El periodismo fue el oficio de mayor continuidad en la vida de Hostos, empezando por sus años de residencia en España (desde los primeros años en Bilbao hasta los de Madrid y Barcelona que culminan con el rompimiento definitivo con el liberalismo español en 1868); [...]
su tránsito por Nueva York desde octubre de 1869 hasta septiembre de 1870; posteriormente su primer peregrinaje por América Latina (Cartagena de Colombia; Panamá; Lima, Perú; Santiago de Chile; Buenos Aires, Argentina y Río de Janeiro, Brasil, en los años 70; su primera estadía en República Dominicana en los 80; su permanencia en Chile en los noventa; su tránsito por Nueva York en 1898; su regreso y estadía en Puerto Rico en 1898 y 1899; y hasta sus últimos años vividos en la capital dominicana desde 1900 hasta 1903, en que muere el 11 de agosto.)
En todo el recorrido de una vida tan intensa fue estudiante, educador, tanto de maestros como de abogados; conferenciante, escritor a profundidad de temas didácticos, literarios, sociales y políticos; pero la constante en toda esa trayectoria fue la del periodismo. Lo cultivó en sus diversas variantes del Siglo XIX; el artículo de opinión, la dirección de periódicos y revistas como fue el caso de El Progreso de Barcelona, en Cataluña, que bajo la dirección de Hostos fue uno de los promotores más notables de la Revolución llamada la Gloriosa de 1868 en España; la crónica y, sobre todo, el reportaje.
El primer escritor de la lengua española en la actualidad, Gabriel García Márquez, considera el reportaje “el género estelar del mejor oficio del mundo” y, claro está, para él es el periodismo el mejor oficio del mundo.
El reportaje, en el periodismo latinoamericano, podría decirse que nació con Hostos. Sus escritos durante este primer recorrido suyo por la América Nuestra, recogidos en el tomo titulado Mi Viaje al Sur, de la edición de las obras completas de Hostos, de 1939, son una colección de reportajes suyos sobre los diferentes lugares a los que viaja a cada uno de los países visitados. Esos reportajes son de una belleza tal que los eleva al nivel de obras literarias, y al mismo tiempo reflejan con extraordinaria precisión las realidades geográficas, sociales, políticas y económicas que va conociendo. Como buen reportero, en cada lugar observa el paisaje y estudia el paisanaje. Intercala muchas veces micro-entrevistas y diálogos que sirven para atestiguar impresiones y descripciones de realidades sociales que va conociendo mediante el método inductivo (de lo particular a lo general) que fue -dicho sea de paso- la fórmula pedagógica hostosiana puesta en práctica en sus afanes educativos a todos los niveles.
Ya en 1988, al abordar en una charla auspiciada por el entonces naciente Instituto de Estudios Hostosianos, nos referíamos a la falsa dicotomía que algunos han querido establecer entre el oficio de periodista y el de escritor, porque Hostos fue tanto periodista como escritor. Decíamos entonces lo siguiente:
“En estos tiempos de ahora y por estas tierras del mundo desarrollado y otras que no lo son tanto, aunque algunos intelectuales viven en el despiste de que lo son, se ha generalizado la dicotomía que separa al escritor del periodista. Generalmente los grandes escritores que han ejercido el periodismo, para tomar solo tres ejemplos contemporáneos: Arturo Uslar Pietri, Mario Benedetti, Gabriel García Márquez, sienten gran orgullo en su oficio primario de periodista. No es el de ellos el caso de los escritores que tienen que trepar por las enmaran}ñadas escalas de la academia, la crítica literaria y el consumo librero para asegurar nombre, reconocimiento y privilegio para lograr entrar al gueto olímpico literario con poco vuelo y menos capacidad de desarrollo. Tales escritores reniegan de sus días de periodistas, generalmente cuando los tuvieron, como si se tratara de un falso arranque en sus carreras. Históricamente, sin embargo, literatura y periodismo han resonado juntos en el mismo diapasón de las 23 grandes creaciones humanas en el campo de la comunicación social. El Siglo XIX fue la época en que se encauzó ese vínculo tan íntimo entre periodismo y literatura. La eclosión de ideas que produjeron las grandes revoluciones deciminónicas, se reprodujo vertiginosamente en la vastedad de publicaciones periódicas que proliferaron por todas partes del mundo.
