Acababa de darle la vuelta a media finca…había salido corriendo, huyendo del castigo por alguna travesura. Era el más pequeño de los varones, el “becerrito” del viejo, el muchacho que con sus ojos finitos ponía la mirada a lo lejos, la volvía hacia su hermano Fidel, y en él encontraba el camino para buscar aquel horizonte.
Raúl es nombre de valiente, de guerrero vencedor. Modesto es una cualidad de las que más se aprecia entre los hombres. Pareciera que sus padres, sin saber, marcaron el camino de los hijos desde el mismo día en que decidieron sus nombres. Los muchachos, entonces, se encargaron de recargarlos de significados y simbolismos.
Y es que el más pequeño de los varones sería un guerrero tremendo, de los que tienen causa justa; de los que son capaces de quitar una pistola y hacer prisionero a un guardia cuando parecían atrapados ellos; uno que conformó un espacio de Cuba libre bajo el nombre de “Frank País” y desde allí comenzó a construir el país que sería después del triunfo…todo ello, con la suficiente modestia como para llegar a lo más alto sin estridencias ni ambiciones. No necesitaba ser “el hermano”…..siempre valió por sí mismo.
La condición de hermano de Fidel le valió si acaso para disfrutar sin igual el reencuentro en Cinco Palmas y para ser medido con una exigencia tremenda a cada minuto; de hecho, la condición de hermano le hubiera dejado fuera del Moncada, pero ahí fueron su insistencia y su probada osadía las que lo hicieron volar al combate.
Este amanecer en Birán hace que su silencio vuelva altos los trinos, que el olor remita a otro tiempo, y que el rocío te empape los pies con la sensación de estar caminando un espacio diferente y a la vez ya transitado por la familia mítica. En 1931, este 3 de junio, nacía Raúl.
Ahí están las casas, el Bar La Paloma, el correo, la escuelita, la casa grande… Allí las fotos, los mármoles de Doña Lina y Don Ángel, donde siempre hay flores…
Raúl ha sido un hombre de y para la revolución, dialéctico, consciente de la necesidad de que la economía avance para poder continuar la obra, a la par de las ideas; el jefe que confía y controla, que usa la palabra exacta para catalogar, el que está con los jóvenes en la marcha de las antorchas, y a la vez revisa en la asamblea un lineamiento… el mismo que, consciente del tiempo, en febrero entregará la bandera a quien decidamos los cubanos; un hombre sin miedo, que en vida ha hecho mucho por el futuro, y de los que pelea siempre hasta el final. El que amó a una guerrillera hermosa como Vilma y escribió que de su casa salió con un uniforme nuevo a la boda con ella: lo mejor y más lindo que hizo en su vida. Con la esencia de esas palabras nació y creció su familia.
Ese es el Presidente de mi país.
No gusta de las celebraciones… prefiere la familia para los momentos como este…pero no puede evitar que el pueblo le celebre…
Un repaso de su vida, de las fotografías que detuvieron el tiempo para verle, nos recuerda la felicidad de estar con sus hermanos; la mirada pícara de la “pulga” que siempre estaba tras Fidel, que amanecía con él en su cama, que discutían por ver quién apagaba o no la luz del cuarto en su escuela; y que ya fuese en una fortaleza, la cárcel, un yate o una cordillera, defendió sus ideas y a su hermano, para que este pudiera llevarlas adelante. No se imaginaría Batista que el niño inquieto y simpático que él cargó –estando de visita en La Habana por su escuela militar- sería precisamente, uno de los que haría la más linda revolución en Cuba.
Este 3 de junio es el primer cumpleaños que no tendrá el abrazo de su hermano, no estará la llamada con la voz del otro lado para planificar nuevas batallas… El hermano al que –hace exactamente seis meses- llamó en la Plaza de Santiago, ante Antonio Maceo, y el pueblo todo: ¡Fidel… Fidel!… como si estuvieran desembarcando o saliendo a algún combate, para que escuchara y contestara; pero en fracciones de segundos regresaría a la realidad y le reiteraba un: hasta la victoria… -porque el “siempre” lo gritó el pueblo ante la conmoción del momento.
No puede pasar inadvertida la fecha más allá del festejo, porque es una buena oportunidad de demostrarle a ese guerrero que tiene ejército para seguir combatiendo por el amor a Cuba, con él al frente, a sus 86 años…Inspirados, sobre todo, en ese verso de Buena Fe que ha resumido la convicción de aquella generación de cubanos: “no me sé el camino; solo tiran de mí los anhelos de posibles maravillas.”
Nosotros estaremos, Raúl, caminando junto usted, mientras en el zurrón queden semillas… Reciba hoy el abrazo, con puño cerrado…
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