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No hay crisis na’: La monopolización del capital en detrimento de los derechos ciudadanos PDF Imprimir Correo
Escrito por Ángel Pérez Soler / Juventud Hostosiana   
Lunes, 29 de Junio de 2015 05:56

crisis

El desespero por comerse el bizcocho completo se nota a leguas. Los millonarios vestidos de banqueros buscan terminar la estructuración del capital en nuestra Isla. Para eso utilizan a su vocero en el gobierno, el Partido Popular Democrático quienes nos mostrarán un informe nada más y nada menos que de Anne O. Krueger, una de las portavoces del capital.

 



Krueger, quien hoy funge como una figura parcial en el tema económico de Puerto Rico, (exdirectora gerencial del Fondo Monetario Internacional), nos da algunos “consejitos” para trabajar con nuestra crisis. En primer lugar nos dice algo que sabíamos, la deuda de Puerto Rico es impagable y hay que reestructurarla. Punto seguido alaba la gestión de los pasados gobernadores (Acevedo Vilá y Luis Fortuño), diciendo que siguieron al pie de la letra la receta neoliberal que les fue “sugerida”, pero que la misma no fue base suficiente para atender el problema. De esta forma, Krueger aplaude la gestión de García Padilla con el impuesto al petróleo mejor conocido como la crudita y la imposición del futuro Impuesto de Valor Agregado (IVA). A pesar de esas pequeñas “recomendaciones”, Krueger dice que necesitan algunos “ajustecitos” más para cuadrar la crisis. Entre las “recomendaciones” más sobresalientes que plantea Krueger, es que los puertorriqueños/as ganamos demasiado y que hay que bajar el sueldo mínimo.

Hay que ser bien cara de lechuga, para que en 26 páginas intenten justificar el desmadre que ellos/as mismos han provocado, pero peor aún hay que ser bien entrega´o, cabizbajo y miedoso para servir de parachoques a estas propuestas. Me refiero a los banqueros y las personas que se hacen llamar políticos, que en virtud de completar la monopolización del capital oprimen el botón de alarma para que los ciudadanos “pongamos de nuestra parte” para aportar a la solución de la crisis. Esta movida lo único que debe provocar en el Pueblo es sarcasmo e indignación. ¿Qué más vamos aportar? ¿Cuánto más debemos dar?

Lo que está pasando no es una crisis na’, sino la reorganización del capital. El mercado ha tenido que revisar su forma de generar más ganancias, es por eso que en virtud de seguir la sobreproducción que le generaba mayor plusvalía del trabajo ajeno, recurrieron al crédito como forma de adquisición artificial. Según Rosa Luxemburgo, el crédito cumple diversas funciones en la expansión del capital1. Cuando la tendencia del capital choca con los límites de la propiedad privada, el crédito nace para disponer mayor flujo de dinero acelerando así el intercambio de mercancías logrando despachar la sobreproducción. En su momento, el crédito funcionó para destruir la crisis autocreada del capitalismo, al servir de motor del intercambio de mercancía. Si bien es cierto que en su momento sirvió para remediar un problema creado al interior del sistema capitalista, también sirvió para ponerlo en jaque más adelante. El problema es que el crédito empeora el modo de producción y el modo de apropiación y agudiza la contradicción entre la relación de propiedad y las relaciones de producción paralizando así el ingreso de pequeños capitalistas, poniendo en menos manos la producción de capital. Es así que vemos que pequeños capitalistas, que se manifestaban en mercados puertorriqueños dejaron de existir y aumenta la presencia de las cadenas multinacionales obligando el consumo en ellas.

El problema que generó esta práctica fue que al margen del crédito agotarse, el ingreso no puede cubrir los gastos y el capital concentrado en pocas manos, teme por no recobrar su ganancia. El capitalista, está consciente que el margen crédito es una especulación sobre el trabajo y su producción, es por eso que sus tasas de intereses son altísimas, para que en caso de pérdida, la misma sea de menor grado. Para manejar esta situación, el capital crea grandes periodos de crisis, concentra las riquezas en menos manos y obliga al mercado a depender única y exclusivamente de ellos/as. Esto se conoce como el capitalismo monopolista2. El monopolio de los capitales ha llegado no solo al mercado privado, sino  a espacios supuestos a manejarse por el Estado. Por eso es que  tienen la Autoridad de Puertos y la Autoridad de Carreteras a su servicio y ahora buscan la Autoridad de Energía Eléctrica y cualquier otro activo del Gobierno.    

En virtud de dicha realidad, el Gobierno ha comenzado a operar en igualdad de condiciones que las industrias de producción capitalista. Las estrategias utilizadas son: reducir la producción, descentralizar la producción, forzar una fragmentación del trabajo y sumar nueva tecnología, permitiendo mayor explotación y control de la fuerzas de trabajo. Por su parte, el Gobierno añadió la flexibilización del trabajo,  teniendo un rápido impacto en la sociedad, provocando así un desempleo estructural y un retroceso en la organización sindical y exacerbando el individualismo en los trabajadores.

Así que de lo que se trata la supuesta crisis, es de una reorganización de la ganancia que produce Puerto Rico, en manos de algunos pocos y el movimiento de estos pocos por asegurar que la ganancia proyectada en virtud de la inversión en el Estado llegue a sus bolsillos. Para eso, hacen ese informe; para eso alarman a la ciudadanía. Para eso tratan de convencernos  de que “la cosa está mala”; para eso nos venden la crisis. En respuesta los sectores progresistas seguimos enfatizando que el sistema no sirve, pues mira que nos hemos equivocado. El sistema sí sirve, lo que pasa es que no sirve para nosotros/as. Ellos/as, los grandes capitalistas están haciendo su trabajo y les va muy bien. La pregunta que resta es: ¿Qué haremos nosotros/as?

Miremos y quedemos para´os observando, que vienen por todo.

 

[1] Luxemburgo, Rosa. Reforma o Revolución. En Manifiesto. Tres textos clásicos para cambiar el mundo. Editorial Ocean Sur. 1era Edición, 2006. Reimpreso 2007. Pág. 83.

[1] Netto, José Paulo. Capitalismo Monopolista y Servicio Social. Editorial Cortez Sao Paulo, Brasil. Biblioteca Latinoamericana de Servicio Social. Vol. 1. 1997.

 

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