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Semblanza ''Nuestro Oscar López Rivera'' por el Dr. Héctor Pesquera en FIL-PR PDF Imprimir Correo
Escrito por Héctor L. Pesquera Sevillano / Copresidente del MINH   
Jueves, 06 de Noviembre de 2014 16:11

pesquera-clarisaNingún nombre en este siglo XXI ha repercutido tanto en Puerto Rico y a nivel internacional como el de nuestro Oscar López Rivera. Puertorriqueño, organizador comunitario, defensor de la Patria y prisionero político que el gobierno de Estados Unidos mantiene como rehén de nuestra lucha emancipadora hace ya 33 años.

 



Como todos sabemos, Oscar nació el 6 de enero de 1943 en San Sebastián del Pepino, pueblo entre montañas que son puños de redención que se alzan desde los tiempos del coloniaje español con el Grito de Lares, hasta la Revolución Nacionalista de 1950.

Como los más de cuatro millones de puertorriqueños que se han visto obligados a dejar su tierra y radicarse en las ‘’entrañas del monstruo’’, al decir de Martí, debido a las paupérrimas condiciones económicas de la Patria, Oscar marchó a los 14 años hacia la comunidad poblada por puertorriqueños en Chicago donde en 1961 fue admitido en el Wright College para estudiar Artes Liberales. Más tarde, tuvo que abandonar sus estudios debido a los problemas económicos en su hogar.

Pero el imperio guerrerista le tenía otros planes. Vietnam era el objetivo de ese entonces. Oscar fue llamado en 1964 a servir en las filas del Ejército de Estados Unidos. Sabemos que se distinguió en Vietnam por su compañerismo y valor que lo llevó a ser condecorado con la Medalla Estrella de Bronce. Mas fueron sus vivencias en Vietnam las que lo enfrentaron al papel de Estados Unidos como opresor imperialista contra los pueblos, incluso contra los puertorriqueños y su Patria.

A su regreso a Chicago, Oscar deja la guerra atrás y comienza la suya propia. Una guerra muy distinta: la guerra por los suyos, por su comunidad boricua agredida por el racismo y la pobreza. Es así que se involucra en distintos proyectos conducentes a mejorar la calidad de vida y autoestima de los puertorriqueños en Chicago. Entre sus logros están el desarrollo de programas de educación bilingüe como el de la Escuela José de Diego en Chicago, además del acceso a la educación a puertorriqueños y latinos excluidos por el sistema racista y la inscripción de estudiantes latinoamericanos a las universidades de Illinois y Northwestern. Esta entrega titánica de Oscar por la educación a los desposeídos fue coronada por la Universidad de Illinois que se comprometió con la admisión anual de 500 estudiantes latinos y afroamericanos, y con la creación en la Northwestern University de centros de estudios latinoamericanos.

Una vez logrado este primer esfuerzo en pro de la educación, Oscar no se detuvo. Se integró a otros grupos que impulsaron nuevos sueños que no quedaron solo en papel, como fue la creación del programa Latin American Recruitment Educational Service (LARES) que aún fomenta en la actualidad el liderato en los estudiantes latinos y la fundación de la Escuela Superior Pedro Albizu Campos, entre muchos más emprendimientos.

Para nuestro Oscar, alcanzar los logros educativos para su comunidad, no fue suficiente. La necesidad de empleos dignos y con mejores condiciones de trabajo y la obtención de viviendas para los puertorriqueños fueron sus próximas metas. Así lo vemos entre los fundadores del Spanish Coalition for Jobs y de la Bickerdike Housing Development Corporation, entidad que proporciona viviendas dignas para los puertorriqueños.

Oscar tampoco olvidó la importancia de promover nuestra cultura, de nuestras raíces. En 1973 formó parte de la fundación del Centro Cultural Juan Antonio Corretjer y en el 1975 colaboró con la creación del primer Centro Cultural Latino Rafael Cintrón en Illinois.

Pero todos sus logros comunitarios pedían a gritos el sacrificio supremo por la Patria. Oscar se une a la lucha clandestina dentro de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), grupo puertorriqueño que en ese entonces llevó la lucha armada a las entrañas del monstruo. En 1980, el gobierno de Estados Unidos que anda siempre en busca de nuevos rehenes boricuas, lo incluye en la lista de ‘’más buscados’’ junto a sus compañeros de lucha Haydée Beltrán, Luis Rosa, Ricardo Jiménez, Elizam  Escobar, Carmen Valentín, Carlos Alberto Torres, Dylcia Pagán, Adolfo Matos, Alicia Rodríguez e Ida Luz Rodríguez, capturados ese año. Oscar fue arrestado en 1981 y condenado a 55 años acusado de conspiración sediciosa, en otras palabras, por conspirar para derrocar por la fuerza la injerencia de Estados Unidos sobre Puerto Rico. En el 1988 se le aumentó su condena a 70 años de prisión debido a un supuesto intento de fuga.

