El 20 de mayo falleció la compañera de lucha Lydia Collazo Cortés. El Movimiento Independentista Nacional Hostosiano se une a la pena que embarga a la familia y a compañeros y compañeras que conocieron de cerca a esta gran patriota imprescindible para la lucha Patria. Dejamos aquí dos artículos, uno escrito por Rita Zengotita, y el segundo, por nuestro Héroe de la Patria, don Rafael Cancel Miranda, que reflejan perfectamente lo que fue el compromiso patriótico de Lydia forjado a través del ejemplo de sus padres Rosa y Oscar Collazo. Hasta siempre, compañera.
Rita Zengotita Semblanza de Lydia Collazo Cortés
Buenas tardes:
Un afectuoso saludo a todas y todos. Gracias a los compañeros y compañeras del Comité Treinta de Octubre por la invitación a compartir con ustedes la entrega de la Medalla Blanca Canales a la nacionalista Lydia Collazo. Saludos, Lydia. Mis felicitaciones también a Charles, su hijo, a toda la familia y los amigos que la acompañan. Es un honor y una gran alegría estar aquí con ustedes.
Lydia Collazo Cortés pertenece a uno de los núcleos familiares baluartes de la lucha de independencia patria en la década de 1950, cuando se gesta en Puerto Rico y Estados Unidos el segundo levantamiento más importante de nuestra historia después de Lares: la Revolución del Cincuenta.
Nacida y criada en la ciudad de Nueva York, es hija de dos migrantes puertorriqueños que viajaron a esta ciudad para el 1925: Rosa Cortés Fernández y Justo Mercado. Era una época de extrema pobreza: falta de empleo y carencia de servicios de salud, vivienda y educación. En Estados Unidos, los puertorriqueños eran el grupo étnico más discriminado y peor remunerado. Vivían en edificios sin agua, luz, ni calefacción, y en estructuras donde los servicios sanitarios y las duchas eran colectivos.
Lydia nace y crece en los difíciles años de las décadas de 1930 y 1940. Una vez divorciados los padres, la madre lucha por subsistir en un medio hostil, de inseguridad social, política y económica. Lo logra con el apoyo económico y emocional de sus padres, doña Juana E. Fernández y don Ramón Cortés. Doña Juana, una sabia y brava mujer de principios socialistas vive con ellas los primeros años, pero luego regresa a la isla. Por temporadas, alternaba sus estadías para cuidar a las nietas o las traía a Mayagüez. Lydia, la más pequeña, estuvo al cuido de la abuela en Puerto Rico desde los 4 a los 7 años de edad. Es propio de las madres migrantes alrededor del mundo verse obligadas a dejar sus hijos e hijas al cuidado de algún familiar por no tener quién los atienda mientras trabajan.
Su señora madre, Rosa Collazo, era una activista, expresa política de las luchas obreras de la época. Se desempeñaba como bruñidora en una fábrica de metales en Connecticut. Los fines de semana los dedicaba a la familia, la comunidad y a las tareas del Partido Nacionalista, donde militaba desde el 1936. Rosa luchó por garantizarle a sus hijas una educación y una formación moral y ética de primera, y lo logró. Lydia fue formada en instituciones de enfoque educativo integral en las que se combinaban las materias básicas con otras como música, pintura, arte dramático, caligrafía, baile y fotografía. Fue una estudiante sobresaliente. De adulta fue una culta mujer amante de la literatura y de las artes en general.
Cuando ésta contaba 11 años de edad, la vida familiar toma un nuevo giro. Rosa y Oscar Collazo contraen matrimonio. Oscar era un cuadro nacionalista de sólida formación intelectual y política. Juntos deciden formar una familia al servicio de la Patria con sus tres hijas, Lydia, Iris y Zoraida, hija biológica de Oscar. Era un hogar donde las tareas, tanto cotidianas como las políticas, se compartían. En ese limitado espacio físico era que se producía la literatura del Partido. Oscar escribía, Lydia transcribía, todos imprimían, compaginaban, grapaban, organizaban el material y, finalmente, limpiaban y guardaban el equipo lejos de la vista de otros. Ese material se entregaba a la mano o se enviaba por correo y se distribuía en demostraciones masivas y piquetes. Cuando en 1950 el FBI allana la residencia, les incauta todo el equipo y el material.
Lydia, sus padres y hermanas también ayudaron a levantar los trabajos de la Junta Nacionalista de Nueva York. Organizaban eventos de recaudación de fondos, entre otros, que serían para cubrir los gastos del local y el material de imprenta y, a su vez, brindar apoyo económico y moral a los presos políticos a su salida de prisión.
El hogar de la familia Collazo era el punto de encuentro de los que viajaban desde Puerto Rico: excarcelados políticos y activistas de las diferentes luchas latinoamericanas y del mundo. La familia era muy cercana al líder del movimiento, don Pedro Albizu Campos. En 1946, cuando don Pedro fue a vivir al mismo edificio donde vivía la familia Collazo Cortés, un piso más abajo, la madre le encarga a Lydia la tarea de velar por este. Después de llegar de sus estudios, bajaba cada cierto tiempo por las escaleras de escape y de un brinco caía en el cuarto de don Pedro para ponerse a su disposición para lo que se necesitara. Lydia crece asumiendo responsabilidades patrióticas desde muy temprana edad.
