Es difícil desarraigarse de la otra Patria, de la que acoge el cuerpo amado de nuestra Lola, hasta que Puerto Rico sea libre. Regresamos el 7 de julio del viaje que comenzamos el 25 del mes de junio, pero como afirmé, todavía ando por Cuba…
El 25 en el aeropuerto una característica nos unía: ninguno había podido dormir bien los días previos a la partida hacia Cuba para participar en las ceremonias, festejos y recorrido desde la Habana a Santiago en saludo al quincuagésimo aniversario de la Misión de Puerto Rico en Cuba Juan Mari Brás.
Era una fecha especial. Coincidía nuestra partida con la Asamblea de Pueblo contra la Junta de Control Fiscal. No podíamos quedarnos de brazos cruzados, así que la compañera Digna Sánchez compañera de la Dirección Nacional del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano (MINH), coordinó previamente con los organizadores del evento para hacernos presentes mediante una foto de grupo con carteles que manifestaban nuestro repudio a la imposición colonial. Y dicho y hecho nos arremolinamos felices y comprometidos frente a las cámaras.
El vuelo sufrió un retraso -mejor dicho, lo sufrimos nosotros que deseábamos pisar ya tierra cubana- pero cuando por fin nos llamaron al abordaje, prácticamente corrimos a hacer la fila. El vuelo fue rápido. Yo me sentía que viajaba desde mi país ya soberano en vuelo directo a La Habana. Una emoción indescriptible. ¡Vaya!, de libertad.
La Habana, Las Terrazas, Festival del Bolero
Después de ubicarnos en los distintos hoteles, -éramos un grupo de más de cien personas-, al día siguiente comenzamos nuestro recorrido en varias guaguas provistas por el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos y con sus guías. Nuestra primera parada fue a Las Terrazas, una villa autosostenible en la Sierra del Rosario declarada por la Unesco como Reserva de la Biosfera en 1985.
La belleza imperante era única. Visitamos la casa del pintor Henry Alomá (sí, así sin r final) donde disfrutamos con su plática y de sus pinturas. Luego nos encaminamos a La Casita de María para degustar una rica taza de café que muchos bautizamos con algún sabroso licor. Más tarde disfrutamos de un rico almuerzo cubano y de excelente música… ¡y a cantar y a bailar se ha dicho!
De regreso a La Habana nos esperaba una noche bullanguera en el Festival Internacional del Bolero dedicado a nuestro Inquieto Anacobero, Daniel Santos y con la presencia de Andy Montañez. El Teatro Mella estaba repleto y los boricuas, con nuestras banderas ondeantes, nos convertimos en dueños del lugar. Andy nos cantó a nosotros y a la Patria.
Betances
Nos levantamos el 27 animados y comentando sobre los sucesos de la noche anterior en el Festival. Los boricuas sentíamos la solidaridad cubana en todos sentidos.
Este día era muy importante; nos dirigíamos a honrar al Padre de la Patria puertorriqueña: Ramón Emeterio Betances y a Juan Mari Brás, dirigente de la independencia y fundador junto a Fidel de la Misión de Puerto Rico en Cuba.
Primero fuimos al busto de Betances situado en el parque de la ceiba en La Habana. Llevamos un arreglo floral acompañado por nuestro amor y admiración. La figura de Oscar López Rivera traída por Ernesto Robles fue colocada al lado de nuestro libertador. Alberto Rodríguez, joven dirigente Hostosiano puertorriqueño y estudiante de medicina en Cuba se dirigió a los boricuas quienes a viva voz y puño en alto entonamos el himno revolucionario de Puerto Rico.
Misión, Martí, ICAP
Luego, otra vez a la guagua para ir a nuestra primera embajada, la Misión de Puerto Rico en Cuba. La emoción nos embargó cuando vimos que las sorpresas no cesaban. Se iba a cancelar el sello postal que conmemoraba los 50 años de Misión, además de rendirle tributo a Juan Mari Brás.
Y allí estaban ellos; dos de los Cinco Héroes Cubanos. Fernando González Llort y Gerardo Hernández nos acompañaron en los actos. Las cámaras y celulares no paraban de plasmar aquellos momentos históricos. Incluso, la Federación Estudiantil Universitaria hizo entrega a la Misión de la Medalla Fefel Varona, otro boricua que se honra en Cuba.