Desde entonces, nuestro Oscar ha sufrido durante su encarcelamiento por más de 33 años, un sinnúmero de vejámenes que atentan contra sus derechos humanos, ha sido torturado sicológicamente por aislamiento total y privación sensorial.

Ninguno de estos maltratos y vejaciones humillantes, propios de quienes nos invadieron al fragor de cañonazos en 1898, han logrado quebrar el espíritu de nuestro héroe. Todo lo contrario, cada día que pasa encarcelado lo vuelve más fuerte y sabio.

Y sobre su fortaleza y sabiduría me gustaría reflexionar un poco con ustedes hoy, en esta edición de 2014 de la Feria Internacional del Libro de Puerto Rico dedicada a nuestro Oscar López Rivera.

El Oscar que nos sorprendió una vez más a través de sus cartas a su nieta Karina. Cartas impresionantes, concisas, que nos mostraron una nueva faceta suya fascinante: la del Oscar escritor. Esas cartas publicadas en diversos periódicos, en nuestra página de internet minhpuertorico.org y en cientos de publicaciones nacionales en la red, además de enorgullecernos, nos dieron una visión mucho más amplia de su fortaleza y sabiduría, y claro está, de su dominio de la escritura con la que logra transmitir sus sueños, esperanzas y sobre todo, su compromiso inquebrantable con su Pueblo y su Patria.

Como ejemplo hemos seleccionado varias citas de sus escritos que nos ilustran la fuerza de su espíritu, entereza, su devoción a la causa de la independencia de Puerto Rico y sus más preclaros pensamientos.

De sus cartas a Karina, precisamente en la que lleva el título de ‘’El lugar donde pertenecemos’’, Oscar expone su puertorriqueñidad. Escribe:

‘’En 1986 me trasladaron a la prisión de Marion, Illinois. La mañana en que llegué, el alcaide me dijo: “Bienvenido a Marion, que es el lugar donde tú perteneces.

‘’Esa frase me dejó pensando en que tenía que refugiarme en mí mismo para poder resistir la amenaza del alcaide. No, yo nunca pertenecería a Marion. Mi voluntad era la de seguir siendo libre como ser humano, de cara al único lugar al que pertenezco, que es Puerto Rico.’’

Luego, en ‘’Al cumplir mis 71 años’’ aflora un Oscar pensante, filósofo de la Patria. Nos habla del colonialismo. Cito:

‘’Parte de ese tiempo lo he usado para descolonizar mi mente y mi espíritu y para tratar de ser el mejor ser humano que pueda lograr ser.  He aprendido que la lucha por descolonizarme es mucho más dura que lo que creía.  Pero ello no me para. Soy humano, imperfecto y falible. No busco la perfección, sólo ser lo mejor que puedo ser y sentirme lo más libre de las cadenas del colonialismo que pueda.

‘’El colonialismo no es un problema que hemos creado nosotros. Es un problema que el gobierno estadounidense nos espetó.  Y aunque tenemos la responsabilidad de resolverlo, ello no le quita la responsabilidad al colonizador de cumplir con su deber y hacer posible que seamos una nación libre y soberana. Cada día afirmo más mi puertorriqueñidad.’’

La capacidad de nuestro Oscar para sobrevivir entre las cuatro paredes de una cárcel del régimen estadounidense, para trocar la adversidad, la tortura sicológica, en positivismo, en no dar su brazo ni pensamiento político a torcer se manifiesta en su carta titulada ‘’Navidad en Terre Haute’’. Escribe:

‘’Es una fecha importante para mí; me acuerdo de la Patria en que nací, me acuerdo de mis compañeros, de mi familia, de toda esa gente que quisiera abrazar. Da risa, pero me acuerdo hasta de mis primeros cumpleaños, los que me celebraban mi mamá y mis hermanos con regalos humildes, pero que ahora, en la distancia, son los más valiosos que puedo concebir: una camisita, un carrito de madera, una pelota…

‘’Con todo, será mi cumpleaños más esperanzado, el más luminoso que recuerde, sabiendo que la gente de mi pueblo sigue esperándome con fe.’’