El 1 de noviembre de 1950 fue una de las fechas más difíciles de su vida. A su salida del trabajo, llega a su residencia y guardias armados mantenían a su madre arrinconada contra la pared y, aislada en otra de las habitaciones, a su hermana Zoraida. Oscar Collazo y Griselio Torresola, habían atacado la Casa Blair. Uno había caído en combate. De camino al hogar, esta había escuchado el parte de noticias, pero desconocía quiénes eran sus protagonistas. Lydia no se imaginaba que Oscar estuviera involucrado, según narra en sus memorias. Al llegar al hogar, fue arrestada junto a Rosa y sus hermanas Zoraida e Iris. Todas fueron sometidas a duros interrogatorios. No fue hasta las 6:00 a.m. del próximo día que las hermanas fueron liberadas, pero no así su madre. Rosa había sido enviada a prisión, pero sin que se le radicara cargo alguno. Oscar había sobrevivido la acción, pero fue sentenciado a pena de muerte. Lydia resistió dignamente la detención de ambos padres y los honró haciendo su ingreso formal al Partido Nacionalista de Puerto Rico. Pero no solo eso. Como a Oscar lo habían condenado a morir ejecutado en la silla eléctrica, tanto ella como su hermana legalizaron en los tribunales ser hijas de Oscar Collazo.
A la salida de prisión, Rosa incorpora a sus hijas y a las periodistas Cuchi Coll y Luisa Quintero a una agresiva campaña nacional e internacional que tiene como objetivo detener la sentencia de pena de muerte de Oscar. Estas se apostaban en las entradas de los cines y teatros y visitaban comunidades, centros de trabajo, parques y ferias con el objetivo de recoger firmas. El trabajo solidario abrió las puertas para que organismos nacionales, internacionales y destacadas figuras del mundo de las artes y de la política apoyaran el reclamo. Fueron recogidas un total de 50.000 firmas, las cuales fueron entregadas a las autoridades. Otras 50,000 quedaron pendientes de entrega porque el 24 de julio de 1952 le conmutaron la sentencia de pena de muerte a Oscar.
Mientras sus padres permanecen en prisión, al igual que un centenar de nacionalistas líderes de base, Lydia sigue integrada a los trabajos del Partido Nacionalista. Para 1954 comparte con Lolita Lebrón la dirección de la Junta de Nueva York. Es nombrada por don Pedro Albizu Campos, Subdelegada, responsable de las comunicaciones con dignatarios de las Naciones Unidas, puesto que ocupó por 10 años. El 1 de marzo de 1954, ese mismo año, Lolita Lebrón, Irving Flores, Andrés Figueroa Cordero y Rafael Cancel Miranda atacan el Congreso de los Estados Unidos. Lydia queda como Delegada en propiedad de la Junta de Nueva York en uno de los momentos más difíciles para el Partido. Una demoledora ola represiva produce el encarcelamiento de simpatizantes y miembros del mismo, entre los que se encontraba su madre, la que había sido liberada de un arresto anterior por falta de pruebas. Rosa, la madre, es acusada de formar parte de una acción conspirativa revolucionaria que incluía la toma de bases militares y de rehenes como parte de un nuevo levantamiento armado en la Isla. Fue sentenciada a cumplir 6 años de prisión.
Lydia reinicia sus estudios a la vez que trabajaba para sufragar sus gastos y los de la familia, pero no abandona sus responsabilidades con el Partido. En1956 es arrestada en una protesta en los predios de la ONU. Representada por el licenciado Conrad Lynn de la Unión de Derechos Civiles de Estados Unidos (California), este elevó su caso a la Corte del Circuito de Boston. La decisión establecido precedente. El alto foro determinó que piquetear dentro de los predios de la ONU no constituía violación alguna (Leyes anotadas de EU, 1956 United States Code Annotated 1956). De igual manera, en 1959, cuando a don Pedro se le mantenía preso en el Hospital Presbiteriano de Nueva York, organizó frente a la institución un ayuno de siete días por la excarcelación del Maestro en el que participaron los pacifistas norteamericanos profesor Ralph Templing y Al Uhrier. A su salida del país, con su hijo Charlie de 6 años en brazos, fue detenida en la aduana. En el 1963, vuelve a ocupar la dirección de la Junta de Nueva York.
En 1969, Lydia regresa a vivir a Puerto Rico. De inmediato se integra al Partido Nacionalista y a las distintas luchas del momento. En 1983, estando Maurice Bishop en el poder, intentó junto a 4 compañeras nacionalistas viajar a Granada. El objetivo era declarar desde el exterior la independencia de Puerto Rico. La acción fue frustrada días antes de realizarse debido a la intervención militar de Estados Unidos a Granada que resultó en el asesinato de Bishop y la eliminación de la oposición.
