El gran derrotado ha sido, evidentemente, la anexión, aunque no lo reconozca el liderato del PNP, que padece un estado permanente de negación.
Obsesión: Perturbación anímica producida por una idea fija.
Negar, Negación: Decir que algo no existe, no es verdad, o no es como alguien cree o afirma. Dejar de reconocer algo, no admitir su existencia.
Diccionario de la Real Academia Española
Es cierto; no hay peor ciego que el que no quiere ver.
Ese es el caso de a la actitud asumida por el liderato del Partido Nuevo Progresista (PNP) tras los resultados de la consulta “plebiscitaria” celebrada el pasado domingo, 11 de junio. Los números son harto elocuentes. Ricardo Rosselló, el PNP y la anexión se escocotaron.
De aproximadamente 2.3 millones de electores inscritos, más de 1.7 millones no votaron. Apenas participó el 23 por cierto de los votantes. Casi ocho de cada diez electores le dieron la espalda a la consulta de Rosselló y el PNP.
El gran vencedor fue la abstención/boicot. Ello no significó indiferencia de la población. Todo lo contrario. Llovieron formas ingeniosas de expresar rechazo al engaño de los anexionistas. El Pueblo estuvo atento en todo momento a lo que acontecía y al conocerse los números, celebró.
El gran derrotado ha sido, evidentemente, la anexión, aunque no lo reconozca el liderato del PNP, que padece un estado permanente de negación.
En la consulta “plebiscitaria” celebrada en 1998, los anexionistas obtuvieron 728,000 sufragios. En la de 2012, organizada por la administración Fortuño-PNP, alcanzaron 838,000 votos. Ahora el anexionismo apenas superó el medio millón de votos; una reducción de más de doscientos mil votos que en 1998 y de más de 300 mil que en 2012.
La cifra alcanzada por la anexión en la farsa del pasado once de junio es ochenta mil votos menor que la totalidad de votos íntegros alcanzados por el PNP en las elecciones generales de 2016, hace apenas siete meses. Que a su vez fue la cifra electoral menor del PNP en toda su historia.
El hecho constatado por el resultado de la consulta, es que el movimiento anexionista en Puerto Rico representa apenas el 20 por ciento del electorado; que es francamente minoritario y que no tiene derecho alguno a forzar un status político que rechaza la gran mayoría de la población.
Pero no. Ahora irán a Washington, D.C. alegando que obtuvieron el 97 por ciento de los votos; que en Puerto Rico casi 100 de cada 100 electores apoya la anexión; que ya alcanzaron la tan anhelada súper mayoría. Que la semana que viene va a nevar. O como patéticamente gritó a viva voz Ricardo Rosselló, que hay que bajar las banderas de Estados Unidos en todo el mundo, porque ya mismo tendrán que añadirle otra estrella, la número 51.
La obstinación de los anexionistas no se detiene ahí. Aun antes de la consulta, habían aprobado en la legislatura la criatura absurda llamada plan Tenesí. Quieren jugar a tener facsímiles de congresistas pagados con el dinero del pueblo, sin importarles la burla y el desprecio de que serán objeto cuando lleguen al Capitolio cien por ciento, haciendo alarde de su bochornosa actitud de colonizado hasta la médula.
Mientras tanto, el próximo lunes 19 de junio el Comité de Descolonización de la ONU considerará una vez más el caso colonial de Puerto Rico. Esta será una ocasión ideal para denunciar la farsa del 11 de junio ante los pueblos del mundo.
Claro que el fin del colonialismo y la recuperación de la soberanía son objetivos urgentes que alcanzar. Pero no con embelecos ni mentiras sino con procesos serios que garanticen efectivamente la participación decisional de todos y todas. (endi.com/12 de junio de 2017) Foto: Luis López/MINH |