La Habana (PL) El puertorriqueño Juan Rius Rivera (1848-1924) amó la libertad de su país natal y defendió la independencia de Cuba como destacado combatiente de la Guerra de los Diez Años y la Guerra de independencia de 1895-1898.
El valiente antillano luchó entre los bravos desde las filas de los soldados contra el colonialismo español y alcanzó el grado de mayor general del Ejército Libertador cubano.
Muy joven, Rius Rivera tomó parte en el movimiento independentista puertorriqueño (célula revolucionaria de Mayagüez Capa Prieto), inspirado por los ideales del patriota Ramón Emeterio Betances, y al fracasar el 23 de septiembre de 1868 el llamado Grito de Lares, regresó a España, donde estudiaba.
Nacido en Mayagüez, Puerto Rico, el 26 de agosto de 1848, era hijo de Eusebio Rius y Ramona Rivera, hacendados cafetaleros; estudió las lecciones elementales en su pueblo y prosiguió el bachillerato en Barcelona y las clases de derecho en la Universidad Central de Madrid, España.
Allí se encontraba al ocurrir en Cuba el alzamiento del 10 de Octubre de 1868 e inmediatamente embarcó para Nueva York, donde logró unirse a la expedición del vapor Anna, que arribó a la ensenada de Covarrubias, entre Maisí y Puerto Padre, cerca de Las Tunas, Oriente, el 19 de enero de 1870.
El Anna trasladó a Cuba 21 expedicionarios y pertrechos que incluían más de mil fusiles (860 Springfield, 360 Enfield y 40 Remington), dos cañones, 88 machetes, 36 sables y dos mil 500 libras de pólvora, entre otros.
La mayor parte de los expedicionarios reforzaron a Camagüey, mientras que el armamento fue compartido entre orientales y camagüeyanos.
En esta expedición llegó también el joven Oscar de Céspedes y Céspedes (1847-1870), hijo del presidente de la República en Armas, descendiente que fue fusilado por los colonialistas españoles el 29 de mayo de 1870, en Camagüey, a los 22 años de edad.
Durante la primera guerra Rius Rivera peleó bajo las órdenes de los generales José Inclán, Calixto García, Vicente García, Máximo Gómez y Antonio Maceo.
Al frente del Regimiento Céspedes participó en la invasión y la campaña de Las Villas (1875), con el Mayor General Máximo Gómez.
Se destacó en los combates de Santa María de Ocujal (Copo del Chato); Chaparra (1873); Melones, el fuerte del poblado de Braguetudo (1874); y en Yabazón Abajo, La Cuaba y Proenza (1876).
Resultó herido en el ataque a un campamento español en la zona de Potrerillo (18 de agosto de 1875), y nuevamente en la acción de Los Altos, cerca de Gibara (primero de mayo de 1876).
A partir de entonces al frente del Regimiento Holguín, se incorporó a las fuerzas de Antonio Maceo; combatió en Sabanilla (1876), Baracoa y Santa Rosalía, en Gibara (1877).
Sus conceptos patrióticos se expresaron en el rechazo a las sediciones de Lagunas de Varona (1875) y Santa Rita (1877), que minaron la unidad de las filas mambisas: Fiel amigo del Mayor General Antonio Maceo, secundó la Protesta de Baraguá (15 de marzo de 1878), encabezada por este; e integró la comisión que elaboró la nueva Constitución contra la paz sin independencia ni abolición de la esclavitud, que ofrecía España.
El 9 de mayo de 1878 acompañó a Maceo al salir a Cuba hacia Jamaica, con el objetivo de buscar recursos para proseguir la lucha.
Ascensos: a capitán (1871), comandante (1872), teniente coronel (1874), coronel (en 1878 con la antigüedad desde el primero de noviembre de 1876).
En los años siguientes viajó a varios países y se estableció en Honduras, donde formó familia.
Al estallar nuevamente la guerra en Cuba, Rius Rivera fue designado jefe militar del proyecto de liberación de Puerto Rico, en 1895, con el objetivo de cumplir las aspiraciones de José Martí y el Partido
Revolucionario Cubano (PRC)de contribuir a la independencia de la hermana Borinquen.
Después de evaluar la situación pidió ser enviado a Cuba, debido a falta de condiciones para el inicio de la lucha armada en su tierra natal.
La proclamación del PRC, en 1892, contó también con el concurso de las emigraciones de Puerto Rico. A ambas islas antillanas eran en aquella época las principales posesiones que le quedaban a España en las llamadas Indias Occidentales.
Con el grado de general de brigada, el 8 de septiembre de 1896 arribó a las costas pinareñas en el vapor Three Friends, que desembarcó en María La Gorda, con armamento para las fuerzas de Maceo, en su segunda campaña pinareña.
Rius Rivera quedó combatiendo al lado de Maceo, quien al viajar hacia la Habana le entregó el mando de las fuerzas mambisas en Pinar del Río.
Combatió en Montezuelo, Tumbas de Estorino, Isabel María, Ceja del Negro, Galalón, Soroa, El Rosario y El Rubí, entre otros lugares.
El Consejo de Gobierno lo ascendió a General de División el 16 de diciembre de 1896 con antigüedad del 15 septiembre de ese año, y el 31 de diciembre, a Mayor General.
El 28 de marzo de 1897 fue herido en una acción, hecho prisionero y, luego de su curación, encerrado en la prisión de la Cabaña y después deportado a Barcelona, hasta el fin de la guerra, cuando regresó a Cuba.
Delegado a la Asamblea Constituyente de 1901, se opuso a la imposición de la Enmienda Platt por Estados Unidos, que mermaba la soberanía de Cuba y estuvo ausente en la sesión en que fue impuesta su aprobación a los constituyentes.
Al constituirse la República neocolonial, en 1902, desempeñó funciones en el gobierno de Tomás Estrada Palma y en el Cuerpo Diplomático.
Estaba en el extranjero al ocurrir la reelección por fraude de Estrada Palma y la sublevación de los liberales llamada Guerrita de Agosto, en 1906, suceso que culminó en la Segunda intervención militar estadounidense.
Decepcionado al ver a Puerto Rico ocupado por EE.UU., desde 1898, y la injerencia de Washington en Cuba prevista en la Enmienda Platt, abandonó definitivamente este país -otra vez bajo la bota militar estadounidense- en 1907, hace 110 años.
Decidió permanecer en Honduras, patria de su esposa, Aurora Fonts, donde había vivido con anterioridad.
Allí falleció en la Ceiba, Honduras, el 20 de septiembre de 1924, pero el amor a Cuba y Puerto Rico siempre estuvo en su mente y corazón; sus restos fueron trasladados al Cementerio de Colón, de esta capital, en 1958.
La autora es historiadora, periodista y colaboradora de Prensa Latina.
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