Caos en Mi Salud: Una gran oportunidad |
Escrito por Héctor L. Pesquera Sevillano / Copresidente MINH |
Miércoles, 13 de Julio de 2011 01:14 |
“Proponemos un sistema de salud centrado en el paciente, un modelo integrado de salud para todo Puerto Rico, con énfasis en el cuidado primario y la prevención. Un sistema justo y accesible para todos." (Tomado del programa de Gobierno del PNP)
El 3 de septiembre de 2010, en respuesta a la propuesta de un nuevo modelo para el Plan de Salud Gubernamental, advertimos mediante expresiones públicas que el nuevo modelo propuesto por el gobernador Luis Fortuño, llamado Mi Salud, “provocaría un disloque y un caos en la prestación de servicios de salud en Puerto Rico.” A renglón seguido cito lo que expresé hace más de 10 meses:
“Una cosa es liberar al médico primario de la responsabilidad económica o el costo del referido, lo que es justo y necesario, y otra cosa es descartar la importancia que tiene ese recurso médico en la prestación de servicios de salud primarios y preventivos. Esto que están haciendo es un disparate que va a desarticular lo poco que queda organizado en el sistema de salud puertorriqueño. Además, el modelo deja intacto el concepto de que la salud es una mercancía, como si fueran batatas, corbatas o camisas, y no un derecho humano reconocido por la Carta Universal de Derechos Humanos.” Equivocado desde sus inicios
Hace 18 años, cuando dio inicio la llama Reforma de Salud, comenzó el deterioro en la calidad de los servicios de salud en Puerto Rico. Lejos de ser fieles a la visión expresada en el programa del PNP, la “Tarjetita de Rosselló” fue el instrumento para desmantelar el Sistema de Salud Pública en Puerto Rico, venderle los Centros de Salud y Hospitales al sector empresarial a precio de baratillo y privatizar la administración de los servicios de salud pública, poniéndola en manos de compañías aseguradoras con fines de lucro. Con esta movida la salud del pueblo pasó a ser una mercancía que se compra y se vende, un objeto sujeto a las leyes de oferta y demanda, una apetecible empresa para los dueños del gran capital.
Mi Salud
El problema es que con el modelo promovido por el Gobierno, la salud sigue siendo un negocio, una mercancía que se compra y se vende. El derecho a la salud, como derecho humano fundamental, ha sido relegado a un segundo plano. Persisten los intermediarios, las compañías aseguradoras, la industria farmacéutica, los hospitales privados y otros proveedores privados, cuyo objetivo primordial es obtener ganancias a cambio de sus servicios.
Para ejemplo con un botón basta. El salario del Principal Oficial Ejecutivo (CEO) de la Triple S, incluyendo gastos de representación y otros beneficios, es de $2 millones anuales. Y entre los 10 ejecutivos más altos de esa compañía, se “ganan” $13 millones anuales. Similares salarios de los más altos ejecutivos los encontramos en Humana, en MCS, y en todos los planes médicos. Entre el Director Médico y el Director Ejecutivo de un hospital promedio, se van $250,000 anuales, cifra que habría que multiplicar por los más de 50 hospitales que operan en Puerto Rico, para un gran total de $12.5 millones anuales en “gastos administrativos”. Sistema de Salud Universal: viable y necesario
Según el Colegio de Contadores Públicos Autorizados (CPA), nuestro gasto per cápita en servicios de salud es de $2,800 anual. Eso equivale a un gasto anual global de $11,200 millones. A esta cifra se llega al sumar lo que gastamos en planes médicos privados, aportaciones patronales a los planes, el Plan de Salud del Gobierno, la ACAA, el Fondo de Seguro del Estado (FSE), Medicare, ASMCA y otros. Es decir, en la Isla operan una multiplicidad de sistemas y una total desarticulación entre ellos. Como resultado, Puerto Rico gasta actualmente el 18.5% del PNB en salud, a pesar de tener 400,000 personas sin cubierta médica.
1. Reconocer que la salud es un derecho fundamental del ser humano, no una mercancía que se compra y se vende. 2. Sacar a los mercaderes del Templo 3. Integrar todos los sistemas y recursos, económicos y humanos, para constituir un solo sistema de salud, accesible a todos y todas; desde el que tiene el dinero para comprar un plan privado hasta el que no puede comprar ni una curita. 4. Invertir la Pirámide para que la Prevención sea la base del sistema.
