(San Juan, 15 de octubre, 2013) - Contrario a lo que algunos insisten en decir, lo que Puerto Rico necesita para enfrentar la violencia generalizada que sufre nuestro Pueblo no es otro plan anticrimen preparado por el Superintendente de la Policía.
Por una sencilla razón: no estamos ante un problema eminentemente policiaco, estamos ante una compleja crisis social y económica, que ha deteriorado el tejido social y ha convertido la violencia en forma normal de comportamiento de la ciudadanía. Y la Policía no es precisamente la agencia preparada para enfrentar esos problemas sociales tan complejos y diversos.
No es un problema de malos y buenos. No es meramente un asunto relacionado con el narcotráfico. Como cuestión de hecho, buena parte de los actos de violencia reportados, incluyendo asesinatos, no tienen nada que ver con narcotráfico y si con profundos problemas sociales, familiares, conyugales y otros.
Más policías en la calle no hacen ninguna diferencia, por más chalecos, armas largas y equipo especializado para reprimir con que cuenten.
Se impone aplicar una visión salubrista a toda esta situación que nos afecta a todos y todas. No castigando, sino educando, no reprimiendo, sino cultivando el amor al trabajo, al estudio y la solidaridad social; no encarcelando sino abriendo espacios de libertad, esparcimiento, y relaciones fraternales entre niños, jóvenes y ciudadanos en general.
Los operativos, las redadas, los arrestos y los shows of force de la Policía o los federales son una pérdida de tiempo, mientras la situación se agrava. Reconozcamos que la fiebre no está en la sábana. Que el gran problema social que tenemos que resolver es el modelo de sociedad mismo en que vivimos, generador de desigualdad e injusticia.
Julio A. Muriente Pérez Copresidente del MINH
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