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Conversaciones con Mariela Castro Espín PDF Imprimir Correo
Escrito por Salim Lamrani / Opera Mundi   
Jueves, 14 de Febrero de 2013 00:43

Mariela CastroMariela Castro Espín ha logrado emanciparse de su herencia familiar. Sobrina de Fidel Castro, líder histórico de la Revolución Cubana, e hija de Raúl Castro, actual Presidente de Cuba, Mariela se ha ganado un reconocimiento internacional no gracias a su apellido sino gracias a su acción a favor del derecho a la diversidad sexual.

 

Directora del Centro de Educación Sexual (CENESEX), licenciada en Psicología y Pedagogía, titular de un máster en sexualidad, Mariela Castro ha hecho suya la causa de los homosexuales, bisexuales, lesbianas y transexuales y ha permitido que esta comunidad salga de la marginalidad en la cual la había acantonado la sociedad.

La acción del CENESEX ha sido coronada de éxito. Desde 2007, se celebra en Cuba todos los 17 de mayo el día contra la homofobia. El Estado se encarga gratuitamente de las operaciones de cambio de sexo. La homofobia ha disminuido de modo sensible aunque persista todavía en algunos sectores. Finalmente, importantes instituciones como el Partido Comunista de Cuba o el Ministerio de Cultura son ahora aliados de primer orden en la lucha por los derechos de todos.

Mariela Castro se parece a su madre, Vilma Espín. Ha heredado a la vez su belleza natural y su carácter. En efecto, como ilustran estas conversaciones, desprecia soberanamente el lenguaje estereotipado y no vacila de ningún modo en señalar las injusticias que se cometieron en Cuba en el pasado, ni en denunciar los obstáculos institucionales todavía presentes en la sociedad. Su franqueza no suscita la unanimidad en el poder cubano, particularmente en el sector más conservador. Pero, como se complace en recordar, cada vez que el Presidente Raúl Castro recibe una queja con respecto a ella, su respuesta sigue siendo invariable: “Si tienes algo que decir sobre mi hija, ve a verla directamente”. De momento, los críticos no han dado el paso.

En este diálogo no se ha eludido ningún tema, sea la situación de los homosexuales tras el triunfo de la Revolución, las tristemente célebres Unidades Militares de Ayuda a la Producción, el famoso “Quinquenio Gris”, la Fundación del CENESEX, la lucha contra la homofobia, la prostitución, el fenómeno transexual o el matrimonio para todos. Mariela Castro no eludió ninguna pregunta y no impuso ninguna condición previa al diálogo.

Salim Lamrani: Mariela Castro, ¿cuál era la situación de las minorías sexuales en 1959, tras el triunfo de la Revolución, en Cuba?

Mariela Castro Espín: Al inicio de los años 1960, la sociedad cubana era el reflejo de su herencia cultural, principalmente española. Cuba tenía una cultura “homoerótica”, patriarcal y entonces, por definición, homófoba, como todas las sociedades patriarcales. En aquella época, el mundo entero era patriarcal y homófobo, sin distinción alguna, tanto los países desarrollados como las naciones del Tercer Mundo.

No obstante, resulta curioso que el proceso emancipador de la Revolución Cubana que reivindicaba en su programa político la lucha contra las desigualdades, las diferentes formas de discriminación contra las mujeres, el racismo, y que intentaba eliminar las injusticias, las brechas entre la ciudad y el campo, no se haya interesado por la suerte de los homosexuales y no los haya considerado víctimas de discriminaciones de todo tipo.

¿Por cuáles razones?

La homofobia era la norma incluso tras el triunfo de la Revolución. Era el caso en todas las culturas occidentales basadas en la religión católica dominante. Estaba establecido en los códigos culturales de la relación hombre/mujer.

La Revolución permitió al pueblo cubano conseguir la soberanía nacional y puso en tela de juicio numerosos paradigmas como la virginidad de la mujer como condición previa al matrimonio, la ausencia de divorcio, el estatus de jefe de familia del hombre, la natural fidelidad de la mujer frente a la infidelidad del hombre, la descalificación de la familia monoparental y de la mujer soltera, pero no se interesó por el problema de la diversidad sexual.

¿Entonces ser homófoco era algo “natural”?

