Llegaron y se fueron los enviados. Adam Chepenik y Lawrence Seale, funcionarios del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, son la punta de lanza del Comité nombrado en Casa Blanca para “asesorarnos” en cómo enderezar las finanzas del País.
Se presentan a la isla como los salvadores, como si la explotación colonial a la que hemos sido sometidos durante 115 años no tuviera nada que ver con la quiebra del País. Pretenden ignorar que la destrucción sistemática de la agricultura en la isla y la dependencia extrema en que nos encontramos fue parte de un plan preconcebido para esclavizarnos de sus productos; como si la imposición a Puerto Rico de las Leyes de Cabotaje no tuviera nada que ver con el alto costo de vida en el país; como si las grandes cadenas multinacionales establecidas diseminadas por toda la isla no tuviera nada que ver con la quiebra de miles de medianos y pequeños comerciantes; como si la intervención de la Corte Federal no tuviera nada que ver con la quiebra de las farmacias de comunidad o con la quiebra de decenas de ganaderos al favorecer a los inversionistas extranjeros con sus imposiciones judiciales; como si la prohibición de que podamos establecer relaciones comerciales con otros países vecinos no tuviera que ver con la incapacidad del gobierno colonial para salir de la insolvencia.
El mejor servicio que puede rendirle a Puerto Rico dicho Comité de funcionarios federales, es reconocer que la institución del colonialismo es arcaica, disfuncional, injusta, que ha representado un monumental obstáculo para nuestro desarrollo económico y aceptar que nos han causado grave daño.
Su mejor “consejo” a Washington debe ser que viabilice la descolonización de Puerto Rico, que cese la intervención federal en nuestros asuntos y sean facilitadores para ponerle fin a la subordinación política actual, para que los nacionales podamos ser los protagonistas de organizar nuestras vidas y nuestro País sin la camisa de fuerza que representa el colonialismo para nuestro desarrollo.
Pero nada de lo anterior saldrá en su informe. Nos dirán, como si hubiesen descubierto la rueda, que hay que combatir la corrupción, el despilfarro, la dependencia y la incompetencia. Para eso no tenían que venir de tan lejos. Claro que hay que combatir todos esos males, pero con eso no sacaremos los pies del plato. Todos los países del Caribe y Latinoamérica tienen dificultades económicas, pero tienen la libertad, de tomar las medidas necesarias para enfrentarlas. Y todos ellos, a pesar de las dificultades, han tenido un crecimiento económico sostenido. Pero Puerto Rico no tiene esa libertad. Y sin alas, no se puede volar.
De acuerdo a la empresa Morningstar, más del 75% de los fondos estadounidenses que se invierten en bonos municipales tienen en su cartera bonos de Puerto Rico. Ahí está la verdadera intención y encomienda de Casa Blanca al enviar dicho Comité a Puerto Rico: salvaguardar y proteger los intereses de los inversionistas de Wall Street en los bonos municipales de Puerto Rico. A esos inversionistas –no a los intereses de nuestro pueblo- es a quienes representan los distinguidos visitantes.
Propondrán recortes a programas sociales y medidas de austeridad a diestra y siniestra, pero no tocarán, ni con una vara larga, los intereses de los bonistas en la AEE, en la AAA o en las instrumentalidades municipales. Ni soñar que los funcionarios del Tesoro Federal recomienden que la Marina y el Ejercito de su país indemnice al pueblo puertorriqueño por las decenas de años que utilizó nuestras mejores tierras cultivables para sus instalaciones militares y maniobras, por los daños causados a la salud y el ambiente, por haber estrangulado nuestra economía, por su negligencia al haber permitido la entrada de armas y drogas por todas partes. Y menos aun recomendarán a Washington devolvernos las alas para que al igual que el resto de los países del mundo, podamos volar en libertad. |