La cifra oficial nos habla de doscientos mil desempleados. De 2006 a 2011 se han perdido en Puerto Rico 189,000 empleos. En los tres años de gobierno fortuñista la cifra asciende a 53 mil empleos perdidos.
El 20 por ciento más rico de la población posee el 55.3 por ciento de los ingresos, mientras que el 20 por ciento más pobre es dueño de apenas el 1.7 por ciento. El ingreso anual del 20 por ciento más pobre de los puertorriqueños apenas llega a 2,455 dólares, mientras que el ingreso promedio del 20 por ciento más rico es de $78,679. Treinta y dos veces más los que tienen que los que carecen. Mientras tanto, se estima que la economía “crecerá” este año en un escuálido 0.2 por ciento.
Menos del cuarenta por ciento de la población económicamente activa (PEA) trabaja y, el pueblo se sostiene entre empleos precarios, mantengo y economía subterránea legal e ilegal. Hay crisis para muchos y no la hay para los menos.
El País anda manga por hombro: los anexionistas se lanzan como fieras insaciables contra la UPR, el Colegio de Abogados, AEELA, el Ateneo, el Tribunal Supremo y toda institución que les resulte amenazante; desmantelan Acueductos, Energía Eléctrica, Salud, Educación y nos matamos unos a los otros.
Un millón de ciudadanos ha emigrado en los pasados veinte años.
En medio de este desmadre, de tanta incertidumbre, violencia e intolerancia, a Fortuño y el PNP se les ha ocurrido endilgarnos una farsa plebiscitaria que no plebiscitará nada pero que podría caerles como anillo al dedo, en su afán por perpetuarse en el gobierno colonial, para seguir haciéndole daño al Pueblo. No por casualidad la han empatado con las elecciones generales, en un intento por obligar a sus disgustados seguidores a ir a votar ese día.
El objetivo del PNP es aparecer en noviembre con una mayoría en contra del ELA, con una mayoría a favor de la anexión como alternativa de cambio y con una victoria en la elección general. Tremenda tripleta.
¿Y el PPD? ¿Y el PIP?
Los Populares han hecho de la inconsistencia su forma de actuar. Que era un embeleco, decían de la farsa plebiscitaria. Sin embargo, acaban de anunciar que votarán a favor de dejarlo todo como está, dicen ellos que como voto de castigo contra Fortuño y el PNP. Es una decisión sin duda humillante, que en el fondo no debe extrañarle a nadie—por cierto, en ocasión del 60 aniversario del ELA—. Si esa posición prevaleciera —aunque no sería una decisión con fuerza plebiscitaria— el mensaje a Estados Unidos y el mundo sería que no tienen que mirar para acá por lo menos durante los próximos cincuenta años.
Los Pipiolos, por su parte, han puesto todos los huevos en la canasta de golpear al ELA-PPD, alineándose de hecho con los anexionistas, que serían los seguros vencedores en la segunda pregunta, ya que el PPD la boicotearía. Es decir, el peor de los resultados podría ser:
-rechazo al ELA -apoyo mayoritario a la anexión como alternativa de cambio -reelección de Fortuño y la mayoría PNP
¿Es eso lo que han querido los Pipiolos que suceda? ¿Para eso es que han estado dispuestos a vender el alma al diablo, validando una farsa plebiscitaria que en lo sustantivo no nos conduce a ningún sitio, que en lo procesal a quien único perjudica es a la lucha de independencia y a quien único beneficia es a los enemigos de la independencia y la Nación? Tremendo.
¿Qué hacer, entonces?
Lo que hemos hecho en la lucha victoriosa contra el gasoducto del norte: denunciar la perversidad de algunos, movilizar al pueblo, proponer alternativas superiores, rechazar los engaños, tomar la calle, negarnos a legitimar lo ilegítimo.
Dejar meridianamente claro que sólo aceptaremos como válido un plebiscito el día que se respete la soberanía del Pueblo puertorriqueño para decidir libremente su destino.
La papeleta “plebiscitaria” del 6 de noviembre no valdrá ni la tinta que tenga impresa. Esta maquinación desgraciada tiene que ser rechazada con todas nuestras fuerzas de Pueblo digno, que exige respeto y decoro.
* El autor es profesor universitario y Copresidente del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano. |