Eugenio María de Hostos es uno de los mayores ejemplos del escritor periodista o del periodista escritor, que al igual que José Martí juntan en una sola vida, en una obra única, la fidelidad al testimonio veraz de periodista y la belleza en la expresión y visión abarcadora de la creación literaria. En ese sentido Eugenio María de Hostos es epitome del periodismo decimonónico que es periodismo enciclopédico.”
Es cierto que con el desarrollo de la tecnología informática, el oficio periodístico hoy no requiere que los periodistas necesitemos un conocimiento enciclopédico de los campos del saber. Lo que no ha cambiado con el adelanto de las técnicas informáticas es la naturaleza altamente moral del oficio periodístico, lo que Hostos llamó la esencia del periodismo, que es “la interpretación de la conciencia humana.” Para cumplir esa función debe ejercerse el periodismo como un sacerdocio, decía.
“El periodismo es una institución. Por su esencia, corresponde a un magisterio; por sus fines, corresponde a una jerarquía.” Mi Viaje al Sur, p. 249.
“De tal modo es difícil el ejercicio de ese austero ministerio, que siempre he pensado, y cada vez con más viva convicción, que de las tres funciones sociales más difíciles -el padre de familia, el maestro de escuela, el periodista- la más dif{icil de las tres es esta última.” p 250
La conciencia, que es la capacidad de distinguir el bien del mal, es para Hostos el principal imperativo ético del periodista.
“Conciencia es sencillamente la facultad que el espíritu humano tiene de conocer sus principios lo que es bueno y lo que es malo, lo justo y lo injusto, lo equitativo y lo inocuo… tener conciencia es lo mismo que tener el deber de abstenerse del mal todas sus formas conocidas, de la injusticia bajo todos sus aspectos, de la iniquidad eb todas las deformidades.”
“Por eso cada vez que se me ofrece en espectáculo la vida de una sociedad, le pregunto: ¿Tiene un periodismo que la interprete? Y pregunto al periodismo: ¿Qué interpreta? Y pregunto al periódico: ¿Cómo cumple sus fines? ¿Como sacerdote o como mercader?” p 251
Ese deber de conciencia lleva a Hostos a pasar los peores sinsabores en el ejercicio del periodismo. Ejercía el oficio con dos propósitos principales: el sostenimiento económico, ya que siempre anduvo desprovisto de riquezas materiales, y la divulgación de la causa de la independencia de las Antillas, especialmente de Cuba, durante todo su largo recorrido por América del Sur en procura de solidaridad para con la guerra de independencia cubana que había comenzado con el Grito de Yara del 10 de octubre de 1868 y se extendió por diez años; y luego la guerra Martiana iniciada en 1895 hasta el 1898.
Esta devoción a los principios la demostró dramáticamente en cada país de sus recorridos. Un ejemplo es el que se refleja en su testimonio sobre su llegada al Perú en el primer viaje al sur. Lleva dos cartas de presentación de dos editores para dos editores de sendos periódicos en Lima. El primero, El Nacional, un periódico de oposición al gobierno de turno, cuyo editor le indica que para levantar fondos para la compra de armas a Cuba debía hacer como un obispo polaco qu ellegó a Lima en busca de auxilios para la independencia de Polonia, y se fue a las puertas de las iglesias a pedir limosnas para su causa.
El segundo fue el editor venezolano del periódico El Peruano, cuyo diálogo con él Hostos reflexionólo siguiente:
“Mañana sale el primer artículo de una serie en El Nacional“, le dije.
“¡En El Nacional! ¡En el diario de oposición más ardiente!”
“Como yo no he de mezclarme nunca en los negocios del país.”
“Pues lo mejor sería que se mezclara; pero a favor del gobierno.”
“Yo he aprendido en la continua emigración de mi vida a morirme de hambre.”
