«Con la paciencia de un orfebre y la voluntad de un alpinista decenas de diplomáticos patrióticos han ido tallando esa solidaridad continental tan necesaria.»
“Destacamos el carácter latinoamericano y caribeño de Puerto Rico y, al tomar nota de las resoluciones sobre Puerto Rico adoptadas por el Comité Especial de Descolonización de las Naciones Unidas, consideramos que es asunto de interés de CELAC.” (Punto 21 del Documento Final aprobado por CELAC 2013, Santiago de Chile.)
“Nuestra comunidad estará incompleta mientras falte en ella el escaño de Puerto Rico, nación hermana genuinamente latinoamericana y caribeña que padece una situación colonial.” (Raúl Castro Ruz, Presidente de la República de Cuba y Presidente electo CELAC 2013)
“Nuestra solidaridad con el pueblo de Puerto Rico, que sigue batallando por su liberación, por su independencia…” (Daniel Ortega Saavedra, Presidente de la República de Nicaragua, CELAC 2013)
Ha ocurrido algo extraordinario en la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños—CELAC— celebrada a finales de enero de Santiago de Chile. Algo que nos concierne directamente y que marca un hito histórico cuya significación debemos valorar adecuadamente.
Uno de los grandes objetivos históricos de la lucha de independencia de Puerto Rico ha sido alcanzar lo que se conoce como la latinoamericanización y caribeñización de nuestra causa libertaria.
El gran esfuerzo que hemos realizado por largo tiempo, para garantizar nuestro derecho a existir como pueblo se ha dado en la doble dimensión de afirmar la nación puertorriqueña y afirmar el carácter caribeño y latinoamericano de ésta. Las grandes batallas que hemos librado por la cultura y la lengua, por los símbolos nacionales, los recursos naturales y la patria material, por la unidad de todos los puertorriqueños donde quiera que se encuentren, por nuestras efemérides y nuestra historia, por la solidaridad con otros pueblos hermanos, todo ello ha permitido que prevalezcamos como nación.
Ha sido un proceso harto complejo, cuesta arriba, frente y contra una potencia imperial que ha querido borrarnos del mapa, invisibilizarnos, hacernos desaparecer como parte del planeta.
Igualmente complejo y cuesta arriba ha sido nuestro esfuerzo por alcanzar el reconocimiento y, más aún, el respaldo de los pueblos y gobiernos de latinoamericanos y caribeños. En ese escenario también Estados Unidos ha invertido grandes energías para impedir que los pueblos y gobiernos de nuestra región asumieran la más tímida posición sobre nuestra lucha anticolonial e independentista, menos aún reconociendo nuestro carácter de nación caribeña y latinoamericana.
Con la paciencia de un orfebre y la voluntad de un alpinista decenas de diplomáticos patrióticos han ido tallando esa solidaridad continental tan necesaria.
El peregrinaje ha sido continuo: las visitas a cancillerías, las decisiones del Comité de los 24 de la ONU, los encuentros con dirigentes en prácticamente todas las capitales de Nuestra América, la insistencia y tenacidad, la participación en diversas organizaciones, el discurso y la resolución, el reclamo reiterado hasta el cansancio, la irreverencia más comprometida exigiendo el derecho a existir como nación caribeña y latinoamericana y a que los pueblos y gobiernos de la región reconocieran que eso de que la independencia de Puerto Rico constituye la agenda inconclusa del libertador Bolívar, no es mera retórica o formalismo sino verdad que obliga y compromete…
La solidaridad de pueblos y gobiernos hermanos ha sido fundamental, consecuente y activa: Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Ecuador, los países del ALBA, se han quemado las manos por nuestra causa, han tenido la osadía de enfrentar al enemigo común en un asunto que se supondría proscrito.
El reconocimiento del que ha sido objeto Puerto Rico por parte de todos los países de América Latina y el Caribe miembros de CELAC, en el sentido de que formamos parte integral de esa familia de pueblos y naciones, que hay una silla vacía que es la nuestra, que nuestra lucha anticolonial es legitimada por ellos, eso, constituye una de las victorias más importantes de la causa libertadora de Puerto Rico. Eso, tenemos que celebrarlo, darlo a conocer, compartirlo. Es momento de vendimia, de recoger los frutos de tanto esfuerzo, que no ha sido en vano. |