Durante décadas nos hemos levantado con golpes al costado y puñaladas en la espalda por parte de los diferentes gobiernos PNP y PPD. Tijerazos contra las personas que construyen país todos los días desde la escuela, la universidad, los centros de trabajo, las comunidades y otros espacios. ¿Hasta cuándo las malas noticias? ¿Cuánto durará la incertidumbre? ¿Qué hace falta para detener a las y los que pretenden destruir el país?
Décadas de estancamiento económico, donde cada cuatro años el PNP y el PPD se dedican a cargar las maletas de Wall Street. Convocan a la “unidad” y al “sacrificio” para atender la “crisis” de la cual también son responsables, mientras le reparten contratos a sus batatas políticas y gobiernan para sus amigos del alma. Mientras tanto el pueblo empobrecido entre deformas laborales, la guagua área, la incertidumbre y la inseguridad cotidiana.
Desde el Capitolio convocan al ayuno para lanzar una cortina de humo, así mantienen sus jugosos salarios y privilegios. El Nuevo Día, Primera Hora y el Vocero le sirven al binomio PNP-PPD, como voceros de la desinformación y la confusión para mantener su hegemonía. En Washington siguen fumándose la pipa colonial así como Muñoz Marín desde Fortaleza inhalaba el opio de su farsa.
Ahora nos empujan la colonia por ojo, boca y nariz con una PROMESA que continuará llenando los bolsillos de Walmart, Banco Popular, Santander y de familias como Fonalledas y Ferré Rangel. No olvidemos que los Fortuño, Barceló, Rosselló, Hernández Colón, Calderón, Acevedo Vilá y García Padilla junto a su combo continúan guisando y dándose la “buena vida” con dinero del pueblo. ¿Hacia dónde vamos? ¿Qué hacer? Son algunas de las preguntas que parecen no tener respuesta, sin embargo, la indignación se acumula y se organiza en medio de la desesperanza y el pesimismo.
La vida en la colonia, se reduce a la rutina que inicia por la mañana entre el ajoro de llegar al trabajo, a la universidad, tener que dejar al nene y la nena en la escuela o en el cuido si te sobra algo para poder pagarlo. La mañana se complica si ahora te queda más lejos la escuela. Salir de la universidad para entrar al “flexitime” y luego regresar a tu casa o al hospedaje se convierte en una odisea cuando entre el sueño y la explotaera intentas comenzar o terminar las tareas. Se reducen las pensiones, las deudas personales se inflan, no termina el debate mensual entre pagar la luz, el agua, la comida, la casa o el hospedaje. ¿Ese es el futuro que deseas?
Aumenta la emigración, el desempleo y miles pierden sus viviendas. No hay como llegar a la quincena sin dejar de pensar en cómo conseguir las medicinas para el viejo o la vieja que la pensión no le alcanza ni para pagar la renta. Nos envenenan entre cenizas, mientras escoltan a la corrupción y atropellan a las comunidades que defienden la salud y la vida. Una vez más se repite esta trágica historia en la colonia. La calidad de vida se traduce en menos tiempo para la recreación en familia y menos dinero en el bolsillo para darte la cerveza ¿Hacia dónde vamos? ¿Qué hacer?
Mañana regresamos a la rutina, el país cada vez más pobre y un pequeño puñado de personas más ricas deciden nuestro presente y futuro. El capital continúa dictando la pauta en la colonia y va definiendo el futuro con discursos disfrazados de “progreso”. Se reconfigura la relación entre el amo y el esclavo con una Junta de Corruptos para profundizar la privatización que poco a poco se apodera de lo que nos pertenece y va tirando al vacío los derechos conquistados. Los lobos azules y rojos vestidos de ovejas, se afilan los colmillos para revivir sus proyectos políticos fracasados en medio de una tormenta que también tiene sus nombres y apellidos. ¿Te quedarás observando desde la vitrina?
¿Hacia dónde vamos? ¿Qué hacer? ¿Cuándo respiraremos alegría, seguridad y paz? Es hora del país posible que podemos construir. Un país que se viene construyendo hace mucho tiempo desde diferentes frentes y espacios. Hoy, es necesario continuar esa construcción ejerciendo poder, por lo tanto, organizar un nuevo instrumento político será necesario para vencer. Tenemos que combatir la Junta, pero no olvidemos que para deslegitimizarla también hace falta construir un proyecto de país que incluya como denominador común y punta de lanza la descolonización. Dialoguemos al respecto, reconozcamos y respetemos las diferencias para desde ahí convocarnos y convocar para su construcción.
Estos tiempos exigen desprendimiento y madurez política para inclusive de ser necesario sacrificar las fincas pequeñas con el objetivo de construir una patria solidaria, justa, equitativa y sostenible. Soberanía para la seguridad, soberanía para la esperanza y soberanía para la paz y la felicidad para tener mejores condiciones de vida. Es hora de que las puertorriqueñas y los puertorriqueños pongamos nuestra casa en orden. Hablemos del país posible. Atrevámonos a ser libres. ¿Qué estamos esperando?
José M. Santos Valderrama es integrante de la Juventud Hostosiana, miembro de la Dirección Nacional del MINH y estudiante graduado de la Escuela de Trabajo Social Beatriz Lasalle en la UPR de Río Piedras.
|