31 de enero, 2021
Desde el 3 de noviembre al día en que escribo han pasado tres meses desde el evento electoral. Los resultados que obtuvieron lo que llamaré ¨la Nueva Izquierda¨, fueron alentadores y generadores de grandes expectativas y esperanzas. La incursión exitosa del Movimiento Victoria Ciudadana (MVC) eligiendo cuatro legisladores y casi ganando (si hubiera sido en buena lid) la alcaldía de San Juan y una quinta legisladora, posicionó a este movimiento en un rol de importante protagonismo en el accionar político puertorriqueño.
La obtención de Juan Dalmau como candidato a gobernador del PIP de un 13% del voto emitido y un 7% para el partido, rompieron el estancamiento y lo que parecía como una muerte lenta del partido que representa las aspiraciones por la independencia.
En dos columnas que escribí antes del evento electoral (El 4 de noviembre y El Día Después) afirmé y reiteré el llamado que se viene haciendo desde la sociedad civil para la unidad de los sectores que reclaman soberanía en sus distintas vertientes o independencia. Expresé mi esperanza y la de muchos que una vez terminada las usuales riñas electorales que se da entre contrincantes, se pudiera pasar a la etapa de la conciliación, la unidad y la alianza en pos de los objetivos comunes que tan claramente están plasmados tanto en el programa del PIP como en la Agenda Urgente del MVC.
Yo no sé si nuestros legisladores de la Nueva Izquierda están hablando en los pasillos o en el café de la legislatura o conciliábulos fuera de la vista del pueblo, pero me gustaría saberlo. Y creo que como electora tengo derecho a ello. Porque voté por ambas entidades y fueron electos por mi voto y el de mucha gente que busca una salida a esta situación de deterioro galopante en nuestras vidas.
A 31 de enero, pasado tres meses, el pueblo votante de MVC y el PIP no ha recibido un informe, ni una invitación al diálogo constructivo forjador de alianzas y objetivos comunes. Ciertamente la pandemia ha dificultado las oportunidades de hacer asambleas de pueblo, congresos o como lo quieran llamar. También sé que con la vorágine de asuntos que se están desarrollando desde que comenzó el año, feminicidios y declaración de emergencia, crisis política en EEUU, aumentos de luz, el contrato de LUMA, las órdenes ejecutivas sobre el COVID-19, las intenciones de comenzar con clases presenciales en el sistema de educación pública, la forma en que se está ejecutando la vacunación contra el COVID, el presupuesto que quiere imponer la Junta de Control Fiscal, el robo de las elecciones de San Juan, la derogación del Código Electoral, nuestros legisladores de la Nueva Izquierda tienen las manos y la mente llenas. Pero, no hay que dejar de hacer los importante por lo inmediato.
Y es sumamente importante que comencemos ese indispensable y necesario diálogo con el pueblo para escuchar de ellos cómo les va, cómo lo ven, cómo les podemos ayudar y escuchar de nosotros que esperamos a corto y largo plazo y como nos movemos de ser minorías a ser mayorías contundentes.
Ya su presencia en la legislatura se siente. A mi se me hincha el pecho cuando oigo a nuestras legisladoras debatir tan efectivamente por el respeto a la vida de las mujeres y contra el posible fraude electoral con actos demostrativos de cómo se pueden haber metido a las bóvedas que guardaban los famosos maletines. La dignidad, bravura, elocuencia e inteligencia de nuestras tres legisladoras, al igual que el de los varones, solo tiene similitud con los legisladores del PIP en cuatrienios anteriores.
Por eso, aunque suene majaderamente repetitiva, hago un llamado, una exhortación, una exclamación si quieren, que tenemos que elevar lo logrado como representantes de minorías a lograr articular y obtener el derecho a ser los portavoces de las aspiraciones y sueños de las grandes mayorías del pueblo.
Desde el sector soberanista e independentista, tenemos que asimismo articular un posición coherente y unificada ante los próximos eventos electorales del sector anexionista: la elección especial del 16 de mayo de 6 delegados, 4 para la Cámara de Representantes y 2 para el Senado de EEUU como parte de ejecutar su Plan FrenesÍ, seguido de otra consulta sobre el estatus, en un intento de mejorar su pobre ejecución en el plebiscito del 3 de noviembre, a pesar de que prácticamente no enfrentaron una oposición efectiva.
Los poco que pudimos hacer algunos grupos independentistas desde el llamado de VAMOS, no tuvo la posibilidad de divulgación y el impacto en la opinión pública por falta de recursos económicos, falta de acceso a los medios, sobre todo la radio. Otro factor que incidió que no obtuviéramos un resultado mayoritario a favor del NO, fue que los dos partidos que representaban el NO, el PIP y el PPD, enfocaron sus recursos económicos y de los medios en sus candidaturas a la gobernación y prácticamente dejaron sin representación efectiva a la campaña del NO. Esa consulta era ganable.
Ahora en estas próximas consultas tendremos el desafío de explicarle al pueblo, que ya está bombardeado con los fondos federales que se recibirán este cuatrienio, por qué la independencia y la soberanía sigue siendo una mejor opción para el desarrollo económico del país y de poder combatir para erradicar la pobreza, no para seguir manteniéndola.
La calle nos está llamando. Contra el COVID y todas sus cepas, contra la Junta de Control Fiscal, contra el gobierno neoliberal de Pedro Pierluisi que se retractó ya de su oposición al aumento en la electricidad, como se retractará de su promesa de volver a reconocerle los derechos a los trabajadores conculcados por la Ley 4-2017 de RR y contra el alcalde Romero, que ya comenzó con los despidos y a tomar decisiones imprudentes que atentan contra la salud del pueblo.
Los legisladores de la Nueva Izquierda pueden ser punta de lanza o seguidores del pueblo que cuando decide movilizarse no espera por nadie, como quedó demostrado en el Verano del 19.
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