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No tenemos derecho a trato igual PDF Imprimir Correo
Escrito por Wilda Rodríguez / El Nuevo Día   
Martes, 16 de Junio de 2015 16:01

sociedad

Venderles a los puertorriqueños que tienen derecho a trato igual como ciudadanos americanos a algún beneficio que poseen los estados, ha sido y sigue siendo el engaño más cruel que pueden emplear los colonialistas.



El pueblo se lo cree, y una y otra vez cae en la farsa de “reclamar” trato igual al llamado de líderes que le alimentan esa ilusión a un derecho que no tienen. Ser discriminado es terrible, pero ser ignorante de que se nos puede discriminar porque vivimos en un estado de subordinación donde el discrimen es la norma, es peor. Que se manipule esa ignorancia es brutal.

Métanselo en la cabeza: no tenemos ningún derecho a reclamarle trato igual a la metrópolis. Somos su colonia y el derecho a tratarnos como les venga en gana es suyo. Nos pueden tratar con mezquindad o nos pueden tratar con generosidad. Nos pueden ignorar y hasta dejarnos morir de hambre si les da la gana.

Por eso no participo de la campaña de indignación para defender los fondos del Medicare Advantage. No me gusta hacer el ridículo ni mendigar.

A mí me indigna no tener un sistema de salud para los puertorriqueños. Me indigna tener un negocio de salud que cada año monta una campaña para amenazar a los envejecientes con la ira de Dios si no se acogen a tal o cual plan Advantage.

Que quede claro que algunos participan en esta campaña convencidos de que lo hacen por los más vulnerables. Los que se levantan a las cuatro de la mañana y esperan seis horas para ver a un médico que no le puede recetar estudios o medicamentos que no les aprueba el plan. O esperan tres meses para ver un especialista.

Defienden un fracaso. Aquí quienes único son felices con el negocio de la salud son las aseguradoras que lo dirigen y se lucran. Hay que salvar esas aseguradoras para salvarle la salud a los viejos. ¿Y mañana? Cuando se acaben los fondos de Obamacare habrá que salvarlas para salvarle la salud al pueblo en pleno.

Hablamos de reclamar trato igual porque pagamos igual. Pagamos más. Hemos pagado con nuestra libertad para ser y hacer. Pero no podemos cobrar.

Si quieren una opinión más erudita sobre nuestra subordinación y carencia de derechos frente a la metrópolis, los remito al doctor Efrén Rivera Ramos, exdecano de Derecho de la Universidad de Puerto Rico, cuando se refiere a los famosos casos insulares, las decisiones de la corte suprema de Estados Unidos a principios del siglo veinte sobre los derechos de los habitantes de los territorios, que siguen tan vigentes como antes. (Verlo en microjuris.com)

Esas decisiones supremas sostienen que los derechos de los ciudadanos de los estados no son extensibles a los territorios. Vivimos en un estado indefinido de subordinación política en el que no tenemos derecho alguno a reclamar trato igual para nada.

Si yo atesorara la ciudadanía americana me sentiría igual de indignada con el amo. Pero sabría cuál es mi sitio y trabajaríasobre cómo cambiarlo en lugar de suplicar sobre un derecho falso.

Cierto que la reducción en un 11% al Medicare Advantage le va a hacer otro roto al negocio de la salud y los perjudicados siempre van a ser los pacientes. ¿Mendigar es la solución? ¿O la solución es cambiar el negocio de salud por un sistema de salud?

La emergencia es ahora, dicen. Mañana vendrá la próxima y seguiremos cogiendo de excusa a los pobres para salvar a las aseguradoras.

Yo no compro esa fórmula. La salud es un derecho. Hacer de ella un negocio ha sido un crimen. ¿Por qué en lugar de seguir apoyando el crimen no decidimos tumbar el negocio?

Wilda Rodríguez / El Nuevo Día
Venderles a los puertorriqueños que tienen derecho a trato igual como ciudadanos americanos a algún beneficio que poseen los estados, ha sido y sigue siendo el engaño más cruel que pueden emplear los colonialistas.
El pueblo se lo cree, y una y otra vez cae en la farsa de “reclamar” trato igual al llamado de líderes que le alimentan esa ilusión a un derecho que no tienen. Ser discriminado es terrible, pero ser ignorante de que se nos puede discriminar porque vivimos en un estado de subordinación donde el discrimen es la norma, es peor. Que se manipule esa ignorancia es brutal.
Métanselo en la cabeza: no tenemos ningún derecho a reclamarle trato igual a la metrópolis. Somos su colonia y el derecho a tratarnos como les venga en gana es suyo. Nos pueden tratar con mezquindad o nos pueden tratar con generosidad. Nos pueden ignorar y hasta dejarnos morir de hambre si les da la gana.
Por eso no participo de la campaña de indignación para defender los fondos del Medicare Advantage. No me gusta hacer el ridículo ni mendigar.
A mí me indigna no tener un sistema de salud para los puertorriqueños. Me indigna tener un negocio de salud que cada año monta una campaña para amenazar a los envejecientes con la ira de Dios si no se acogen a tal o cual plan Advantage.
Que quede claro que algunos participan en esta campaña convencidos de que lo hacen por los más vulnerables. Los que se levantan a las cuatro de la mañana y esperan seis horas para ver a un médico que no le puede recetar estudios o medicamentos que no les aprueba el plan. O esperan tres meses para ver un especialista.
Defienden un fracaso. Aquí quienes único son felices con el negocio de la salud son las aseguradoras que lo dirigen y se lucran. Hay que salvar esas aseguradoras para salvarle la salud a los viejos. ¿Y mañana? Cuando se acaben los fondos de Obamacare habrá que salvarlas para salvarle la salud al pueblo en pleno.
Hablamos de reclamar trato igual porque pagamos igual. Pagamos más. Hemos pagado con nuestra libertad para ser y hacer. Pero no podemos cobrar.
Si quieren una opinión más erudita sobre nuestra subordinación y carencia de derechos frente a la metrópolis, los remito al doctor Efrén Rivera Ramos, exdecano de Derecho de la Universidad de Puerto Rico, cuando se refiere a los famosos casos insulares, las decisiones de la corte suprema de Estados Unidos a principios del siglo veinte sobre los derechos de los habitantes de los territorios, que siguen tan vigentes como antes. (Verlo en microjuris.com)
Esas decisiones supremas sostienen que los derechos de los ciudadanos de los estados no son extensibles a los territorios. Vivimos en un estado indefinido de subordinación política en el que no tenemos derecho alguno a reclamar trato igual para nada.
Si yo atesorara la ciudadanía americana me sentiría igual de indignada con el amo. Pero sabría cuál es mi sitio y trabajaríasobre cómo cambiarlo en lugar de suplicar sobre un derecho falso.
Cierto que la reducción en un 11% al Medicare Advantage le va a hacer otro roto al negocio de la salud y los perjudicados siempre van a ser los pacientes. ¿Mendigar es la solución? ¿O la solución es cambiar el negocio de salud por un sistema de salud?
La emergencia es ahora, dicen. Mañana vendrá la próxima y seguiremos cogiendo de excusa a los pobres para salvar a las aseguradoras.
Yo no compro esa fórmula. La salud es un derecho. Hacer de ella un negocio ha sido un crimen. ¿Por qué en lugar de seguir apoyando el crimen no decidimos tumbar el negocio?
 

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