Desde Guantánamo hasta Pinar del Río, Isla de la Juventud, La Habana, por todo el país; en plazas de capitales y pueblos, un líder imprescindible siempre estuvo presente en los actos por este Primero de Mayo: Fidel.
En pancartas con su foto y sus ideas expresadas a lo largo de más de cinco décadas. En la mención obligada de su accionar cuando desfilaban los trabajadores del Polo Científico creado por él; o los de una fábrica, un hospital, un consultorio de médico de la familia, una escuela o una cooperativa agropecuaria.
El ejemplo del líder histórico se hacía presente como si estuviera allí físicamente, hablando a su pueblo como lo ha hecho siempre. Actos como los de este Primero de Mayo lo hacen presente en cada rostro de cubano que le supo a su lado, tocando los problemas con sus manos, dando soluciones o explicando postergaciones. Fidel vibró esta mañana soleada y fresca en cada corazón de los millones de compatriotas que desfilaron y se concentraron para festejar el día de los trabajadores, junto a Raúl y demás dirigentes que dan continuidad a su obra gigante, porque gigante es él. Jóvenes y menos jóvenes pudimos sentirlo, cuando gargantas y corazones compartían el motivo para exclamar al unísono ¡Viva Fidel¡.
Mi pensamiento viajó entonces a los más lejanos y cercanos contornos de la geografía cubana. Lo recordé cuando inauguraba grandes embalses de agua en Guantánamo; Contramaestre y Bayamo, lugares donde tuve el honor de estar presente como periodista. ¿Qué hubiese sido de nuestro país en épocas de grandes sequías y de cambio climático, sin la luz larga del Comandante que se adelantó a tan terrible adversidad, proyectando y ejecutando decenas de presas que hoy garantizar el preciado líquido, tanto para los seres humanos como para los planes agrícolas? También lo recordé inaugurando escuelas por todo el país para garantizar que cada niño y joven cubano ejerza su derecho a una educación de calidad y gratuita hasta en los más aparados lugares de la larga y estrecha geografía cubana.
Esta vez, en las plazas de Cuba estaba Fidel cuando desfilaban los educadores, los maestros que tanto aportan a esa imprescindible batalla iniciada con una campaña de alfabetización que enseñó a leer y escribir a más de un millón de personas a los que se les había privado de ese derecho antes de 1959. Estaba Fidel cuando irrumpieron en las plazas los integrantes de ese gran ejército de las batas blancas, los médicos, enfermeras y demás trabajadores de la salud, que desfilaron sabiéndose partícipes de ese empeño mayor: dar salud a nuestro pueblo y contribuir con ella solidariamente en otros muchos países del mundo.
Razones más que suficientes para sentirnos extremadamente contentos cuando desfilaban jóvenes, estudiantes, soldados y oficiales actuales y futuros defensores de la Patria. Garantía de la continuidad de la obra de Fidel; del Comandante invicto que estuvo allí junto a millones de cubanos y que seguirá acompañándonos por muchos años más. Ahora, cuando cumpla 90 años, será como una parada para el recuento y un motivo para continuar pensando y orientando en cómo perfeccionar la obra que él creó. Seguirá Fidel presente en cada acto y desfile.
En cada Primero de Mayo, 26 de Julio y Primero de Enero. En cada corazón de los cubanos y de otros millones de amigos de todo el mundo. Su obra será eterna y el amor que siente su pueblo por el querido Comandante perdurará siempre para bien de nuestras futuras generaciones.
Fuente: CubaDebate |