Entre sus cartas más significativas está “Donde respira el mar”, en la cual hace uso de metáforas y símiles para hablarnos de su mar, de su recuerdo y de su eterna esperanza del retorno a la Patria. Oscar reflexiona:

‘’ Aquí en la cárcel he sentido muchas veces la nostalgia del mar; de olerlo a todo pulmón; de tocarlo y mojarme los labios, pero enseguida me doy cuenta de que quizá tengan que pasar años antes de darme ese sencillo gusto.

‘’ En Florence, por las noches, los presos se comunicaban a través de una especie de respiradero que estaba cerca del techo. Había que gritar para hacerse oír, todos gritaban y aquello lo que hacía era alterar los nervios.

‘’Yo callaba y trataba de concentrarme en el ruido de las olas, cerraba los ojos y las veía romper contra la Cueva del Indio. El griterío de la cárcel se iba desvaneciendo. El mar subía y bajaba como un torso, contagiándome su fuerza y su respiración. Sé que algún día pasaré toda una noche en la costa, y esperaré a que despunte el día.’’

Pero quizás, su carta “Las manos en el cristal”, sea una de las más recordadas. Fue en la que Oscar, el escritor, dio rienda suelta a su amor por su nieta Karina. La narración fluye, es perfecta. El cristal es frontera que logra traspasar, es cárcel sin muros; se convierte en punto de unión y querencias. Leamos:

‘’Se hacía difícil entretenerte mientras estabas en el cubículo de las visitas, así que para distraerte y ayudar a tu madre, que intentaba pasar el mayor tiempo posible conmigo, inventamos un juego peculiar: ponías tus pequeñas manos de bebé en el cristal, y yo también ponía las mías, de modo que coincidieran las cuatro y pudieran «tocarse». Las manos saltaban, se perseguían, se comportaban como arañas envueltas en los hilos invisibles del cariño. No nos tocábamos, el cristal lo impedía, pero surgió un lenguaje especial entre tú y yo; entre las tiernas manos tuyas, Karina, y mis viejas manos, pálidas de encierro, deseosas de poder volar, pero contentas y sumisas cuando tú las acariciabas.

‘’Un día, por fin, me trasladaron a la prisión de Terre Haute, en Indiana. Allí me comunicaron que podría recibir visitas y tener contacto físico con mis seres queridos. Llegó tu madre contigo y con mi sobrina Wanda. Tú, Karina, tenías sólo siete años. Mi hija y mi sobrina me abrazaron. Tú, en cambio, te paraste frente a mí, levantaste tus manos y las pegaste contra un cristal imaginario, esperando que yo hiciera lo mismo. A tu corta edad, después de tantos años de soportar esa barrera, pensaste que debíamos continuar el juego. Tu madre te dijo: «Ahora puedes tocar a tu abuelo», y tú corriste a abrazarme, nos tocamos por primera vez.

‘’Ese cristal, a pesar de todo, sigue siendo el cómplice entre tú y yo.’’

El caso de Oscar López Rivera es hoy bandera de lucha de su Pueblo que como él en prisión, ha resistido por más de un siglo a los invasores. Oscar López Rivera ha cumplido 33 años en prisión y se encuentra alerta e invencible. Quizás eso sea lo que más le duele a Estados Unidos que no ha podido doblegarlo. Por eso lo mantiene como rehén y continúa sin hacerle justicia a pesar de los miles y miles de pedidos por su liberación provenientes desde su Patria y de la comunidad internacional. El imperio está decidido a recordarnos que somos su colonia y ellos ordenan y mandan, pero jamás podrán contra nuestro Oscar y su Pueblo.

No quiero concluir esta semblanza sin recurrir a una última cita encontrada en los apuntes de la visita el 3 de mayo de 2014 a nuestro Oscar de Wilma Reverón Collazo, copresidenta del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano (MINH) y de Alejandro Rivera Torres, de la Comisión Ejecutiva del MINH. Oscar, el preso político más antiguo de nuestra América afirma:

‘’Me quedan aún por cumplir diez años más en la cárcel. Me cuido mucho y atiendo mi alimentación. Yo saldré aunque tenga ya más de ochenta años… y regresaré a Puerto Rico.’’

‘’Un beso y un abrazo con brazos puertorriqueños pequeños, pero con mucho amor. En resistencia y lucha… Oscar.’’

 

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