La joven puertorriqueña Ana Belén Montes fue condenada por la “justicia” de los Estados Unidos por haber actuado en beneficio de Cuba, desde las entrañas del Pentágono en la Agencia de Inteligencia de la Defensa (AID).
En los momentos que vivimos en la actualidad, donde buscan celebridad algunas especies de disidentes tarifados, arrepentidos de haber apoyado nuestra Revolución, y hasta neo-anexionistas, que reclaman de la administración norteamericana más presión, agresión e intervención contra Cuba; hay personas que, como sentenciara nuestro Apóstol, José Martí, reúnen en sí el decoro de muchos hombres.
Me animo a escribir estas líneas después de leer la información de la periodista estadounidense Karen Wald, referida a la joven puertorriqueña Ana Belén Montes, condenada por la “justicia” de los Estados Unidos por haber actuado en beneficio de nuestra patria [Cuba], desde las entrañas del Pentágono en la Agencia de Inteligencia de la Defensa (AID), donde era analista de primera categoría en la línea de trabajo contra Cuba. Ella cumple una condena de 25 años de reclusión, de los cuales ha cumplido diez [hoy 12 años], con conciencia de su acción y por la cual declaró en el juicio sumario a que fue expuesta lo siguiente:
«Honorable, yo me involucré en la actividad que me ha traído ante usted porque obedecí mi conciencia más que obedecer la ley. Yo considero que la política de nuestro gobierno hacia Cuba es cruel e injusta, profundamente inamistosa, me consideré moralmente obligada de ayudar a la isla a defenderse de nuestros esfuerzos de imponer en ella nuestros valores y nuestro sistema político.
»Nosotros hemos hecho gala de intolerancia y desprecio hacia Cuba durante cuatro décadas. Nosotros nunca hemos respetado el derecho de Cuba a definir su propio destino, sus propios ideales de igualdad y justicia. Yo no entiendo cómo nosotros continuamos tratando de dictar… como Cuba debe seleccionar sus líderes, quienes no deben ser sus dirigentes y que leyes son las más adecuadas para dicha nación. ¿Por qué no los dejamos decidir la forma en que desean conducir sus asuntos internos, como Estados Unidos ha estado haciendo durante más de dos siglos?
»Mi mayor deseo sería ver que surja una relación amistosa entre Estados Unidos y Cuba. Espero que mi caso, en alguna manera, estimule a nuestro gobierno para que abandone su hostilidad en relación con Cuba y trabaje conjuntamente con La Habana, imbuido de un espíritu de tolerancia, respeto mutuo y entendimiento.
»Hoy vemos más claro que nunca que la intolerancia y el odio –por individuos o gobiernos– lo único que disemina es dolor y sufrimiento. Yo espero que Estados Unidos desarrolle una política con Cuba fundamentada en el amor al vecino, una política que reconozca que Cuba, como cualquier otra nación quiere ser tratada con dignidad y no con desprecio.»
Sobran comentarios sobre la entrega y decisión de la patriota puertorriqueña, con total conciencia de su acción para apoyar de forma solidaria nuestra Revolución, a pesar de todas las campañas y mentiras de las que estuvo rodeada en su quehacer. Y hay en el mundo muchas Ana Belén Montes, que apoyan a nuestra patria en los distintos confines del Mundo.
Los enemigos de Cuba le llamarán espía, yo personalmente la considero mi hermana. Ella constituye un aliento para continuar la lucha por la Revolución.
El artículo fue publicado el 7 octubre, 2011. Lo reproducimos aquí pues es necesario que conozcamos el caso de Ana Belén Montes, puertoriqueña encarcelada en EEUU acusada de espiar para Cuba. |