El representante Manuel Natal ha sido víctima de un entrampamiento, orquestado en dos direcciones. Primero, al ser invitado a participar como panelista en un programa de radio. El mismo está moderado por el periodista Normando Valentín y cuenta con la participación de notorios representantes del PNP, como lo son Carmelo Ríos y Gary Rodríguez.
La intención era evidente: que Natal y los otros se tiraran a matar para ganar “rating”, para así competir con programas parecidos de otras estaciones de radio.
Ríos y Rodríguez no perdieron tiempo. Acostumbrados como están a la politiquería vulgar e irrespetuosa y a los golpes bajos y traicioneros, arremetían en cada ocasión contra Natal, para satisfacción de la estación.
Solo una cosa no cuadraba. Natal no es inescrupuloso ni politiquero; mucho menos es irrespetuoso. Es un joven egresado de la Universidad de Puerto Rico, forjado en las luchas estudiantiles, ecuánime y culto. Para frustración de los directivos de la emisora, no estaba dispuesto a promover la “tiraera” a muerte que ansiaban éstos, para ganar audiencia a costa de agresividad, violencia e insulto.
Hasta que un día Natal no aguantó más y renunció. Porque, como debe ser, tiene la piel fina para enfrentar la falta de respeto y la insolencia. Porque no padece de la indiferencia y el cinismo de los que reclaman que hay que tener piel de cocodrilo para soportar agresiones inmorales como si tal cosa.
Fue en ese contexto que se fraguó el otro entrampamiento: la acusación contra Natal de haber participado en una actividad durante la reciente huelga universitaria, que alegadamente ofendía la integridad de la Policía.
Como parte de una actividad de protesta, un grupo de estudiantes colocó comida de perro a los pies de numerosos miembros de la Fuerza de Choque que habían invadido violentamente la UPR.
Natal negó haber participado en aquella actividad e incluso expresó diferencias con la misma.
Pero de nada le valió. Los legisladores anexionistas quisieron arrinconarlo, micrófono en mano, y él se fue.
Carmelo Ríos, Gary Rodríguez y otros han pretendido criminalizar a Natal y a través suyo al estudiantado universitario, presentando como víctima a la Policía. Se trata de una vulgar maniobra para manipular la historia.
Lo cierto es que en la pasada huelga de la UPR la Policía de Puerto Rico fue enviada por la Administración Fortuño-PNP a maltratar, abusar, golpear; a hacer daño. Numerosos estudiantes, profesores y trabajadores de la UPR, y otros ciudadanos, fueron objeto de atropellos por parte de la Fuerza de Choque y otros cuerpos represivos de la Policía. Lo mismo en la Universidad y sus once recintos, que en el Capitolio o en el Centro de Convenciones.
La intención premeditada era doblegar a una institución —la Universidad— que les aterra porque es fuente transparente de debate, participación y lucha, e imponer un estado policiaco, atentando contra derechos fundamentales a base de fuerza bruta e intolerancia.
Ello explica que tiempo después apareciera un contundente informe que denuncia los abusos cometidos por la Policía y exige cambios profundos en esa institución.
¿Ofendida la Fuerza de Choque porque colocaron comida de perro a sus pies, simbolizando su brutalidad y salvajismo? Que perdonen los perros, que no hacen daño a nadie. Fueron la Universidad y el pueblo los verdaderos ofendidos por los desmanes de la Policía. En justicia, mucho más que un acto simbólico es lo que merecían esos agresores.
La gente digna no tiene agua en las venas; ni perdona ni olvida el atropello y la injusticia. Ni tolera la mentira. |