Por eso digo que sigo en Cuba… Los recuerdos revolotean raudos por mi mente. Nosotros, los compañeros, todos en Misión y por Misión. ¡Qué orgullo ser boricua!
No, no hay fotos, las perdí. Paseando con el grupo por las plazas habaneras bajo la tutela de nuestra guía Beatriz Bermúdez a quien rebautizamos “Bibi”, tuve “una experiencia religiosa” con un manitas cubano que voló mi celular de mi cartera. Pues sí, ojo al pillo, aunque en menor presencia comparado con otros países, también en La Habana de que los hay, los hay. Los compañeros se comprometieron a enviarme copias de sus fotos, pero no han podido hacerlo. No me sorprende. Llegar al salpafuera de Puerto Rico, con el país hecho cantos, (y no de los de El Topo), enfrentar nuestra realidad y problemas, hace olvidar cualquier promesa (menos la PROMESA de la Junta). No es lamento. Sé que algún día podré compartirlas con todos desde la página de minhpuertorico.org.
El día 29 fue de lujo. Fuimos hasta el Memorial José Martí en La Habana, al Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos y en la noche a una recepción en la Casa de la Amistad.
En el Memorial, ubicado frente a la grandiosa Plaza de la Revolución, nuestra copresidenta del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano, a nombre de Puerto Rico, homenajeó a José Martí. Tras el acto, Yusuam Palacios presidente del Movimiento Juvenil Martiano dio un discurso de bienvenida en el que unía las patrias cubana y puertorriqueña a través del ejemplo de sus próceres Martí, Betances y Hostos. Su conocimiento profundo hizo remitirnos a la pobre educación en Puerto Rico en cuanto a nuestra verdadera Historia. ¡Cómo quisiéramos que nuestros jóvenes pudieran tener una educación de primera! Al salir del Mausoleo le di las gracias a Yusuam a nombre de mi Patria. Y no faltaba más, le pedí su correo para mantenernos comunicados.
Al finalizar el almuerzo nos trasladamos al ICAP. El 29 era el día oficial de la celebración del quincuagésimo aniversario de la Misión de Puerto Rico en Cuba.
En el acto estaban presentes Ricardo Alarcón de Quesada, Fernando González Llort, vicepresidente del ICAP, José Ramón Balaguer, miembro del secretariado del PCC, Kenia Serrano Puig, presidenta del ICAP, nuestro Andy y un sinnúmero de funcionarios gubernamentales y amigos solidarios cubanos como Roberto, quien sufría conmigo en Venezuela cuando yo me iba al cerro en mototaxi y él se quedaba mirándome incrédulo agitando los brazos. Desde luego, Edwin González nuestro delegado en la Misión y Alberto L. Rodríguez, de la Juventud Hostosiana y estudiante de Medicina en Cuba, también formaron parte de la histórica actividad.
Wilma Reverón, por su parte, entregó las Medallas del 50 aniversario de Misión a Raúl, Fidel, la Oclae, la Ospaaal, y otras organizaciones solidarias con Puerto Rico y Misión.
La actividad concluyó parapelos con todos entonando de pie el Oubao Moin de nuestro poeta nacional Juan Antonio Corretjer.
En la noche tuvimos una recepción en la Casa de la Amistad para cerrar con broche de oro la celebración de los 50 de Misión.
Mausoleo del Che en Santa Clara
Esta fue mi segunda visita al Che y mi segunda lloradera. No puedo reprimir las lágrimas. Honrar sus restos, los de Tania y los otros guerrilleros siempre me conmueve tanto. Hice lo mismo que la primera vez, me detuve frente a él y le hablé de Puerto Rico, porque para el Che mi País fue importante y lo demostró innumerables veces. Y el Che me lleva a Benedetti y a su poema, yo, tan descreída, desearía como el poeta: “ojalá exista dios”.
En Santa Clara tuve un fugaz encuentro con dos compañeros: Norelys Moralesy su hijo Irving, nombrado así por nuestro héroe Irving Flores. Norelys es una reconocida periodista cubana, amiga entrañable. Tuvimos poco tiempo para hablar, pero nos lo dijimos todo con un abrazo interminable. Norelys, envíame las fotos, porfa.
