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Escrito por Rafael Cancel Miranda   
Martes, 18 de Octubre de 2011 13:18

cancelEs tanto el control del yanqui sobre la psiquis puertorriqueña y el efecto de ese control  sobre  nuestra  vida por más  de  113  años  que hasta nos culpamos a nosotros mismos por los males que ellos nos han causado: males sociopolíticos, económicos y de valores que son producto del coloniaje.

 

 

 

Nos meten en la cabeza que si los yanquis se van nos mataríamos unos a otros. ¿Acaso no es bajo los yanquis que nos estamos matando? Nos tienen tan colonizados que culpamos a la víctima, el pueblo, y exoneramos al victimario, los invasores que desde 1898 tienen secuestrado a nuestro país.

Nos dicen los yanquis, y lo repiten sus papagayos, que los puertorriqueños nunca vamos a decidir qué queremos. Nos dividen, nos ponen a pelear uno contra el otro, nos enajenan, nos controlan y luego nos acusan de que no acabamos de ponernos de acuerdo. Es como si nos estuvieran pateando y luego nos acusaran de ser culpables de la agresión porque no nos unimos y exigimos que pare el abuso. ¿Pero qué derecho tienen, en primer lugar, a patearnos?

 

Como parte del teatro del engaño, se juega a los plebiscitos, los referendos y las elecciones amañadas para llevar el mensaje engañoso de que somos colonia por consentimiento, de que si nos patean es porque así lo queremos. Así intentan justificar ante el mundo nuestra situación colonial y lavarse las manos de toda responsabilidad. Si violan nuestros derechos, es diz que democráticamente. Bien sabe el imperio yanqui que el derecho de los pueblos a su independencia no es cuestión de tanto más cuanto.

Fue precisamente un engaño lo que el gobierno de los Estados Unidos y sus lacayos del momento quisieron llevar a la Organización de las Naciones Unidas en 1953 para intentar legitimar el coloniaje y el control absoluto que tienen sobre la nación puertorriqueña mediante el mamotreto colonial del “estado libre asociado”. La respuesta a ese fraude criminal la dieron cuatro jóvenes puertorriqueños el 1 de marzo de 1954 en el Congreso de los Estados Unidos.

Han sido muchos los países en estado de coloniaje –incluyendo las trece colonias bajo el imperio británico– los que han arriesgado la vida por ser libres. ¿Acaso los puertorriqueños somos una excepción? No lo somos. El control económico de los intereses yanquis sobre los puertorriqueños es casi absoluto. El gobierno colonial, a través de sus agencias seudogubernamentales, controla el empleo de miles y miles de puertorriqueños y la sobrevivencia de otros miles amarrados a la dependencia económica que los yanquis han provocado. Los medios masivos de comunicación –que incluyen a las agencias publicitarias al servicio de la colonia y de los politiqueros– forman y controlan la mente de un gran sector del pueblo. ¿Y el control a través de las drogas?

 

Políticamente es a los yanquis a quienes les conviene que se endrogue nuestra juventud y no desarrolle una conciencia social. Son las empresas yanquis las que se benefician económicamente de los miles de millones de dólares que corren en Puerto Rico por el trasiego de drogas y que van a parar a sus cajas registradoras. Pero los gritos libertarios vendrán de aquellos que la colonia no ha podido someter, como hemos demostrado a través de la historia en el Grito de Lares, el Grito de Jayuya y otras gestas revolucionarias.

Cuando la lucha por la independencia de las trece colonias, Washington mandaba a fusilar a los que se declaraban leales al Rey Jorge y traicionaban la lucha por la independencia. La misma historia estadounidense consigna que la gran mayoría del pueblo de las trece colonias temía a la independencia, aunque ahora celebran con bombos y platillos su 4 de julio. Pero no fue así cuando había que tener “valor y sacrificio” para luchar, y muchos se fueron huyendo a Canadá e Inglaterra.

En todos los países del mundo han existido los incondicionales al invasor… y los subversivos, que son los patriotas que combaten al invasor, sea quien sea. En Puerto Rico, los incondicionales a España luego se convirtieron en los incondicionales a los Estados Unidos. Recordemos a Luis Muñoz Rivera, quien juró lealtad a la corona española y, en menos de lo que canta un gallo, al invadirnos los yanquis, juró lealtad a la bandera estadounidense.

Estados Unidos jamás será ni nuestra Patria, ni nuestra nación. Es la nación de los anglosajones. La anexión, decía don Pedro, es la culminación del coloniaje. Sería nuestra desaparición como pueblo. Pasaríamos a ser arrimaos en nuestra propia Patria, unos despatriados. Gracias a mi pueblo que pese a los 113 años de coloniaje todavía hay lucha, todavía resistimos. Muchos han caído y otros caerán, pero lo que importa es que muchos no se han rendido. Pese a las persecuciones, las masacres, los encarcelamientos, las traiciones, la lucha continúa. Muchos han sido los derrotados en todas las colonias del mundo, incluyendo aquellas trece colonias, pero miles no hemos doblado rodilla y luchamos en todos los frentes que nosotros mismos hacemos posibles. La Patria nunca será derrotada pues generación tras generación parirá héroes y heroínas, palabras proféticas de don Pedro Albizu Campos.

 

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