Lydia, pintora y escritora, ha puesto su arte al servicio de la lucha. Su quehacer artístico ha sido un vehículo de denuncia de las injusticias y de reclamo por la independencia de Puerto Rico. Estudió en la Universidad de Nueva York, así como en Venecia y Puerto Rico. Posee un bachillerato en Educación y una maestría en Bellas Artes. Domina varios idiomas: francés, latín, italiano y griego. En Nueva York trabajó como ilustradora y en el Departamento de Investigaciones de Columbia University. También fue diseñadora de motifs para la firma Liebhold-Wallack de Baviera, al sur de Alemania. Su trabajo consistía en adaptar el arte bávaro al decorado de muebles. En Puerto Rico trabajó como profesora de Bellas Artes en la Universidad Interamericana y como maestra de educación en el sistema de enseñanza público. En el Partido Nacionalista estuvo a cargo del diseño y arte de las publicaciones del organismo. Como artista de la plástica ha participado en certámenes y expuesto sus pinturas en salas de la Universidad Interamericana, el Instituto de Cultura, Casablanca, el Departamento de Educación de Puerto Rico, la Biblioteca Carnegie y la sala de exposiciones del Diario de Nueva York.
Lydia ha dedicado sus últimos años a honrar la memoria de sus padres, la de don Pedro Albizu Campos y la historia de la lucha por la independencia patria. En el 2009 creó la Fundación Oscar y Rosa Collazo y el Museo Biblioteca Rosa y Oscar Collazo, adscrita a la Fundación. En él se encuentran documentos, fotografías y memorabilia de la colección de sus padres y la de otros nacionalistas. Este proyecto es otro gran legado que Lydia deja a las futuras generaciones. Mientras tanto, sigue cultivando lazos de amistad y solidaridad con personas y movimientos progresistas a nivel nacional e internacional, a los que mantiene informados de la situación de nuestro país. En su arsenal histórico existen misivas de más de medio de siglo de antigüedad que testimonian el peso y alcance de su trabajo político.
Esta patriota sigue tejiendo sueños, hilvanando con hilos dorados las páginas deshechas de nuestra historia, especialmente la de mujeres que como ella fueron los cimientos de una revolución en construcción que demando de sus mujeres y hombres soldados y soldados valor, sacrificio y entrega, principios que supieron honrar hasta el final de sus das, así como lo sigue haciendo Lydia. Gracias compañera. Buenas tardes,
Rita Elena Zengotita Ramos Conmemoración Natalicio Blanca Canales Museo Blanca Canales Jayuya, Puerto Rico 9 de febrero de 2019
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Acabo de enterarme de que hoy, lunes 20 de mayo, en la madrugada, falleció la queridísima compañera de lucha Lydia Collazo Cortés. De ella podemos decir que quien buenos recuerdos deja, valió la pena que viviera, y ella dejó muchos buenos recuerdos de lucha por su patria y su pueblo. Su patriotismo provenía de sus padres, Rosa y Oscar Collazo, pero también de su propio corazón. Sé lo que confrontó ante el enemigo de todos los puertorriqueños, pero nunca dio un paso hacia atrás. ¡Gracias, mi valiente hermana Lydia!
Rafael Cancel Miranda Mensaje en ocasión de la otorgación de la Medalla Blanca Canales Torresola a Lydia Collazo Cortés el 9 de febrero de 2019
Apreciados compañeros y compañeras de la Casa-Museo Blanca Canales Torresola. Gracias por la invitación a la actividad en que se otorgará la Medalla Blanca Canales Torresola a la compañera y patriota Lydia Collazo Cortés, invitación que me honra muchísimo. Desafortunadamente no podré acompañarlos, como sería mi deseo, por una inesperada situación de salud. Precisamente el 8 de febrero el médico principal que me atiende me informará si se procederá con una cirugía.
Bien que la compañera Lydia merece el honor que se le concede pues ha luchado toda la vida por la patria y asumió importantes responsabilidades en tiempos muy álgidos para nuestra lucha. Allá por los años 1953-54, yo residía en la ciudad de Nueva York y recuerdo lo activa que ya para ese tiempo estaba Lydia en la lucha patria. Participamos juntos en más de una actividad, y con nosotros doña Rosa Collazo.
No quiero dejar de mencionar el aprecio con que siempre me trataron doña Rosa, Lydia e Iris Collazo, así como los demás miembros de la Junta Nacionalista de Nueva York durante los catorce meses que residí en esa ciudad antes de aquel 1 de marzo.
Me tomo la libertad, en nombre de Oscar Collazo, de darles las gracias a los organizadores por haber seleccionado a Lydia Collazo Cortés para recibir este honor. Para Lydia, en nombre de Albizu Campos, a quien ella siempre supo honrar, le extiendo un patriótico abrazo, el que acompaño con otro de mi parte.
Gracias y ¡pa'lante siempre!
RAFAEL CANCEL MIRANDA 29 de enero de 2019
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