Hacia Santiago
Bibí se encargó de darnos las explicaciones pertinentes sobre el largo trayecto que enfrentábamos. Los compañeros que se ubicaban siempre en la “cocina” de la guagua: Juan Luis Martínez, su hermano Guillermo y Lole Rodríguez Báez nos mantuvieron entre risas con los vellones que le pegaban a Bibi. Estoy segura de que nuestra guía jamás olvidará al “chino”, y nosotros tampoco.
Durante el viaje nos detuvimos en varias ciudades hermosas e históricas. Una de ellas fue Trinidad en donde nos alojamos en Trinidad del Mar. La bebida nacional y comidas estaban incluidas. Yo me la pasaba al lado de la piscina tomando limonadas… bueno, está bien, de vez en cuando una Bucanero o un mojito.
En otra de nuestras paradas lo más divertido fue el cocotaxi. Imagínense una tribu como nosotros montados en estos vehículos tan y tan cubanos y los boricuas riendo a carcajadas y haciendo bulla por el centro de la ciudad. Nos saludaban y gritaban ¡Puerto Rico!
Seguimos camino hasta llegar al Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre. Una imagen pequeñita venerada por todos y que es símbolo de cubanía. Desde el santuario se divisan las minas de oro que son explotadas en la actualidad.
Cuando salimos Lole y Juan Luis se empeñaron en comprar aguacates que habían visto en la ruta. Todos estábamos vigilantes cuando de momento nos dimos cuenta de que estábamos por otro camino. ¡Esta Bibi no nos dijo nada! O sea, cero aguacates…
Pero los chicos se vengaron. Desde el fondo de la guagua empezaron las exclamaciones e interrogaciones a Bibi: ¿Cuándo paramos? ¡Hay que parar! Estábamos atravesando por una carretera estrecha y ellos querían que la guagua se detuviera para cumplir con los mandatos del cuerpo. Lo lograron. El compañero Raúl, uno de los choferes, logró arrinconarse lo suficiente para que los muchachos pudieran bajar a desaguar detrás de un enorme árbol.
Por fin Santiago
Nos alojamos en el Hotel Casa Granda (sí, se llama Granda, que es el apellido del rico que lo construyó) ubicado mirando a la plaza, lo que fue un éxito porque desde el amplio balcón podíamos disfrutar del festival, su música y su gente.
En los alrededores encontramos un bar llamado Yesterday dedicado a los Beatles, con estatuas de ellos, exhibición de carteles y videos. Sé que Lole y compañía pararon por allí. No se perdieron de nada.
Martí
Decir Santiago y no visitar la tumba de José Martí en el Cementerio Santa Ifigenia es haber desperdiciado el momento. Ver el cambio de guardia cada hora, la solemnidad, lo majestuoso y significativo del mausoleo que guarda sus restos es una lección magistral. Y digo lección magistral porque la compañera guía del camposanto es muy versada en Martí y la estructura que lo honra. Entre lo que nos detalló recuerdo los puñados de tierra traídos de toda Nuestra América para ser enterrados alrededor del Apóstol cubano. Y yo, que soy de lágrima cerquita, me eché a llorar mientras le juraba a Martí que algún día un puñado de mi tierra puertorriqueña también le acompañaría. Estoy segura de que todos pensamos lo mismo.
Regreso
De Santiago partimos esta vez en avión. Arribamos a La Habana y de vuelta a casa no el 6, sino el 7 debido a fallas del avión. Pasamos la noche en el aeropuerto. Fue la primera vez en mi vida en que dormí a pata suelta en los asientos de un aeropuerto. Total, un día más, si yo me quería quedar.
Hoy sigo en Cuba. En esa Cuba que lucha día a día contra el bloqueo y que a pesar de él, cuida la salud de su pueblo, su educación y bienestar. Con lo poco que tiene, hace maravillas.
Seguiré en Cuba y por Cuba. Seguiré añorando a los nuevos amigos, especialmente a José Avidán y Adrián. Mis dos nuevos hijos postizos, como les llamaba mi hijo Sergio y a quienes quería regalarme. (No sé por qué.)
Seguiré escuchando mentalmente las melodías que nos tocaban al saber que éramos puertorriqueños… que cuándo cómo y dónde…quizás, quizás, quizás… chanchán.
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