La improvisación nunca ha sido una guía confiable. A alguien se le ocurrió que subir al nieto de Albizu a la tarima de Lares era una buena idea y el resultado fue desastroso. Nunca había visto un desatino igual.
Disfrazado de su abuelo, el joven exhortaba desde la tarima a dispararle a la cabeza al yanqui que lo señalara. ¡Qué visión tan distorsionada del albizuismo! ¡Qué vergonzoso para el movimiento independentista! Parecía un refrito del llamado del actual Superintendente de la Policía de “tirar a matar”.
Los medios noticiosos se dieron gusto. Televisión, radio y prensa escrita resaltaban la desafortunada intervención del joven como lo más destacado de la conmemoración del 144 aniversario del grito de independencia, además de la división imperante en las filas del Partido Nacionalista.
Estos desgraciados incidentes levantan aplausos en algunos, pero asustan a los que escuchan desde las gradas, atentos a qué tiene que ofrecer el independentismo ante la caótica situación en que se encuentra el País. Lamentablemente ese tipo de expresión retrasa la masificación del reclamo por la descolonización e independencia.
Un país que se hunde en la violencia callejera, los asesinatos, las matanzas y las agresiones no necesita que el independentismo contribuya a esa cultura. Además, lo que pregonaba Albizu era el respeto entre los pueblos, que el pueblo estadounidense puede y debe ser nuestro aliado en la lucha contra el colonialismo. Por lo tanto, ese pueblo no debe ser blanco de nuestros ataques. La lucha armada es un derecho de los pueblos colonizados, como lo es el derecho a la defensa propia. Pero esa forma de lucha siempre la hemos desplegado contra objetivos militares o símbolos de la opresión, nunca contra el pueblo de Estados Unidos.
No podemos responsabilizar al nieto de Albizu por el desatino político en que incurrió. La responsabilidad debe recaer sobre los organizadores del acto que lo subieron a la tarima. El liderato y menos aún el desarrollo y educación política, se transfieren genéticamente; no se heredan.
Además, la concepción política de que la descolonización e independencia de Puerto Rico se consigue matando gringos es totalmente equivocada. Claro que tenemos el derecho a defendernos de los ataques utilizando los medios que tengamos a nuestro alcance. Pero recordemos que los Macheteros nunca atacaron un objetivo civil. El Comandante Filiberto Ojeda Ríos, es una de sus últimas expresiones, nos señaló que la concepción política del Ejército Popular Boricua era de servir de retaguardia defensiva del movimiento patriótico.
¿Es revolucionario instar a la juventud a disparar a la cabeza al gringo? ¿O lo revolucionario es trabajar todos los días, sin pausa, para en palabras del propio Albizu, organizar la Patria para el rescate de su soberanía?
Es oportuno recordar en esta coyuntura las expresiones del distinguido comunista y revolucionario Cesar Andréu Iglesias. Decía quien fundó junto a Juan Mari Brás el periódico Claridad, que “la independencia nacional no será producto de minorías selectas, de simples gestiones diplomáticas, ni de violencias individuales. La independencia nacional ha de ser obra de todo el pueblo. Solo así habrá de ser posible su conquista”.
Palabras sabias y atinadas que están en total armonía con el postulado albizuista de “organizar la Patria para el rescate de su soberanía”. No hay atrechos que valgan ni llamados a la violencia traídos por los pelos. Menos aún si no se cuenta con un ejército o al menos una patria organizada y vinculada a las acciones político-militares que se puedan realizar.
Aprendamos de esta experiencia. El mensaje que desde la tarima de Lares se le envió al pueblo de Puerto Rico este año fue totalmente incoherente e inverosímil. De una parte el joven llamando a tirar a matar a la cabeza del gringo y del otro lado, llamados a votar por el PIP y expresiones que catalogan al propuesto plebiscito de status a celebrarse en noviembre como el “aldabonazo” que enterrará para siempre el colonialismo y el movimiento anexionista en Puerto Rico.
Sobre esto último, lo cierto es que dicho plebiscito es un palo embarrado por las dos puntas. Una trampa diseñada para que los independentistas nos embarremos por donde quiera que lo cojamos. De ganar el SÍ, estaríamos dándole argumentos al imperialismo para sostener la colonia por consentimiento. Si gana el NO, las alternativas para liquidar el colonialismo contenidas en la segunda pregunta incluyen la anexión, opción que estaríamos legitimando los independentistas con nuestra participación. Conmigo que no cuenten. |