La noticia de que el presidente de Venezuela Nicolás Maduro propondrá en la próxima cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) a celebrarse en la Habana, la integración de Puerto Rico a dicha instancia de países de nuestra región, generó un extraordinario interés en los medios noticiosos del continente Suramericano y de gran parte del mundo. En Puerto Rico, en cambio, la prensa escrita y televisiva ha invisibilizado el suceso.

Estas expresiones del Presidente venezolano tienen su precedente en la llamada Declaración de Santiago de la I Cumbre celebrada en Chile durante el mes de enero de 2013. En ésta se indica en su párrafo 21: “Destacamos el carácter latinoamericano y caribeño de Puerto Rico y, al tomar nota de las resoluciones sobre Puerto Rico adoptadas por el Comité Especial de Descolonización de las Naciones Unidas, consideramos que (Puerto Rico) es un asunto de interés de CELAC.”

Este pronunciamiento, aprobado por consenso de los 33 países miembros de dicha instancia de integración regional, constituye un reto a la posición asumida por Estados Unidos ante los reclamos de descolonización de la comunidad internacional de que Puerto Rico es un asunto “doméstico” en el que otros países no tienen ingerencia.

Igualmente, consideramos de gran importancia las expresiones hechas por Raúl Castro Ruz en su discurso como nuevo presidente pro tempore del organismo ante dicha Cumbre cuando indicó: “Nuestra comunidad estará incompleta mientras falte en ella el escaño de Puerto Rico, nación hermana genuinamente latinoamericana y caribeña que padece una situación colonial.” Esta expresión fue complementada, además, con las expresiones hechas por el presidente nicaragüense Daniel Ortega Saavedra, al indicar: “Nuestra solidaridad con el Pueblo de Puerto Rico, que sigue batallando por su liberación, por su independencia”. La suma de estas expresiones constituye el más claro mensaje a los efectos de que para América Latina y el Caribe, la autodeterminación del pueblo puertorriqueño y su derecho a la independencia, debe permanecer como punto de discusión y resolución en la agenda de estos países hermanos.

Estas expresiones de profunda significación política y solidaridad regional, deben ser complementadas con propuestas concretas de integración e intercambios que pongan a pensar al pueblo puertorriqueño que ya es hora que miremos al Sur.

Como sabemos, Puerto Rico está al borde del colapso económico ante la deuda pública existente. Literalmente, estamos en un callejón sin salida. Es una deuda impagable, que consume el 20% del presupuesto del País en el pago de intereses solamente, sin abonar al principal de los $70 mil millones adeudados. Los propios acreedores hablan de “reestructurar” la misma. Lo que quiere decir, extender la vida de los préstamos para seguir cobrando intereses a perpetuidad, sin aportar al principal. Los bonistas que invierten en préstamos al gobierno se aprovechan de esta situación para especular y advertir que sólo podrán prestar más dinero si el País paga unos intereses usureros de alrededor del 9 al 10%.

La propuesta venezolana ya consiguió reabrir el debate regional sobre la independencia de Puerto Rico. Ahora le corresponde a la CELAC poner al pueblo puertorriqueño y a su gobierno a mirar al Sur. ¿Pueden los países miembros de la CELAC expresar su disposición a asistir al financiamiento y desarrollo de la República de Puerto Rico?

Sería interesante ese escenario. Lo fundamental es que el pueblo de puertorriqueño vea, de una manera clara y precisa, que la salida a la encerrona en que nos han metido, no es una mayor integración a Estados Unidos sino por el contrario, desligarnos de los depredadores de Wall Street e integrarnos al bloque económico de la comunidad latinoamericana y caribeña, una de las pocas regiones del planeta que experimenta un sólido desarrollo y crecimiento económico.

No se trata, como algunos podrían argumentar, de darle oxígeno y vida a la moribunda colonia. De lo que se trata es de ofrecerle al País opciones que nos alejen de la dependencia, del secuestro económico al que nos tienen sometidos, nos quitemos las gríngolas que solo nos permiten mirar al Norte y nos acerquen paulatinamente al proyecto de Betances, Hostos y Bolívar de integración antillana, caribeña y latinoamericana.

La determinación por parte del gobierno colonial de Puerto Rico de rechazar su participación en la CELAC no debe desalentarnos. Después de todo, como nos advirtiera Pedro Albizu Campos, a los pueblos les representan quienes les afirman, no quienes les niegan.