El inicio del nuevo año académico en el Sistema de Educación publica y privada nos motiva a compartir algunas reflexiones. Es evidente que la educación en nuestro país necesita un golpe de timón que cambie el rumbo en que se encuentra.
El país requiere una revolución educativa que siente las bases para que el pueblo puertorriqueño se reúna en un proyecto histórico y patriótico. Es necesario un Departamento de Educación que reoriente sus energías hacia la formación de un ser humano solidario, con sueños y aspiraciones colectivas, con valores superiores al individualismo, el consumismo desmedido y la superficialidad.
Es preciso crear un proyecto de pueblo y de reconstrucción nacional fundamentado en nuestros valores patrióticos, en la ética del trabajo y la justicia social. Es necesario, además, que este proyecto fomente el amor y el respeto a la naturaleza. Nuestro archipiélago tiene una capacidad limitada para asimilar los golpes y abusos que le han sido propinados por administraciones insensibles y el afán desmesurado por el lucro desarrollista. Decía Hostos: “La naturaleza es una madre cariñosa, siempre dispuesta a calmar nuestra agitación, a endulzar nuestra amargura”.
Proponemos una revolución académico-cultural que no se limite a enseñar a nuestros jóvenes a leer y a escribir, a sumar y a restar, sino a formar seres humanos libres, patrióticos y solidarios. Es preciso rediseñar la filosofía educativa y el currículo escolar, de modo que ambos reflejen un compromiso pedagógico con la comunidad puertorriqueña. Reeducar a los maestros y maestras en la visión y misión pedagógica del nuevo currículo puertorriqueñista y patriótico.
Dicho currículo deberá promover la ética del trabajo, la moral social, la autoestima y el valor de nuestras capacidades como pueblo, fundamentadas en la visión hostosiana de la educación. Es necesario fomentar la creación de un currículo caribeño que contribuya a fortalecer nuestros valores, nuestra identidad y los lazos culturales y diplomáticos que nos unen con nuestros pueblos vecinos.
En particular, debemos prestar especial énfasis en los siguientes puntos:
- Otorgar un mayor espacio en el currículo a la enseñanza de la historia de Puerto Rico, de nuestras gestas y victorias, de nuestros hombres y mujeres patriotas, tanto en los grados elementales como durante toda la experiencia académica de nuestros estudiantes, incluyendo el nivel universitario.
- Viabilizar el uso del español para la enseñanza de las ciencias y la tecnología, proveyendo al Sistema de Educación libros de texto en español, nuestro idioma natural, adecuados a nuestra realidad nacional. De esta manera eliminamos la barrera del idioma en el proceso de aprendizaje de estas complicadas materias, al facilitar la comunicación entre maestro y estudiante en el binomio enseñanza-aprendizaje.
- Combatir la alta tasa de analfabetismo en la Isla, así como el analfabetismo funcional mediante la creación de proyectos de educación popular.
- Desalentar la competencia desmedida y el individualismo en nuestras escuelas y sustituirlo por el trabajo colectivo, la solidaridad, el compañerismo y la ayuda mutua.
- Sustituir el castigo y las medidas punitivas por el diálogo y la toma de conciencia de la responsabilidad social del estudiante.
- Fomentar que se asigne una mayor cantidad de fondos y recursos dirigidos a atender las necesidades de la población que tiene problemas de aprendizaje.
- Crear proyectos educativos para la población penal, la cual por ser víctima de la desigualdad, la marginación y la injusticia social tiene menor escolaridad y oportunidades que la población general.
- Promover legislación para desalentar de nuestra televisión los programas basados en la violencia, la agresión y el crimen. Utilizar los medios de difusión pública para educar y afirmar nuestros valores e historia.
Siglos de desinformación y deformación histórica hacen de esa revolución educativa una tarea muy difícil, pero no menos urgente y necesaria. Nadie está satisfecho con el estado en que se encuentra el país, con la deserción escolar, con la falta de motivación y autoestima de nuestros jóvenes, con la dependencia sicológica y material -a veces real, a veces fabricada- en que nos han colocado los gobiernos coloniales, con la violencia callejera, con la criminalidad. Debemos preguntarnos: ¿por qué la droga y la criminalidad han encontrado terreno fértil en Puerto Rico? ¿No tiene marcha atrás el estado de deterioro social en que nos encontramos?
Nos resistimos a aceptar que el daño es irreversible. En el Movimiento Independentista Nacional Hostosiano nos disponemos a aportar nuestro esfuerzo y talento a detener ese deterioro social y emprender un nuevo camino; el camino del compromiso social, de la afirmación patriótica y del desarrollo pleno de nuestro mejor recurso natural: el recurso humano.
Después de todo, un pueblo con su moral y autoestima en alto, seguro de sus capacidades y motivado con una clara visión de futuro, es el mejor escenario para construir la patria que queremos.
* El autor es médico, Co-presidente del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano y miembro de la Junta Directiva de CLARIDAD.
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