Al cumplirse un año del fallecimiento de nuestro querido compañero Juan Mari Brás, ante la coyuntura organizativa del independentismo es bueno hablar de Juan el comunicador y Juan el creador de bases organizativas, de Juan como hacedor de realidad a partir de una visión.

Desde antes de fallecer Juan Mari, solía decirse que Puerto Rico ha tenido tres grandes dirigentes independentistas, Ramón Emeterio Betances, Pedro Albizu Campos y Juan Mari Brás. Ciertamente las contribuciones de Juan Mari fueron muchas y en muchos campos. Aquí quiero hablar de Juan Mari como el creyente que fue en el ser humano y en el pueblo. En ese contexto una de sus grandes aportaciones fue su énfasis en la organización. Ejemplo de esto fueron los grandes instrumentos de lucha que propulsó de 1959 a 1983, los que llevaron a una gran organización a nivel de base y a un gran desarrollo de cuadros que en equipo lograron grandes hazañas. Para iniciar esas organizaciones, e incluso luego del establecimiento de su presencia, Juan Mari fue organizador. En particular, al principio, junto a un grupo de compañeros(as), iba pueblo a pueblo y de casa en casa, visitando pasa explicar el proyecto, su propuesta de programa, y su visión de lo posible y de futuro.

A través de su obra enseñó a muchos a creer cada cual en su capacidad, y en la capacidad de aprender haciendo. Sus dos mayores obras a nivel de organizaciones, el Movimiento Pro Independencia (MPI) y el Partido Socialista Puertorriqueño (PSP), tuvieron una gran base organizativa, incluyendo en Estados Unidos. Si bien es cierto que las mismas se nutrieron de indecible talento, conciencia y compromiso humano, fue la dirección de Juan Mari y el equipo que aglutinó a su alrededor el que con su enseñanza a través del ejemplo de dedicación al trabajo y al estudio, y el sacrificio hicieron posibles tantas cosas, hazañas, incluyendo muchas estructuras e instituciones algunas cuyo impacto perdura hasta el día de hoy.

Esas estructuras e instituciones, algunas de las cuales existen todavía, abarcaron las áreas de la canción y la música, la cultura puertorriqueña en general, el cine, la investigación, además del sindicalismo, periodismo, y otras. En cuanto a Cuba se puede escribir mucho sobre las estrategias que siguieron el Movimiento Pro Independencia y el Partido Socialista Puertorriqueño a favor del acercamiento entre nuestros dos pueblos. Ello incluyó asegurar la posibilidad de viajes a Cuba desde Puerto Rico a través de agencias de viajes como fueron Viajes Girasol y luego Viajes Antillas. Esa política antes incluyó los viajes a Cuba a través de los países socialistas y Madrid. (Dicho sea de paso, con ello los independentistas se ganaron el odio de los cubanos gusanos de Puerto Rico pues si bien es cierto que esa comunidad logró establecer su poder económico y político en Puerto Rico, no fue como hubieran querido en el aspecto ideológico.)

La característica fundamental del trabajo del MPI y el PSP fue su desarrollo de lo que es una gran necesidad – base a nivel local de pueblo, de trabajadores, en Puerto Rico y en las comunidades puertorriqueñas en Estados Unidos. Sin ello esas organizaciones no habrían tenido el empuje que tuvieron. Ni la tecnología, ni la presencia en los medios, ni una estructura central fuerte, ni el trabajo internacional, pueden sustituir la organización a nivel de base. Nada sustituye el contacto personal, la llamada telefónica, la visita, la discusión y acción en grupo sobre las condiciones locales y su relación a la condición colonial y la explotación capitalista. Nada sustituye el trabajo de base para el desarrollo de lo fundamental que tenemos que hacer que es crear conciencia de la necesidad y posibilidad de superar nuestra condición colonial – lo que no significa negar que en Puerto Rico también la tecnología tiene un papel importante especialmente entre la juventud.

En toda justicia, también hay que decir que el contexto político en que se desarrollaron el Movimiento Pro Independencia y el Partido Socialista Puertorriqueño era muy distinto al contexto actual. A nivel internacional aquel momento fue uno de una gran ebullición política y social de grandes movimientos a favor de la independencia, en particular en África, Asia y también el Caribe, de movimientos revolucionarios exitosos, como son ejemplos los casos de Cuba y Nicaragua, y de grandes movimientos reivindicativos en Estados Unidos. También existía un campo socialista, que a pesar de su acoso por Estados Unidos y occidente, sus errores y sus deficiencias, servía de punto de referencia y apoyo.

Pero a pesar de ese contexto si aquellas organizaciones no hubieran hecho los grandes esfuerzos que hacían por poner en práctica su política, en particular, desarrollando una base de apoyo, no hubieran sido posibles sus grandes logros.

Juan Mari Brás tenía plena conciencia de esa necesidad y su práctica fue consecuente con esa conciencia. Por eso bajo su dirección fue posible canalizar y cosechar frutos de la coyuntura definiendo y conjugando varios pilares de lucha que se complementaban: la lucha nacional, en Estados Unidos y la solidaridad internacional, cada uno a su vez con sus propios pilares.

Además de su conciencia sobre la importancia del desarrollo organizativo a nivel de base, el liderato de Juan era fundamental. Lamentablemente, ha habido confusión entre la vehemencia con que Juan defendía sus posiciones y la arrogancia. Pero la vehemencia en la defensa de posiciones y planteamientos no significa la ausencia de humildad en la persona. Vehemencia es actuar sobre las convicciones con seguridad y ahínco.

Estos pensamientos sobre Juan Mari Brás como dirigente me llegaron algo dispersos. Pero al cumplirse el año desde su deceso y al aproximarse, además, el cuadragésimo aniversario de la fundación del Partido Socialista Puertorriqueño en noviembre, es bueno rememorar sobre estos asuntos. Una cosa es la colonia y su sistema de enseñanza cuyo fin no es otro que reproducir la colonia, y otra cosa es el independentismo y lo que debe ser su empeño de mantener viva su historia y el legado de sus figuras cumbres que pertenecen a todo el pueblo puertorriqueño.

La coyuntura internacional actual en particular en América Latina y el Caribe es cada vez más favorable y nos puede ofrecer muchas lecciones que aplicadas a nuestras condiciones sin dogmatismo y retórica pueden ser valiosas.

Sin duda los perversos enemigos de la independencia de Puerto Rico habrán celebrado el fallecimiento de Juan. Nos corresponde a los independentistas celebrar su vida y su obra y seguir aprendiendo de ellas las lecciones que más sirven las necesidades del presente, a la vez que en su conjunto mantenemos vivo el gran legado de Juan Mari Brás.