La homofobia era la norma. Lo que se consideraba anormal era el respeto a quienes habían elegido una orientación sexual diferente. Pero, repito, no era algo específico de Cuba. Era lo mismo en el resto del mundo. La homofobia institucionalizada de los primeros años de la Revolución reflejaba esta realidad y estaba en consonancia con la cultura de la época. Burlarse de los homosexuales era algo natural, así como despreciarlos o denigrarlos. Era normal discriminarlos en el mercado laboral, en su vida profesional, y ése era el aspecto más grave.

Las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP)


En los años 1960, entre 1965 y 1968, el Estado cubano elaboró las Unidades Militares de Ayuda a la Producción, las UMAP, en las cuales los homosexuales fueron integrados por la fuerza. ¿Podría hablar sobre este oscuro episodio de la Revolución Cubana?

Primero conviene precisar que las UMAP afectaban a todo el mundo, a todos los hombres en edad de hacer el servicio militar, no sólo a las homosexuales. Era un servicio militar obligatorio para todos los jóvenes mayores de edad. De ningún modo estaba reservado a los homosexuales. Algunos incluso hablaron de campos de concentración para homosexuales. No creo que haya que exagerar. Conviene ser fiel a la verdad histórica. Lo repito, las UMAP afectaron a todo el mundo menos a quienes podían justificar un empleo estable. Los estudiantes tenían que poner entre paréntesis su carrera universitaria para hacer el servicio militar en las UMAP.

Conviene recordar el contexto de la época. Nuestro país se encontraba constantemente bajo agresión de Estados Unidos. Hubo Bahía de Cochinos en abril de 1961, la Crisis de los Misiles en 1962, y los grupos de la CIA que componían exilados cubanos que multiplicaban los atentados terroristas. Las bombas explotaban todos los días en Cuba. Quemaban cañaverales. Saboteaban los ferrocarriles. Atacaban teatros con bazuca. No hay que olvidar esa realidad. Vivíamos en estado de sitio. Había grupos paramilitares alzados en las montañas del Escambray y asesinaban a los campesinos favorables a la Revolución, torturaban y ejecutaban a jóvenes maestros que habían integrado la campaña de alfabetización. En total, 3.478 cubanos perdieron la vida a causa del terrorismo en aquella época. Se trataba de un periodo muy difícil,  nos hallábamos permanentemente agredidos y la lucha de clases estaba en su paroxismo. Los terratenientes habían reaccionado con mucha violencia a la reforma agraria y no estaban dispuestos a perder su posición de poder en la sociedad. Entonces había en Cuba una movilización general en torno a la defensa de la nación y de aquel contexto nacieron las UMAP, a guisa de servicio militar.

¿Por qué razones entonces se han asociado las UMAP al reino de lo arbitrario y de la discriminación?

Hay una razón para ello. Dado que todo el mundo debía participar en la defensa del país, los grupos marginales, como los hippies por ejemplo, tuvieron que integrar las UMAP, pero también los hijos de la burguesía que se habían acostumbrado a una vida de ocio y no trabajaban, pues tenían recursos. Así, incluso los grupos que no se sentían comprometidos con el proceso de transformación social iniciado en 1959, los que no se habían implicado y preferían un papel observador, tenían que integrar las UMAP y trabajar en las fábricas o en la agricultura. Esas personas no tenían una buena imagen en la sociedad cubana, que los rechazaba por su falta de implicación en la construcción de la nueva nación revolucionaria, y los consideraba parásitos.

Recuerdo en mi juventud haber oído algunas reflexiones desagradables hacia mí, por mi relación familiar con Fidel Castro –mi tío– y Raúl Castro, mi padre. Algunos decían: “Es una bitonga”, es decir, un “hija de papá”, una persona que gozaba de una posición privilegiada, que no tenía el mismo tren de vida que el resto de la juventud, por sus vínculos familiares. Me entraba una rabia terrible cada vez que ocurría eso y me esforzaba para hacer todo lo que los demás hacían y rechazaba todo tipo de privilegio o de favoritismo. Nunca he soporté ese calificativo de bitonga, que era muy despectivo.

El ejército creó entonces las UMAP para apoyar los procesos de producción. Pero la realidad fue otra. El Ministerio de Interior tenía la tarea de encargarse de los grupos de marginales y “parásitos”, identificarlos e integrarlos a las UMAP por la fuerza, pues el servicio era obligatorio. Ese método era muy arbitrario.

