Acaba de concluir el VII Congreso del Partido Comunista de Cuba. Raúl ha sido ratificado como primer secretario. Muchos nombres son confirmados en las listas del Buró Político, el Secretariado y el Comité Central.
También hay rostros nuevos en las máximas instancias de dirección política del país, a las que ingresan con el aval de sus hojas de vida al servicio del país, del pueblo…
Para los periodistas que seguimos la sesión, y que hemos estado estos días “becados” en el Palacio de Convenciones cubriendo la reunión, el cierre antes de mediodía de esta jornada final no solo es rápido -prácticamente hora y media desde el principio hasta el “muchas gracias” de Raúl y los acordes de La Internacional-, sino de perfil noticioso alto: la nueva dirección, puntualizaciones de lo discutido; orientaciones para la discusión más amplia por venir, del Informe Central y de la Conceptualización del modelo cubano de desarrollo; mención de la reforma constitucional en perspectiva…
Pero más que todo, sin desdorar, está Fidel; o no Fidel, así simplemente, sino: “¡Fidel!, ¡Fidel!, ¡Fidel!”, en la voz de delegados e invitados, entrelargos aplausos, más bien ovación, desde que llega, en atuendo deportivo, y entra al plenario por un lateral de la tribuna donde tantas veces ha hecho discursos, ha dialogado con los más diversos auditorios, ha hecho declaraciones trascendentales y ahora, una vez más, habla con la sabiduría, la honradez y la convicción de siempre.
Se me quedan prendidas estas palabras, dichas con la voz y el gesto trémulos, vibrantes de emoción del hombre de muchos años, ya casi 90, del veterano revolucionario donde sigue habitando un joven guerrero: “A nuestros hermanos de América Latina y del mundo debemos trasmitirles que el pueblo cubano vencerá” (con énfasis en el final de la frase).
Fidel, que agradece y se siente honrado de dirigirse sus compañeros y compañeras de Partido, de Revolución; “¡Fidel!, ¡Fidel!, ¡Fidel!” -como otra vez se oye aquí aclamar-, que como en abril de 1961, en las arenas de Girón, dirigiendo la batalla contra la invasión mercenaria, hasta la victoria, va el primero y convoca:
“Emprenderemos la marcha y perfeccionaremos lo que debamos perfeccionar, con lealtad meridiana y la fuerza unida, como Martí, Maceo y Gómez, en marcha indetenible”.
Fidel, que da el estrechón de manos a su hermano entrañable, al más cercano compañero de luchas, a Raúl, este 19 de abril.
Fuente: Revista Bohemia |