Propuesta de cuatro pasos para detener el colapso
Nadie desea que el Sistema de Salud Público siga el curso de deterioro progresivo en que se encuentra y su eventual colapso. Con la intención de contribuir a detener el colapso del único servicio de salud que tiene el sector más necesitado de nuestro pueblo, proponemos al Gobernador Fortuño y al Secretario de Salud, el siguiente plan de cuatro pasos: La crisis ideológica del capitalismo occidental Joseph Stiglitz Tan sólo unos años atrás, una poderosa ideología –la creencia en los mercados libres y sin restricciones– llevó al mundo al borde de la ruina. Incluso en sus días de apogeo, desde principios de los años 80 hasta el año 2007, el capitalismo desrregulado al estilo estadounidense trajo mayor bienestar material sólo para los más ricos en el país más rico del mundo. De hecho, a lo largo de los 30 años de ascenso de esta ideología, la mayoría de los estadounidenses vieron que sus ingresos declinaban o se estancaban año tras año. Es más, el crecimiento de la producción en los Estados Unidos no fue económicamente sostenible. Con tanto del ingreso nacional de los EEUU yendo destinado para tan pocos, el crecimiento sólo podía continuar a través del consumo financiado por una creciente acumulación de la deuda. Yo estaba entre aquellos que esperaban que, de alguna manera, la crisis financiera pudiera enseñar a los estadounidenses (y a otros) una lección acerca de la necesidad de mayor igualdad, una regulación más fuerte y mejor equilibrio entre el mercado y el gobierno. Desgraciadamente, ese no ha sido el caso. Al contrario, un resurgimiento de la economía de la derecha, impulsado, como siempre, por ideologías e intereses especiales, una vez más amenaza a la economía mundial –o al menos a las economías de Europa y América, donde estas ideas continúan floreciendo. En los EEUU, este resurgimiento de la derecha, cuyos partidarios, evidentemente, pretenden derogar las leyes básicas de las matemáticas y la economía, amenaza con obligar a una moratoria de la deuda nacional. Si el Congreso ordena gastos que superan a los ingresos, habrá un déficit, y ese déficit debe ser financiado. En vez de equilibrar cuidadosamente los beneficios de cada programa de gasto público con los costos de aumentar los impuestos para financiar dichos beneficios, la derecha busca utilizar un pesado martillo –no permitir que la deuda nacional se incremente, lo que fuerza a los gastos a limitarse a los impuestos. Esto deja abierta la interrogante sobre qué gastos obtienen prioridad –y si los gastos para pagar intereses sobre la deuda nacional no la obtienen, una moratoria es inevitable. Además, recortar los gastos ahora, en medio de una crisis en curso provocada por la ideología de libre mercado, simple e inevitablemente sólo prolongaría la recesión. Hace una década, en medio de un auge económico, los EEUU enfrentaba un superávit tan grande que amenazó con eliminar la deuda nacional. Incosteables reducciones de impuestos y guerras, una recesión importante y crecientes costos de atención de salud –impulsados en parte por el compromiso de la administración de George W. Bush de otorgar a las compañías farmacéuticas rienda suelta en la fijación de precios, incluso con dinero del gobierno en juego– rápidamente transformaron un enorme superávit en déficits récord en tiempos de paz. Los remedios para el déficit de EEUU surgen inmediatamente de este diagnóstico: se debe poner a los Estados Unidos a trabajar mediante el estímulo de la economía; se debe poner fin a las guerras sin sentido; controlar los costos militares y de drogas; y aumentar impuestos, al menos a los más ricos. Pero, la derecha no quiere saber nada de esto, y en lugar de ello, está presionando para obtener aún más reducciones de impuestos para las corporaciones y los ricos, junto con los recortes de gastos en inversiones y protección social que ponen el futuro de la economía de los EEUU en peligro y que destruyen lo que queda del contrato social. Mientras tanto, el sector financiero de EEUU ha estado presionando fuertemente para liberarse de las regulaciones, de modo que pueda volver a sus anteriores formas desastrosas y despreocupadas de proceder. Pero las cosas están un poco mejor en Europa. Mientras Grecia y otros países enfrentan crisis, la medicina en boga consiste simplemente en paquetes de austeridad y privatización desgastados por el tiempo, los cuales meramente dejarán a los países que los adoptan más pobres y vulnerables. Esta medicina fracasó en el Este de Asia, América Latina, y en otros lugares, y fracasará también en Europa en esta ronda. De hecho, ya ha fracasado en Irlanda, Letonia y Grecia. Hay una alternativa: una estrategia de crecimiento económico apoyada por la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional. El crecimiento restauraría la confianza de que Grecia podría reembolsar sus deudas, haciendo que las tasas de interés bajen y dejando más espacio fiscal para más inversiones que propicien el crecimiento. El crecimiento por sí mismo aumenta los ingresos por impuestos y reduce la necesidad de gastos sociales, como ser las prestaciones de desempleo. Además, la confianza que esto engendra conduce aún a más crecimiento. Lamentablemente, los mercados financieros y los economistas de derecha han entendido el problema exactamente al revés: ellos creen que la austeridad produce confianza, y que la confianza produce crecimiento. Pero la austeridad socava el crecimiento, empeorando la situación fiscal del gobierno, o al menos produciendo menos mejoras que las prometidas por los promotores de la austeridad. En ambos casos, se socava la confianza y una espiral descendente se pone en marcha. ¿Realmente necesitamos otro experimento costoso con ideas que han fracasado repetidamente? No deberíamos, y sin embargo, parece cada vez más que vamos a tener que soportar otro. Un fracaso en Europa o en Estados Unidos para volver al crecimiento sólido sería malo para la economía mundial. Un fracaso en ambos lugares sería desastroso –incluso si los principales países emergentes hubieran logrado un crecimiento auto-sostenible. Lamentablemente, a menos que prevalezcan las mentes sabias, este es el camino al cual el mundo se dirige. (Tomado de Project Syndicate, traducido en Globedia) *El autor es profesor de la Universidad de Columbia, Premio Nobel de Economía y autor de “Freefall: Free Markets and the Sinking of the Global Economy”. |
Última actualización en Miércoles, 13 de Julio de 2011 01:21 |
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