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Ser estudiante universitario consciente PDF Imprimir Correo
Escrito por Mikael E. Rosa Rosa / Juventud Hostosiana   
Viernes, 19 de Diciembre de 2014 07:53

uprCuando se debate sobre qué es o debe ser un estudiante universitario hay que observar el contexto en el que se escribe. En este caso abordamos el tema desde un marco capitalista colonial. Enfrentamos un modelo universitario en función de estas condiciones, administrado bajo una lógica de mercado. Es decir que la educación y el estudiantado se perciben en términos de oferta-demanda, y costos y beneficios.

Esto significa que en un escenario como el mencionado, estudiar en  la Universidad pública supone ser afortunado. Las poblaciones provenientes de las esferas desaventajadas económicamente, así como los hijos de familias trabajadoras se les dificulta el acceso a la Universidad del Estado. Desde luego, esto va atado a una problemática estructural relacionada a las deficiencias del sistema público de enseñanza, su desconexión con la realidad universitaria, además de consideraciones de índole material y entorno social de crecimiento. Mas el hecho de que ser estudiante universitario supone ser afortunado, ello no significa ser un extraterrestre ni una categoría de ser humano distinta.

Por ser universitarios no se nos exime de las problemáticas que afectan la sociedad en la que vivimos. Tanto los estudiantes como sus familias tienen que enfrentar impuestos, recortes en servicios sociales, altos costos de vida y políticas que afectan su diario vivir. Ahora bien, quiérase o no, es una realidad que quien cursa estudios en una Universidad se le categoriza como “estudiante Universitario”. Dicho sello se convierte en elemento de distinción dentro del marco social puertorriqueño. Sin embargo, esta categorización no se refiere a otra cosa que no sea una persona con acceso a unas herramientas académicas dentro de disciplinas particulares.

Al momento de examinarnos como estudiantes universitarios, el acceso a estas herramientas no es sinónimo de adquisición de privilegios individuales. Un estudiante consciente de la función de su disciplina tiene que saber que sus estudios no pueden basarse en la obtención de privilegios, sino que se basan en el asumir la responsabilidad elemental de poner los conocimientos y la acción en función de la sociedad. Los recursos académicos con que contamos facilitan identificar y atender las problemáticas sociales del país, para solucionar aspectos como la desigualdad económica, la desigualdad de género, la protección del medio ambiente, entre muchas otras.

Al responsabilizarnos de estas tareas hay dos puntos importantes. El primero es que los universitarios no somos quienes cuentan con los derechos de autor de las soluciones a las problemáticas del país.  Mucho menos nuestra formación supone que tengamos baritas mágicas para solucionar unilateralmente los dilemas que aquejan nuestro entorno. Esto lleva al segundo punto, que es el que nuestra inserción a los problemas sociales no puede ser desde un posicionamiento de superioridad. Contar con herramientas académicas e intelectuales, como ya se mencionó, no nos puede convertir en superhéroes de Marvel ni nada por el estilo.

Estos señalamientos quedan vacíos si no abundamos en aspectos más precisos sobre lo que significa responsabilizarnos como estudiantes. Sin duda el asumir una responsabilidad requiere un grado de consciencia. Es una realidad que no todos los  estudiantes universitarios cuentan con el mismo nivel de consciencia. Mas hay algunos que por diversas razones, ya sean políticas o por la naturaleza de lo que estudian, cuentan con un mayor grado de consciencia. Estos estudiantes tienen el deber de difundir su formación social en aras de dar a conocer la responsabilidad que supone ser estudiante universitario.

De entrada es evidente que la Universidad no será una factoría de militantes homogéneos. Inclusive, la universidad tampoco tiene que ser una fábrica de militantes. Esta tarea tiene que quedar en manos de la comunidad universitaria y los estudiantes con un nivel de consciencia, dirigiéndose a crear las condiciones para promover que los compañeros sean agentes políticos de cambio. Una vez entabladas las condiciones quedará en manos del estudiantado decidir cómo asumir su responsabilidad universitaria. En ello cabe el escenario de reconocer pero evadir la responsabilidad social del estudiante universitario.

Independientemente de este último punto, la condición de estudiante significa ser ejemplo en todos los espacios que uno se desempeñe. Inclusive, desconocer o evadir la responsabilidad estudiantil no exime de esta obligación. Si bien esto no supone ser monjas ni monjes de la caridad, si requiere tener presente que debemos aspirar a ser referentes a la totalidad de la población sin la más mínima aura de superioridad.

Esto tiene como requerimiento fomentar el pensamiento crítico. Es hacia éste elemento que los estudiantes universitarios tenemos que concentrar nuestros esfuerzos. Esto se traducirá en el reconocimiento de las situaciones que afectan la sociedad, así como la necesidad de retar el institucionalismo que las sostiene. Sin embargo, plantearnos este reto  obviando la necesidad de organizarnos es pensar en pajaritos preñaos. Muy claro nos lo deja Ernesto Guevara cuando menciona que “Si no existe la organización, las ideas, después del primer momento de impulso, van perdiendo eficacia, van cayendo en la rutina, van cayendo en el conformismo y acaban por ser simplemente un recuerdo”.

El proceso organizativo requiere esencial y fundamentalmente una profunda actitud de disciplina y diligencia. No se puede concebir el trabajo de organizar como un gasto de tiempo o como un trabajo que se realice a regaña dientes. Mucho menos puede verse como un pasatiempo. Hay que hacer de esta tarea una alegre y afirmativa. Pero hay que reconocer que esto requiere un cambio de paradigma en la manera que hacemos las cosas, asunto que es complicado por demás, pero sumamente posible.  

Al mismo tiempo hay tres pilares que son fundamentales y que facilitarán alcanzar el pensamiento crítico. Impulsar el pensamiento crítico conlleva alcanzar y defender una educación pública, accesible y de calidad. Estos tres factores abrirán paso al empoderamiento universitario no solo por parte de la comunidad universitaria, sino también  de los trabajadores y otros sectores que buscan la justicia social.

Aquí no se está haciendo otra cosa que recalcar la importancia de los estudiantes universitarios en el desarrollo social del país. La relevancia del sector estudiantil es ampliamente reconocida. Sin embargo ello no se da en el vacío, sino que han sido los estudiantes quienes con sus distintas luchas se han ganado ese respeto. Hoy estamos llamados a un trabajo de base real, que fertilice el terreno hacia las transformaciones necesarias en nuestra Universidad. Esas transformaciones serán a su vez transformaciones de país. Pero esto urge organizar eficazmente nuestro taller de trabajo en este momento que es la Universidad. La única manera de lograrlo es reconociendo nuestro rol histórico como estudiantes, y asumiéndolo.

 

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