatro para niños –sus hijos.

Esta etapa se dividirá en dos partes iguales. La primera, en la República Dominicana, se extiende entre el 1878 y el 1888. Para esta última fecha, la situación política en Dominicana se le hace insostenible, y se ve forzado a aceptar un llamamiento que se le hace desde Chile, donde se le promete construir un nuevo liceo en la capital. Llega allá, inicialmente, a la rectoría del Liceo de Chillán, al sur de Santiago, de donde pasará al Liceo Amunátegui en Santiago, y también a la Universidad de Chile en Santiago. Hostos continúa en Chile poniendo en práctica sus ideas educativas, y se forja como un especialista en Derecho Constitucional en la universidad.

No obstante, la historia interviene para arrancarlo de allí. José Martí, el apóstol de la independencia de Cuba, reinicia la guerra de independencia de las Antillas al desembarcar junto a Máximo Gómez en Cuba a principios de 1895. Allí morirá en combate pocas semanas después. Martí es una figura cumbre del pensamiento latinoamericano por la fuerza de su verbo y por la modernidad de sus ideas. Poeta, novelista, ensayista, conocía de Hostos desde los 16 años, pues reproduce en un periódico que publica en La Habana, La Patria Libre, un discurso de Hostos de rompimiento con aquella España republicana que da la espalda a la libertad de las Antillas, pronunciado en el Ateneo de Madrid en el 1869. Posteriormente, en el 1876, y desde México, Martí comenta el Programa de los Independientes de Hostos, en el que Hostos establece los estatutos del programa, y reflexiona sobre los principios que deben regir la lucha de los que buscan la libertad de los pueblos todos, no sólo en las Antillas. Radicado en Nueva York, Martí funda con el auxilio de la emigración cubana de toda la costa atlántica de Estados Unidos, el Partido Revolucionario Cubano en el 1892.

El inicio de la guerra y la muerte de Martí hacen regresar a Hostos a la lucha por las Antillas. Se lanza a ello de lleno, a pesar de los regaños y los llamados a capítulo que le hace el gobierno de Chile, pues Hostos es funcionario del gobierno y España reclama por él ante el gobierno. El reinicio de la guerra en Cuba, por Martí, alterará la historia del Caribe.

4. Hostos ante el 1898 (1898-1900)

Aunque Martí intentó precisamente evitarlo al iniciarla, la guerra establecerá las bases de la intervención de Estados Unidos en el conflicto. Desde sus orígenes como nación –recuérdese el “Destino Manifiesto” que proclama la ocupación total de América por Estados Unidos–, Estados Unidos se opuso a la independencia de las repúblicas latinoamericanas, a ayudar a Bolívar en el continente sur, y a ayudar a Bolívar a llevar la lucha a las islas del Caribe, como pretendió hacerlo. Por el contrario, se expandió hacia el oeste, hasta California y el Océano Pacífico, y más tarde hacia el sur, hasta el golfo de México, ocupando gran parte del norte de México, incluido Tejas (Texas). Bombardeó Veracruz y ocupó la capital de México. Durante décadas buscaron un espacio en las islas del Caribe donde establecer bases navales. La guerra de Cuba le dio el pretexto adecuado en el momento adecuado. Estados Unidos ocupa los territorios españoles del Caribe y de Filipinas. Más allá del “destino manifiesto”, Estados Unidos demuestra su interés por desarrollar un imperialismo planetario.

Cuando Hostos se da cuenta de que todo esto se aproxima, decide terminar sus días en Chile y lanzarse a una aventura incierta, regresando a la patria con una familia grande, pues su deber le impone la presencia en Puerto Rico. Teme, como Betances, que la ocupación resulte en la anexión de Puerto Rico, pues conoce muy bien las inclinaciones imperialistas de Estados Unidos. Pero Hostos llega tarde: la ocupación de Puerto Rico ya ha ocurrido.

Dada la ocupación del país, Hostos se reinventa nuevamente. Desarrolla una nueva estrategia: apelar a los poderes de la sociedad civil, fenómeno del siglo XXI, y abogar por los derechos de los puertorriqueños dentro del contexto de la Constitución de Estados Unidos y del Derecho Internacional. Funda como instrumento la Liga de Patriotas y es electo en asambleas de Puerto Rico como uno de los “delegados” del país ante los poderes del gobierno de ocupación. En esta posición se entrevista con congresistas, secretarios y el propio presidente McKinley. Como miembro de la Comisión de Puerto Rico, Hostos formula un plan de gobierno transitorio que propone a los norteamericanos. Como presidente de la Liga de Patriotas, Hostos intenta fundar la liga en todos los pueblos y desarrollar un plan de educación que enseñe a los puertorriqueños cuáles son sus derechos constitucionales para que los reclame, especialmente el derecho a plebiscito. Hostos entiende que la ocupación militar de Puerto Rico, y aún más la anexión, sin contar con la participación y aprobación de los puertorriqueños, es una acción imperialista contraria a la Constitución de Estados Unidos que expresamente exige el consentimiento de los gobernados. Pero aunque es bien recibido por algunos sectores de los pueblos del sur y del oeste, para los que ofrece numerosas conferencias, el liderato político de la capital lo ignora, y le da espalda, borracho con la ilusión de la anexión. Estados Unidos responde a los ilusos con la Ley Foraker en el 1900, que legitimiza la ocupación y la colonia, convirtiendo a Puerto Rico en un territorio no incorporado de un Estados Unidos imperialista. La fórmula legal, aún vigente, es la siguiente: “Puerto Rico pertenece a, pero no es parte de, Estados Unidos”. Al ver los hechos consumados y el poco respaldo entre los puertorriqueños, Hostos decide aceptar un nuevo llamado del gobierno de Dominicana. Betances, Delegado en Europa del Partido Revolucionario Cubano, muere en París en el 98. “Puerto Rico es el cadáver de un país que no ha nacido.”

5. Última etapa: y muerte (1900-1903)

Desilusionado y profundamente abatido, Hostos retoma la revolución educativa en Dominicana, patria de varios de sus hijos “dominicanitos”. En todas partes Hostos es recibido con un amor inaudito, como un héroe. Y en todas partes se le ofrece hogar y asiento. Allí Hostos profundiza su revolución educativa y la extiende por toda la nación. Entonces inicia las escuelas mixtas, niños y niñas en el mismo salón, con los mismos maestros y los mismos cursos. Empero, la felicidad será breve. Las luchas políticas oscurantistas regresan y la violencia se apodera nuevamente del país. En medio de ese pesar, Hostos muere, inexplicablemente, el 11 de agosto de 1903. Sus restos reposan en el Panteón Nacional de los Héroes de la República Dominicana, con fuego eterno. La Sociedad de Estados Americanos lo proclamará en la víspera del centenario de su natalicio, en el 1938, en Lima, como “Ciudadano Eminente de América”. Como “ilustre desconocido”, este ensayo se escribe en el 175 aniversario de su natalicio (2014), ignorado, olímpicamente, por el gobierno de Puerto Rico.

 

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