Conviene recordar que el modo de proceder era arbitrario y discriminatorio. Hubo voces en la sociedad cubana que se opusieron a esas medidas, entre ellas la de la Federación de Mujeres Cubanas, así como la de muchas personalidades. Las denuncias que hicieron algunas madres desataron ese movimiento contra las UMAP.

¿Y los homosexuales? Fueron víctimas de muchos abusos en las UMAP.

En esa sociedad homófoba, en ese contexto de hegemonía masculina y viril, las autoridades consideraron que los homosexuales sin profesión tenían que integrar las UMAP para ser verdaderos “hombres”. En algunas UMAP, esas personas fueron tratadas como todos los demás y no fueron víctimas de discriminación. En otras UMAP, donde reinaba lo arbitrario, los homosexuales fueron separados injustamente de los demás jóvenes. Había entonces el grupo de los homosexuales y de los travestis, el grupo de los religiosos y de los creyentes, el grupo de los hippies, etc. Se les reservó un tratamiento especial con burlas cotidianas, humillaciones públicas, etc. En una palabra, las discriminaciones que existían en la sociedad cubana se hicieron más vivas, más acerbas en las UMAP.

No cabe la menor duda de que el proceso de creación y de funcionamiento de las UMAP fue arbitrario. Por ello se cerraron definitivamente esas unidades tres años después. Pero, lo repito un vez más, la situación de los homosexuales en el resto del mundo era similar, a veces peor. Ello, evidentemente, no justifica para nada las discriminaciones de las cuales fueron víctimas los homosexuales en Cuba.

¿Cuál era la situación de las minorías sexuales en el resto del mundo?

Hay un estudio sumamente interesante de un investigador estadounidense que se llama David Carter sobre los movimientos LGBT en América Latina y en el resto del mundo. Por ejemplo, en nuestro continente, las dictaduras militares perseguían despiadadamente a los homosexuales.

Otra vez, vuelvo a repetirlo, esa realidad no debe impedirnos analizar con ojo crítico lo que ocurrió en Cuba.

¿Cuál fue la responsabilidad de Fidel Castro en la creación de las UMAP?

Fidel Castro es como el Quijote. Siempre ha asumido sus responsabilidades como líder del proceso revolucionario. Por su cargo, considera que debe tomar la responsabilidad de todo lo que ha ocurrido en Cuba, tanto los aspectos positivos como los lados negativos. Es una posición muy honesta de su parte, aunque me parece que no es justo, pues no debe asumir solo la responsabilidad de todos esos desmanes.

Por otra parte, ni es justo ni se acerca a la verdad histórica. Era una época en que emergía una sociedad nueva con la creación de nuevas instituciones, en medio de agresiones, de traiciones, de amenazas contra su vida. Fidel Castro fue víctima de más de 600 intentos de asesinato. No podía ocuparse de todo, y por lo tanto delegaba muchas tareas.

Concretamente, ¿cuál es el vínculo entre Fidel Castro y las UMAP?

Fidel Castro no desempeñó un papel en la creación de las UMAP. En realidad, el único vínculo de Fidel Castro con las UMAP fue cuando decidió cerrarlas, tras las numerosas protestas que emanaban de la sociedad civil, y tras la investigación que llevó a cabo la dirección política de las Fuerzas Armadas. Ésa concluyó que  se cometieron muchos abusos. A partir de esa fecha se decidió no incluir a los homosexuales en el servicio militar para evitar toda discriminación en un cuerpo marcado por la homofobia no sólo en Cuba sino también en el resto del mundo. Aquí también se podrá replicar que se trataba de una nueva discriminación hacia ellos, pero su incorporación a las fuerzas armadas fue tan nefasta por los prejuicios que existían, que se tomó esa decisión.

¿Cuál era el punto de vista de su padre, Raúl Castro?

He hablado muchas veces de este tema con mi padre y me explicó que era sumamente difícil eliminar los prejuicios sin una política de educación. Por otra parte, el universo militar sigue siendo hoy muy machista en Cuba. Lamentablemente es notorio que en nuestras sociedades rechazamos todo lo que resulta diferente. Imagínese entonces el contexto de los años 1960.

Al respecto, el CENESEX lanzó un programa de investigación sobre las UMAP y estamos recogiendo los testimonios de las personas que sufrieron esa política.

 

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