“Pues hace mal. Aquí con una buena pluma y con conocimientos y con destrezas para emplearlos a favor del Gobierno, usted puede llegar a conseguir cuanto quiera no sólo a favor de Cuba sino en su propio bien.”
“Es decir que, para hacer en el Perú una propaganda a favor de una causa justa, no hay más medios que sostener a un gobierno despótico o ponerse a pedir a la puerta de una iglesia.”
“¡Es decir -reflexionaba al alejarme de aquel escrupuloso consejero- que para pedir atención, entusiasmo y confraternidad a favor de una causa digna es necesario dejar de ser digno?” “¡Es decir, que para obtener algo tengo que emular al obispo polaco o someterme a la escuela del vividor venezolano?” 24
Vuelvo a citar palabras que dije en la conclusión de mi charla de 1988, ya que las consideroinvariables a la fecha de hoy: “Al buscar el sentido global del Hostos periodista que sirve de guía a los oficiantes de este sacerdocio crucial, encontramos que la esencia del periodismo, tal como él lo definía, sigue siendo la misma. No importa que a nivel del siglo veintiuno proliferen la compuación y los avances tecnológicos. Esa esencia se funda, y se fundará siempre en la obligación de transmitir con la mayor fidelidad, el testimonio de nuestras vidas intelectuales y colectivas, a las futuras generaciones, de manera que se acumulen una civilización y una cultura que haga cada vez mejor, más agradable, más últil la vida en sociedad.
A la altura de hoy, sin embargo, debemos añadir que mucho mayor es la función sacerdotal del periodista, frente a un creciente peligro de deshumanización de la humanidad, y también de nuestro querido pueblo, que requieren con urgencia un proceso de sanación moral y material que evite que nuestra patria, y el mundo entero, sucumban a la irracionalidad y el desenfreno de las peores pasiones. Revivir a Hostos sería un antídoto MUY EFICAZ para dar el alerta que este pueblo necesita escuchar. Y los periodistas, mejor que ningún otro grupo profesional, tenemos el deber, porque nuestra voz resuene por todos los medios, de acoger con entusiasmo el reto de hacer nuestro el llamado de Hostos. En vez de exacerbar el tribalismo boricua, sin parcializarse con ninguno de los bandos políticos o ideológicos, puede hacer que nos apartemos de las confrontaciones estériles, del disfrute de lo morboso en la noticia sensacionalista, de la promoción de disputas triviales y polémicas improductivas, y nos dirijamos a la construcción de esa sociedad superior a que aspiraba el gran americano nacido en Mayagüez que alumbró con su pensamiento portentoso a todos los pueblos caribeños y latinoamericanos. Lo hizo sobre todo, en el ejercicio continuo del oficio periodístico durante cuatro décadas enmás de cincuenta publicaciones periódicas de veinte países de Europa y las Américas. Pero, siempre volvía a las Antillas como su punto de partida y de anclaje. Sus publicaciones periodísticas le dieron la vuelta al mundo, pero desde todos los lugares enviaba sus escritos a la prensa puertorriqueña y mayagüezana.
Gracias a sus artículos periodísticos, enviados a varios periódicos de Puerto Rico desde Santo Domingo en 1900, se pudieron publicar en sus obras completas sus enjundiosos comentarios sobre la Ley Foraker que fuela que estableció el primer gobierno civil temporero bajo el dominio de Estados Unidos y a la que él llamó “un arma de doble filo”. Fue en uno de esos artículos que hizo la siguiente admonición a sus compatriotas:
“Hay que insistir todos los días en decir y repetir que Puerto Rico ha sido robadode los suyo: de su libertad nacional, de su independencia nacional, que ni los españoles ni los americanos podrán ni han podido poner en mercería”.
Los boricuas no pudieron escuchar más su palabra oral a partir de su viaje final a la República Dominicana, pero gracias a su continuado ejercicio como periodista en la prensa puertorriqueña de la época, podemos hoy reproducir sus sabios consejos de aquel momento crucial, que cobran nuevamente al presente cierta vigencia y actualidad. Esa es, ciertamente, la magia del buen periodismo de que Hostos fue oficiante cabal.
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