Hace 45 años viajé a Cuba por primera vez. Ni con el mal del Alzheimer podría olvidar esa travesía: San Juan-Nueva York-Madrid-Montreal-La Habana.
En ese entonces el gobierno de Canadá no permitía entrar a su país desde Estados Unidos con el propósito de viajar a Cuba. Como muchos otros boricuas, desafié ese bloqueo viajando a Cuba vía México, Jamaica, España y Panamá.
Hace muy poco me embargó una emoción diferente y profunda. La Revolución Cubana en pie y la colonia puertorriqueña también. Sin embargo, esta vez viajaba en vuelo directo San Juan-La Habana.
El vuelo fue tan placentero que me permitió reflexionar sobre declaraciones y actitudes de muchos de nuestros líderes industriales, comerciales y financieros con motivo de la reanudación de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos. Desde un principio, cuando se produjo la alocución simultánea de Raúl Castro y Barack Obama sobre este particular, hace ya casi un año, he escuchado a nuestros líderes expresarse sobre cómo la llamada apertura representa la oportunidad del siglo para ellos. Sí, para ellos y para la economía de Puerto Rico.
Para Cuba cero.
Ni un solo día se preocuparon por Cuba durante más de 50 años del criminal bloqueo, hasta ahora en que la Mayor de las Antillas es vista como potencial cantera para satisfacer sus ambiciones. Aún hoy ni condenan ni combaten el bloqueo. En su vocabulario parecen no encontrar las palabras beneficio mutuo ni solidaridad.
En Cuba la ley suprema es su Constitución. Prevalece un Estado de Derecho. La Asamblea Nacional del Poder Popular es su máximo organismo legislativo. Impera un sistema unicameral. El país es dirigido y administrado por un Consejo de Estado y un Consejo de Ministros. Raúl Castro Ruz es el Presidente del Consejo de Estado y de Ministros. Ya ha anunciado que se encuentra en su último término. Miguel Díaz Canel, nacido después del triunfo de la Revolución, es el Primer Vicepresidente del Consejo de Estado.
Las leyes en Cuba son administradas por sus Tribunales. Obvio. No tan obvio en su antilla hermana. En Puerto Rico no tenemos idea, por ejemplo, de cuán amplias y complejas son las funciones del Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX) de Cuba ya que nuestro sistema colonial no requiere que nos ejercitemos en esos menesteres. Entre embajadas y consulados alrededor del mundo, Cuba tiene 119.
En Estados Unidos opera un sistema administrado por dos partidos. En Cuba lo administra un solo partido, el Partido Comunista de Cuba. Así han resistido más de 50 años de agresiones y bloqueos por parte del poder imperial más poderoso del planeta. Si se equipara lo de partido único a falta de participación de la ciudadanía en los procesos que les afectan, se comete una equivocación. Si se equipara lo de los dos partidos en Estados Unidos a mayor participación ciudadana, igualmente se comete una equivocación.
En Cuba hay un nivel de participación y de libertad de expresión inimaginables en nuestra sociedad. Libertad de expresión sí, libertad de prensa para los empresarios no la hay.
Bastaría, para interactuar mejor con la realidad cubana, informarse, educarse, prepararse. Los prejuicios y estereotipos inculcados no ayudan en ese proceso.
Una manera sencilla de iniciarse podría ser leyendo el diario Granma y otras publicaciones de fácil acceso a través de la web.
De hecho, cavilaba cuántos de nuestros líderes industriales, financieros y comerciales se habrán leído el texto de la Ley # 78 de la Inversión Extranjera de la República de Cuba, cuando anuncian el aterrizaje del jet que nos trasladó del Aeropuerto Internacional Luis Muñoz Marín en San Juan al Aeropuerto Internacional José Martí en La Habana.
Llovía, pero no me mojaba. Era la primera vez San Juan-La Habana y estaba listo para el inicio de la Jornada de Solidaridad con la Independencia de Puerto Rico que transcurriría durante los próximos días. Además, estaba en compañía de 50 compatriotas, entre ellos mi hijo mayor, Miguel. ¿Qué más se puede pedir? De la Jornada les cuento en la próxima edición.
* El autor es miembro de la Junta Directiva de CLARIDAD.
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